
Diego Maradona: un año de misterio en la muerte del mito
Después de un año, así va la investigación por la muerte del D10s
Cada vez es más evidente la versión de la negligencia en la atención médica del astro argentino Diego Armando Maradona. Siete imputados —profesionales que cuidaban su salud— enfrentan cargos por “homicidio simple con dolo eventual”.
ra una noticia que —por su estilo de vida y porque ya había dado señales de un notable deterioro— ocurriría en cualquier momento. El 25 de noviembre del 2020, Diego Armando Maradona —para muchos, el mejor futbolista de la historia— dejó de existir.
Un año después de su muerte, las críticas al manejo de su salud en los últimos días de vida no han cesado, y, de hecho, la forma en la que falleció el astro aún es objeto de investigación. Su autopsia reveló que falleció de un “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada”. Además, en su corazón descubrieron una “miocardiopatía dilatada”.
En la autopsia le buscaron rastros de consumo de cocaína o alcohol, un problema que lo aquejaba de larga data, a pesar de múltiples tratamientos que nunca le funcionaron. Pero no le encontraron nada.
Sus últimos días estuvieron marcados por problemas de salud. Y así, 23 días antes de su muerte, fue internado en una clínica de La Plata (en su país natal, Argentina) donde se afirmó, entonces, que iba a ser tratado por motivos psicológicos.
Sin embargo, con el paso de los días fue cambiando el diagnóstico: primero encontraron que tenía anemia y estaba deshidratado, y luego tuvieron que trasladarlo a otro hospital en Olivos, donde tuvo que ser sometido a cirugía por un hematoma subdural en la cabeza.
Finalmente fue dado de alta el 11 de noviembre y se lo llevaron para una casa en la población de Tigre, donde, sin saberlo, iba a vivir sus días finales.
Su última aparición pública fue pocos días antes de su hospitalización. El 30 de octubre del año pasado, día en el que cumplió 60 años, salió a la cancha de Gimnasia y Esgrima La Plata, el último club al que dirigió como entrenador.
Ese día, caminando con evidente dificultad, llegó a la mitad de la cancha, donde lo esperaban el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia; la cabeza visible de Gimnasia, Gabriel Pellegrino, y Marcelo Tinelli, el responsable de la Liga de Fútbol Profesional, quienes le entregaron sendas placas por su cumpleaños. Tinelli lo abrazó y le dio muestras de cariño.
Sin embargo, Diego, en lugar de irse para la silla dispuesta en su honor, salió del estadio y se dirigió a su casa. El entorno del jugador aclaró que el acto estaba programado de esa manera y que la prioridad era cuidar su salud.
“El día de su cumpleaños, Diego estaba bastante triste porque quería juntar a todos sus hijos. Lo había intentado en una comida, pero no salió como esperaba. A él, los cumpleaños lo ponían mal. Todos los preparativos había que hacerlos a escondidas. Fui a la habitación y le dije: ‘Mirá que no hace falta que vayas (a la cancha)’. Cuando le dije eso, respondió que no porque tenía que hablar con Tinelli y pidió que la camioneta lo esperara. ‘Entro, hago eso y me voy’, dijo”, declaró el asistente personal de Maradona, Christian Maximiliano Pomargo.
La investigación por la muerte del ‘10’ no pasó por alto ese hecho y en febrero de este año se revelaron unos diagnósticos previos muy preocupantes. El diario Página 12 publicó que en un grupo de WhatsApp, en el que se seguía la salud del astro, se dejó constancia de dos signos: “Demencia alcohólica. Rasgos de párkinson”. En ese grupo estaban varios de los responsables de su salud: el neurocirujano Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz.
En la autopsia, cuando se le realizaron las pruebas toxicológicas, aparecieron otras cosas. El ídolo consumía un medicamento anticonvulsivo llamado Levetiracetam y un antidepresivo llamado Desmetilvenlafaxina, además de otras medicinas para combatir la dependencia a las drogas y al alcohol. Y también detectaron consumo de Ranitidina, que se utiliza para tratar problemas gástricos.
Lo curioso es que ninguno de los medicamentos que tomaba tenían que ver con su problema cardiaco. “Es tan importante lo que apareció como lo que no surgió de estos análisis de laboratorio, que a simple vista confirman que a Maradona le daban psicofármacos, pero ningún medicamento para su cardiopatía”, señaló uno de los investigadores judiciales de la causa, citado por el diario La Nación.
En el mismo grupo de WhatsApp aparece otro mensaje fechado el 29 de octubre, un día antes del cumpleaños de Diego y de su última aparición pública: “Se viene su cumpleaños. Hay que reducirle la medicación para que pueda estar presentable”, dice.

El día de su muerte
Pomargo fue quien se dio cuenta de que su cuerpo estaba tibio y exigió que se llamara una ambulancia, que tardó en llegar más de media hora. El asistente personal de Maradona, en la investigación que se lleva a cabo desde mayo de este año, fue citado a declarar para dar su versión de los hechos.
“Estábamos afuera tomando mate, vino Agustina (Cosachov, la psiquiatra de Maradona) y nos dijo que se estaba haciendo el dormido y le dijo a Johnny (Espósito, sobrino del ‘10’) si podíamos despertarlo. Johnny me pidió que lo acompañara, fuimos y pasó lo que pasó. Ahí yo le pegué el grito a la enfermera. Yo, la verdad, lo sentía tibio y, bueno, ahí llamé a Luque. En esa desesperación llamé a Gianinna, hija de Diego, y el de seguridad se puso a hacerle (respiración) boca a boca mientras la enfermera le hacía R; le dije a Luque: ‘¡Una ambulancia!’ ” fue su testimonio.
Maradona tenía la asistencia de un enfermero las 24 horas del día, en dos turnos. El que trabajó en la madrugada del 25 dejó constancia de que el exjugador aún respiraba. El que llegó en la mañana declaró que lo había escuchado levantarse para ir al baño. Mintió. Tanto el psicólogo como la psiquiatra de Maradona detectaron, sobre las 11:30 de la mañana, que el ‘10’ ya no tenía signos vitales. Fue cuando intentaron reanimarlo, algo que coincide con la versión de Pomargo.
Alfredo Cahe, médico del célebre futbolista durante más de 30 años, fue muy duro en su testimonio contra quienes manejaron su salud: “Por lo que trascendió de la autopsia, la muerte se produjo por una insuficiencia cardíaca y renal. Ese resultado era totalmente evitable. Con un correcto seguimiento y control era evitable”, aseguró Cahe, citado por la agencia Telam.
Cahe, además, criticó que lo hubieran llevado a una casa tras la operación que le hicieron poco antes de su muerte. “Era lo menos indicado, porque él debía estar en terapia intensiva con control de neurocirujanos, terapistas, con control del corazón constante y continuo. Era la única opción”, aseguró.
El 21 de mayo de este año, la Fiscalía General de San Isidro decidió investigar al cuerpo médico que llevaba su caso, por presunto homicidio culposo. Y terminó imputando a siete personas: el médico de cabecera de Diego, Leopoldo Luque; la psiquiatra Agustina Cosachov, el psicólogo Carlos Díaz, la médica Nancy Forlini (coordinadora de la internación domiciliaria), el coordinador de enfermeros Mariano Perroni y los enfermeros Ricardo Almirón y Dahiana Madrid.
Un grupo de 11 peritos médicos se encargó de evaluar la forma en la que fue tratado antes de su muerte. Y la conclusión fue la misma del antiguo galeno del exjugador: que el desempeño del equipo que lo cuidaba fue “inadecuado, deficiente y temerario”.
Ahora, los siete imputados enfrentan cargos por “homicidio simple con dolo eventual”. ¿Qué significa eso? Que los encargados (en este caso, el cuerpo médico) eligieron mantener su forma de actuar pese a saber que ello podía implicar un desenlace fatal. Esa figura implica que la condena, en caso de ser declarados culpables, es mayor que la de homicidio culposo: podrían pagar prisión de 8 a 25 años.
Luque, quien inicialmente fue ado para ayudar a Maradona a combatir dificultades con el sueño, dijo en su declaración: “Yo no abandono a nadie. Yo asumo un compromiso y voy hasta donde tenga que ir para ayudar. Si yo lo dejaba a Diego, él se quedaba solo. Si lo dejaba, me cuidaba yo y a mi familia, que ahora está sufriendo por esto. Pero yo elegí continuar y ayudar a un paciente que necesitaba ayuda. Fue una elección mía como médico”. Y agregó: “Hice todo lo que pude, todo lo que me permitieron y lo que me permitió Diego”.
Fernando Villarejo, jefe de la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Olivos, donde fue operado Maradona dos semanas antes de su muerte, aseguró que Luque y Cosachov impidieron que el exjugador fuera trasladado a una clínica psiquiátrica para tratar su abstinencia de medicamentos y alcohol.
“En estas circunstancias se plantea la posibilidad a la familia, y también a los médicos de cabecera, de establecer una internación en una institución especializada. Nosotros no somos un centro de atención psiquiátrica, no podíamos tratarlo. Se llevó a cabo, entonces, una reunión el sábado siguiente al ingreso del paciente y pusimos acompañantes terapéuticos como trampolín posterior para que pudiese ser derivado a esa institución. Sin embargo, ese día tanto Cosachov como Luque dijeron no estar de acuerdo. Hicieron llamadas telefónicas e impidieron la derivación del paciente a la institución. Impidieron que dos psiquiatras, que iban a ver al paciente para hacer la derivación al centro especializado, lo vieran”, declaró Villarejo, citado por el diario La Nación.
El médico, al igual que todos los procesados, fue fichado el pasado 7 de noviembre: es decir, se le tomaron huellas dactilares y fotografías y se le buscaron antecedentes judiciales. Ese es el capítulo más reciente de un juicio que aún puede tardar meses y en el que aún se intenta aclarar las responsabilidades en una noticia que, a pesar de todo lo que rodeó a Maradona en su vida, nunca se esperaba.
Una Carrera Brillante, en cifras
Éste fue el balance de la carrera como jugador de Diego Armando Maradona.

20 frases inolvidables
“Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.
“¿Sabes qué jugador hubiese sido yo si no hubiese tomado cocaina?”.
“No quiero dramatizar, pero créeme que me cortaron las piernas”.
“Me sacaron del fútbol definitivamente, no creo que tenga otra revancha”.
“A Toresani le dije en la cancha que vivo en Segurola y Habana 4310 séptimo piso. Y vamos a ver si me dura treinta segundos”.
“A veces me agarran los bajones, pero pongo ‘El Chavo’ y se me pasa todo”.
“Mi mamá me consideraba el mejor del mundo, así que si ella lo dice será verdad”.
“Miren que me han puesto apodos, pero ‘Pelusa’ es el que más va conmigo porque me devuelve a la infancia en Fiorito. Me acuerdo de los Cebollitas, […] cuando jugábamos solamente por la Coca y el sándwich”.
“Este no es un partido despedida. Es un partido homenaje. Yo nunca me voy a ir del fútbol”.
“Lastima no se le tiene a nadie. Pelear o tener bronca, pero lástima a nadie”.
“Si le tengo que pedir perdón a alguien es a mis hijas, a mis padres y a la hinchada de Boca porque erré cinco penales seguidos”.
“Yo juego para vos, mamá”.
“Shilton, después de muchos años te voy a contar la verdad, fue con la mano (el gol contra Inglaterra)”.
“Boca jugó a lo Boca y River fue River. Jugó un gran primer tiempo y en el segundo se le cayó la bombacha”.
“Los boludos son como las hormigas, están en todas partes del mundo”.
“Cuando era chico soñaba con comprarle una casa a mi mamá. Despuésle compré tres”.
“Lio (Messi), deja que los demás hablen que vas a ser el mejor de la historia. Eso lo vamos a decidir nosotros cuando acabes la carrera. Hoy divertirte y se feliz con tu familia”.
“Presión saben quién tiene? El hombre que sale a trabajar a las 4 a. m. Y no puede llevar 100 pesos a la casa. Ese tiene presión porque le tiene que dar de comer a sus hijos, yo no tengo presión”.
“¡Aguante Boca! Boca, sos el beso de mi mamá”.
“Trate de ser feliz jugando al fútbol y hacerlos felices a todos ustedes. Creo que lo logré”.
Un Maradona en la pared: la historia detrás de su mural en Bogotá
La familia Montejo le hizo un homenaje en pintura a su ídolo.
Quien se para enfrente de este Maradona le verá la mirada fija en el cielo, como si allí él mismo se buscara, o como si esperara la caída de una pelota desde las nubes. Le verá el pelo arremolinado, como si el viento no dejara de despeinarlo, y sus labios apretados, como conteniendo un grito de gol. También le verá su camiseta azul y blanca, pero solo del pecho para arriba, porque aquí el pie de la gloria y la mano de la burla permanecen escondidos. Es que este es un Maradona que solo mira para ser mirado. Un Maradona con cuerpo de concreto y carne de acuarela. Pero si el que lo mira se fija bien, le parecerá que ese Maradona sin movimiento, el que está ahí expuesto a la lluvia que lo baña y al calor que lo seca, está a punto de levantarse de esa pared para volver a jugar a la pelota.
Hace un año que ese rostro de Diego Maradona apareció en esa pared en Bogotá, en el barrio El Rosario, sobre la avenida NQS, costado occidental. Fue justo desde cuando el verdadero Maradona se marchó a ese cielo que su pintura ahora mira. Es un retrato fiel al original en su época de joven, en su época de futbolista, en su época de vivo. De lejos, desde un bus de TransMilenio o desde el puente peatonal que lo bordea como si fuera una tribuna, luce como un Maradona que se asoma por una ventana rosada a espiar la ciudad, como un cartel o una fotografía, pero ya de frente se ve que es un Maradona hecho de pintura, metido dentro de un rectángulo de pared, 2,20 m de ancho por 2,0 m de alto, que lo hace ver como un cuadro colgado bien cerquita del piso –que no es de césped aunque debería–, para que el peatón que pase por enfrente se detenga y lo mire, y lo toque si se anima, y le hable si se atreve.
Créditos
Director del especial: Gabriel Meluk, editor de Deportes.
Redacción: José Orlando Ascencio, Pablo Romero, Lisandro Rengifo, Hugo Caro, María Paulina Ortíz, Gabriel Meluk y Jorge Barraza.
Video: : Joaquín Delgadillo y David Leonardo Cifuentes
DISEÑO digital: Daniel Celis y Katherine Orjuela
Ilustración: Daniel Celis
Jefe de DISEÑO: Sandra Rojas
Maquetación: The Norman James
Editor Reportajes Multimedia: José Alberto Mojica Patiño
Periodista Reportajes Multimedia: David Alejandro López Bermúdez
Editor de Mesa Central: Jhon Torres
Editor gráfico: Beiman Pinilla