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¡Ay, Díaz! La paradoja del crac… (Meluk le cuenta)
No ha podido sacar el conejo de la chistera después de estallar en la Copa América de la pandemia.
El empate de la Selección Colombia 0-0 de visitante contra Ecuador no estuvo para nada mal. Ese resultado bien se podría haber firmado en notaria y con póliza de cumplimiento a las 6:25 de la tarde de este martes, cuando los equipos cantaban los himnos en la cancha de la ‘Casa Blanca’ quiteña.
Pero dos horas después y por como se dio el partido, el resultado pudo haber sido muchísimo mejor por dos jugadas inmensas que Colombia tuvo para liquidar el juego: el penalti errado por Luis Díaz y el gol que anuló correctamente el VAR por fuera de lugar de Santos Borré que interfirió al arquero debajo del horizontal, en la misma línea de sentencia. Borré otra vez fue tirado a la derecha para tapar a un lateral, pero no tuvo peso de ataque. ¿Vale la pena poner a un ariete a eso? Cada vez más creo que no.
Pero el nudo en la trama del partido es el drama de Luis Díaz, el genial funámbulo de la izquierda del Liverpool, el mago de la gambeta y la velocidad en Inglaterra, el que no ha podido sacar el conejo de la chistera en la Selección después de estallar en la Copa América de la pandemia.
Luis Díaz. Foto:AFP
Siendo el más importante futbolista de Colombia, hoy en el planeta fútbol hizo parte de la eliminación del Mundial de Catar y en estas primeras cuatro jornadas del premundial ha fallado. El jueves pasado erró solo y de frente un balón limpiecito que tiró por encima del arco de Uruguay. Era 3-1 para Colombia, en Barranquilla, y al final fue apenas 2-2.
Y anoche, después de una descomunal jugada, metió la pata hasta el cuello. A los 15 minutos del segundo tiempo construyó un jugadón enorme: aguantó el balón contra uno, luego contra dos, luego contra tres... ¡Lo pisó y lo defendió! ¡Lucho lo luchó! Y, entre gambetas deslizó un pase exquisito a Arias, al que empujaron en las 18. ¡Fenomenal, Díaz!
Pero lo que hizo con la mano lo borró con el codo. La paradoja del crac.
Después de su fantástica acción, pateó el penalti manso, como si fuera editor de Deportes, y lo atajó fácil el portero Ramírez: era una masita, un dulce en la boca de un niño.
En el fútbol se habla con mayor recurrencia del drama del portero que en un solo fallo regala el gol que cuesta un partido. Anoche, evidente, fue la desdicha del tirador que tiene la presa fácil en la mira y le sale el tiro por la culata. Era 0-1 y fue apenas 0-0...
El colmo de la pelea de Colombia con el gol reapareció además un par de minutos después cuando Borré, el llamado a meterla, invalidó la bola que puso adentro un zaguero, Carlos Cuesta, por un fuera de lugar enorme.
Ecuador vs. Colombia. Foto:EFE
Otra paradoja decisiva en el juego que, tras los primeros 25 minutos en los que Ecuador tuvo el ímpetu, Colombia fue superior porque tapó el hueco en la derecha con Arias de carrilero y armar zaga de 5 con Yerson Mosquera como tercer central. El equipo agarró la bola y la puso lejos de su arco.
El empate en Quito no está para nada mal, pero pudo haber sido mucho mejor de no haber sido por las paradojas de Díaz y Borré. ¡Ay, Díaz!