Aunque las remesas que ingresan a Colombia están lejos de alcanzar los volúmenes observados en algunos países centroamericanos y bastante de lograr el peso que tienen en sus economías, esos recursos que envían millones de colombianos, principalmente desde Estados Unidos, España y Chile, vienen en aumento y han marcado récords en los últimos años.
El año pasado sumaron 9.400 millones de dólares, lo que situó al país en el cuarto lugar del ranquin de receptores de Latinoamérica, después de México que reportó 61.100 millones y es líder indiscutible; Guatemala, con 18,200 millones; y República Dominicana con 10.300 millones.
Lo que envían los migrantes colombianos a sus familiares y amigos en el país podría llegar a un nuevo máximo este año, pese a que la desaceleración de la economía le ha quitado ritmo a dichos giros.
Cifras recientes del Banco de la República indican que, faltando solo dos meses para que concluya el 2023, al país habían ingresado por concepto de remesas de trabajadores en el exterior cerca de 8.290 millones de dólares.
Si se mantiene el promedio de remesas de 884 millones de dólares que ingresaron en agosto, septiembre y octubre, este año el monto total superará los 10.000 millones, lo cual no es “despreciable si se considera el contexto de desaceleración económica global y la apreciación del peso colombiano”, advierte un análisis del Grupo Bancolombia, en el que se destaca que las “remesas podrían servir como un instrumento contracíclico, especialmente si se lograran canalizar hacia sectores que promueven el ahorro y la inversión, como es el caso del sector de la construcción y el sistema financiero”.
Las estimaciones del Banco Mundial apuntan a que, en términos generales, la remesas crecerán solo 2,4 por ciento el próximo año, frente al 3,3 por ciento previsto para el 2023.
Los analistas de la entidad no desconocen el rol que esos recursos han jugado en el bienestar de millones de hogares en el país, quienes encuentran en las remesas un ingreso para su sustento, también advierten que en una coyuntura como la actual el potencial de las remesas está aún sin explotar.
“Si bien estos flujos financieros han generado cambios positivos en términos de alivio de la pobreza y han servido de soporte para que los hogares superen los desafíos del ciclo económico, su potencial está aún por ser explorado”, dicen en Bancolombia.
También que en la coyuntura de menor depreciación de la tasa de cambio, pero aún en un entorno de persistencia inflacionaria, altos intereses y deterioro en el mercado laboral, los ingresos provenientes pueden ayudar a mitigar el impacto de la desaceleración.
No obstante, advierten los analistas del Grupo Bancolombia, que las estimaciones del Banco Mundial apuntan a que, en términos generales, la remesas crecerán solo 2,4 por ciento el próximo año, frente al 3,3 por ciento previsto para el 2023.
En ese sentido, señalan que: “Hacia adelante, los factores estructurales que vienen impulsando las remesas (migración) no sufrirían mayores cambios, pero comienza a notarse un agotamiento de los motores coyunturales; tal como lo sería: la desaceleración económica de países de los que somos receptores (Estados Unidos, España y Chile), el debilitamiento de sus mercados laborales y la menor depreciación cambiaria del peso colombiano”.
Hoy las remesas representan el 2,5 por ciento del PIB.
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