Carlos y Paquita superan los 80 años. Antes de jubilarse, él fue zapatero y istró una inmobiliaria; ella trabajó en una librería. El matrimonio es una suerte de sostén emocional de una familia, los Alcaraz, que suman 5 generaciones en El Palmar, una pequeña localidad de 24.000 habitantes en Murcia, en el sureste de la península ibérica.
La sala de la casa donde viven está decorada, entre otras cosas, con fotos y recuerdos de cuando el hijo de ambos, Carlos Alcaraz González, era tenista (llegó al 761° de dobles profesional, en 1991). Pero los octogenarios tuvieron que hacer espacio: nuevas fotos, carpetas con recortes de diarios y trofeos invaden la calidez de la casa.
Carlos y Paquita son los abuelos de Carlitos Alcaraz Garfia, el deportista estrella del momento, el adolescente de apenas 19 años (cumplidos el 5 de este mes) que sacude el circuito tenístico mundial y que, después de conquistar el Masters 1000 de Madrid (dejando en el camino, entre otros, a reconocidas personalidades como Rafael Nadal y a Novak Djokovic), avanzó hasta el sexto escalón del ranking y va por todo. No tiene techo, Carlitos (como le agrada que lo llamen). Está rompiendo marcas de precocidad. Veteranos y jóvenes lo llenan de elogios, le endulzan el ego, pero parece asumir el nuevo escenario con naturalidad.
En el court, maravilla; también encandila con su carisma y perfil bajo. Está en el centro de las miradas y ninguna ponderación parece desmedida. Con leyendas en retirada o prontas a marcharse, y con talentosos jóvenes a los que les cuesta consolidar el recambio en la superélite, Alcaraz (diestro, de 1,85 m, derecha de boxeador y sensibilidad de músico clásico), se hace cargo de la transición.
“Estoy en El Palmar. Estoy en casita”, saluda Alcaraz a La Nación, a través de una videollamada. Es un mediodía radiante y con 26° en esa porción de España. Todo el mundo está buscándolo; los fanáticos, la prensa, las empresas. La pantalla de su teléfono celular no deja de parpadear. Pero Carlitos está en su mundo, en la intimidad de su casa, junto con sus padres (Carlos y Virginia), arropado por sus hermanos (Álvaro, de 22; Sergio, de 12; y Jaime, de 10).
“El Palmar es un pueblo… Aquí tenemos la suerte de tener de todo. Tenemos un polideportivo, el club de tenis donde yo me he criado, un buen hospital, que es uno de los mejores de España. Hay algunos buenos restaurantes. Hay mucho espacio, donde te puedes mover mucho, sitios para estar con tus amigos. Es un lugar tranquilo, bastante tranquilo. Aquí nos conocemos todos con todos”, narra Alcaraz, que después de ganar en Madrid el quinto título de su carrera (también posee los de Umag 2021, y Río, Miami y Barcelona este año), se bajó de Roma para descansar unos días y luego comenzar la preparación para Roland Garros, que comenzará el 22 de este mes. Está convencido y no teme decirlo: buscará ganar la Copa de los Mosqueteros.
¿Qué recuerdo tiene de su infancia que, por cierto, no fue hace tanto tiempo? ¿Sus padres a qué se dedicaban?
Mi padre, después de jugar profesionalmente, trabajaba en la escuela de tenis del club donde me he criado (Real Sociedad Club de Campo). También tenía trabajo en varios clubes más. También con el pádel. Mi infancia fue con los amigos. La mayor parte del tiempo me la pasaba en el club jugando al fútbol y al tenis con mis amigos.
¿Así aparece el deporte en su vida: por el vínculo de su padre?
Sí, él fue jugador de tenis. El deporte lo tenía adentro.
¿Y qué clase de alumno fue en la escuela? ¿Aplicado o perezoso para el estudio?
Depende. Era de los dos tipos. A veces me costaba mucho más, a veces me costaba un poco menos.
Mi infancia fue con los amigos. La mayor parte del tiempo me la pasaba en el club jugando al fútbol y al tenis con mis amigos
¿Su desarrollo en el tenis fue fácil o difícil? ¿Tuvo sponsors?
Tuve suerte porque desde pequeño, desde cuando hice mi primer viaje con diez años, ya tenía un sponsor que me ayudaba: Postres Reina, una empresa repostera de la región de Murcia bastante importante. Tuve el apoyo desde pequeño. Si no, me hubiera costado el doble o el triple, o incluso no hubiera podido llegar a cumplir mis sueños y mis objetivos.
¿Cómo hace para manejar la explosión de su popularidad? Hasta no hace mucho tiempo podía caminar tranquilo por la calle y hoy está bajo la mirada de todos.
Lo estoy llevando bastante bien. Tengo claro que poco a poco me resultará más difícil exponerme, hacer cosas en público y demás. Pero al final hay que tener las cosas claras. Yo tengo claro que cuando quiera exponerme lo haré sin ningún problema. Poco a poco me va costando más, pero de momento lo llevo bien.
¿Hubo algún hecho vinculado al aumento de su fama que le llamara la atención?
Bueno, cuando volvía de Madrid paramos en un sitio a comer (hay unos 390 kilómetros hasta El Palmar), un sitio apartado y no había muchas personas, pero todas me conocían. Ahí es cuando te das cuenta de lo realmente conocido que te estás volviendo.
Hubo una frase de Toni Nadal muy simbólica sobre su personalidad: ‘Tiene la cabeza bien amueblada’. ¿Cómo hace para mantener los pies sobre la tierra y no caer en las tentaciones de un adolescente?
Ahí tengo que dar gracias a mi familia y a mi equipo, que siempre están diciéndome lo que tengo que hacer, lo bueno para mí y lo que no es tan bueno. Al final, yo quiero mis caprichos, yo quiero mis cosas y muchas veces no son las ideales ahora mismo. Entonces ahí es cuando entra mi equipo y mi familia para decirme: ‘Espérate un poco, no tengas tanta prisa, ve poco a poco’, y demás. Y también soy un chico que tiene bastante claro las cosas. Yo tengo claro mi objetivo, tengo claro mi sueño, que es ser número 1 del mundo y por más torneos que vengan, por más cosas que vengan ahora mismo, todavía no he conseguido ser el número 1. Me ayuda estar con los pies en el suelo para seguir tratando de cumplir mis sueños.
Y también soy un chico que tiene bastante claro las cosas. Yo tengo claro mi objetivo, tengo claro mi sueño, que es ser número 1 del mundo
¿Y cuáles son esos caprichos?
Tengo pensado comprarme un coche… un coche bueno, pero todavía tengo que esperar un poco.
La licencia de conducir la sacó hace poco tiempo, en febrero…
Sí, fue este año cuando la saqué.
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El abuelo Carlos les enseñó a jugar al ajedrez a sus cuatro nietos varones. A Carlitos, además, le incorporó una filosofía de vida para que utilizara en el deporte: ‘las tres C. Cabeza, corazón y cojones’. El chico, que ahora luce barba de varios días, rostro cansado pero luminoso, se lo tomó muy en serio… se encumbra como un verdadero fenómeno.
Desde hace casi tres décadas, si tomamos en cuenta el título de Sergi Bruguera en Roland Garros 1993, que España no ha dejado de dominar el tour, produciendo a grandes campeones y números 1. No es casual. ¿Es cultural? ¿Es el trabajo de base? ¿Es la disciplina?
Yo creo que aquí tenemos grandes entrenadores, grandes sitios de trabajo. Diría que el clima influye mucho también. Somos un país con grandes cosas. Tenemos muchos jugadores para entrenar. A nosotros nos consideran más de tierra, para Roland Garros y los torneos de tierra batida. Sí es verdad que los españoles han tenido buenos resultados en la gira de tierra, pero también en rápida. Tenemos muy buenos entrenadores, buenos centros, buen clima, buena comida… al final es un conjunto de cosas que te van ayudando para ‘tirar hacia arriba’.
Yo creo que aquí [España] tenemos grandes entrenadores, grandes sitios de trabajo. Diría que el clima influye mucho también. Somos un país con grandes cosas
Y también buena conducta. Ha habido jugadores con diferencias, pero las han superado y se terminaron potenciando, como en la Copa Davis...
Sí, sí, por supuesto. No puedo hablar en general porque cada uno es como es, pero diría que en España hay buena disciplina, se fomenta mucho el trabajo, diría yo y eso ha sido la clave.
Su entrenador, Juan Carlos Ferrero, fue un campeón de perfil bajo que ya estuvo en el lugar que usted quiere alcanzar (en 2003 fue número 1 y campeón de Roland Garros). ¿Cómo lo describiría y qué valor tiene que lo acompañe desde juveniles?
Totalmente. Para mí es supervalioso. Él lo vivió con sus entrenadores, con Toni (Antonio Martínez) y Samuel López, que han estado toda la vida juntos. Y el estar toda la vida es superespecial; es lo que busco. Juan Carlos me tomó con 15 años, cuando estaba jugando todavía en juniors. Espero ir creciendo con él y terminar toda mi carrera juntos; sería superespecial y bonito. Al final es lo que me gusta a mí: yo soy un chico muy cercano, muy familiar, que le gusta estar con los suyos.
¿Qué tan beneficioso es para su carrera que Ferrero ya haya vivido este proceso hacia la cima y pueda aconsejarte?
Sí, obviamente. Al final, todo lo que he vivido yo, él ya lo ha pasado. Me puede decir que hay que ir por aquí o por allá, puede guiarme en el camino. Él ya sabe lo bueno, ya sabe lo malo, ha vivido todo. Pasar por las primeras finales, pasar por el primer grand slam, tener que vivir ese partido que te puede llegar a dar el número uno. Si algún día a mí me pasa... Es una ventaja que tengo.
A diferencia de otros jugadores que le escapan a la presión, no tiene problemas en decir: ‘Estoy preparado para ganar un grand slam este año’. ¿Por qué?
Bueno, no tengo miedo de decir que estoy preparado para ganar un grand slam. Físicamente me encuentro muy bien. Mentalmente estoy fuerte. Soy un jugador fuerte y al final eso es lo que hace falta para ganar un grand slam. Ahora me está acompañando el nivel. Me encuentro bien y con bastante confianza. Es un cúmulo de cosas que me pueden ‘tirar para arriba’ y no tengo miedo de decir que estoy preparado para hacerlo.
Sorprende por su transformación física, que le permite jugar batallas de más de tres horas. ¿El desafío es ganar fortaleza sin pasarse de los límites y perder frescura?
Sí, obviamente, hasta cierto punto es bueno ponerse fuerte, pero, como siempre he dicho, en el tenis prevalecen la rapidez y la agilidad antes que la fuerza en sí. Obviamente, es importante estar fuerte, pero al mismo tiempo también ser rápido, veloz y tener agilidad. Ese sería el mix perfecto. Y nosotros lo hemos tenido bastante en cuenta: me he puesto bastante fuerte, he pegado un cambio físico importante, pero no he perdido la rapidez ni la elasticidad. Este trabajo lo hemos hecho bastante bien.
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Alcaraz se enfrentó 3 veces con Nadal (lo derrotó por primera vez hace poco, en Madrid) y una con Djokovic (lo superó recientemente, convirtiéndose en el primer jugador en vencer a ambos en el mismo torneo sobre polvo de ladrillo; David Nalbandian, por ejemplo, lo había logrado en Madrid 2007, pero cuando el certamen era sobre superficie dura). Carlitos nunca se midió con Federer, su ídolo de la niñez, aunque se entrenó con él en Wimbledon 2019.
Hasta cierto punto es bueno ponerse fuerte, pero, como siempre he dicho, en el tenis prevalecen la rapidez y la agilidad antes que la fuerza en sí
¿Qué le robarías a cada integrante del Big 3 y por qué?
Yo creo que a Rafa le robaría el espíritu de lucha, el no rendirse nunca, el no dar una bola por perdida, el sacrificarse, el trabajar duro. Si tengo que entrenar tres horas, entreno tres horas al 200 por ciento de intensidad. A Federer, la elegancia, la variedad de golpes y de tenis que puede desplegar en un partido. Y a Djokovic, la elasticidad y el físico que tiene.
El juego de parqués, ajedrez, armar rompecabezas son actividades habituales que lo relajan, ¿verdad? ¿Pasa mucho tiempo en el celular?
Sí, ajedrez juego de vez en cuando. Me gusta mucho y lo veo importante. Rompecabezas hice uno en la cuarentena, pero no soy fanático. Soy un chico que utiliza bastante el teléfono, cosa que tengo que mejorar porque al final te distrae de tus prioridades.
Es amante del fútbol e hincha de Real Madrid. Más allá de su pasado en Barcelona, ¿qué le genera Leo Messi?
Yo soy fanático del Real Madrid, pero no soy de los radicales. Personalmente soy de Cristiano (Ronaldo), sinceramente. Pero con Messi no voy a negar que son de los mejores de la historia. Messi tiene un fútbol diferente al de Cristiano: para mí tiene más variedad que Cristiano, pero no tengo miedo de decir que hemos tenido suerte los que hemos visto el fútbol desde la era de Cristiano y Messi, porque son dos dioses.
¿Cuál es su techo? ¿Hasta dónde piensa llegar?
No tengo límite ahora mismo. No me quiero poner ningún techo. Quiero seguir escalando hasta donde llegue: si puede ser hasta el cielo, mejor.
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A este ritmo vertiginoso, a Carlos y a Paquita no les alcanzarán las vitrinas de su casa para seguir coleccionando y luciendo las recompensas que reunirá su nieto Carlitos.
SEBASTIÁN TOROK
LA NACIÓN (ARGENTINA) - GDA
@sebatorok
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