"Hagamos Rock al Parque y dependiendo de cómo fluya seguimos o no". Acordaron Héctor Buitrago y Andrea Echeverri en 2014, antes de presentarse en el festival de rock gratuito más grande de Latinoamérica.
Para ese entonces, habían pasado tres años desde que decidieron darle una pausa a su banda Aterciopelados y trabajar por caminos separados en sus proyectos solistas: Héctor con Conector y Andrea con Ruiseñora.
A partir de ese reencuentro, se abrieron las puertas a nuevas oportunidades para la agrupación bogotana. Fue así como firmaron con la compañía Sony Music, hicieron la gira de su álbum recopilatorio Reluciente, rechinante y aterciopelado (2016) y comenzaron un nuevo trabajo discográfico. El primero que incluye material inédito desde Río (2008), que en su momento fue considerado por la revista Rolling Stone el sexto mejor álbum de rock latino de todos los tiempos.
Ahora, con su lanzamiento, Claroscura se convierte en el octavo trabajo musical de la experimentada banda de rock colombiano, ganadora de dos premios Grammy Latino en 2001 y 2007.
“Héctor es ‘claro’: es vegetariano, no fuma, no bebe y es activista ecológico. Y el otro personaje soy yo, que soy ‘oscura’: traigo como mi tormenta, mis crisis, caos y melancolía. Entonces este viene a ser un proyecto con dos personajes que muchas veces son contrarios, pero que ahí en esas grietas empiezan a florecer una cantidad de cosas chéveres”, cuenta Andrea Echeverri, acerca del juego de palabras que propone este disco.
Luego de casi dos años de realización, Aterciopelados presenta un álbum que se grabó en tres ciclos diferentes y contó con la producción del argentino Cachorro López (que ha trabajo con Caifanes, Julieta Venegas y Bersuit Vergarabat) en cinco de las trece canciones que componen el proyecto.
Tratamos de explorar algunas temáticas nuevas y de las que ya hemos tocado, hacerlo de una forma diferente.
Claroscura recoge los elementos que definen la esencia de la banda colombiana. Aquella irreverencia, sensibilidad social y un poco de protesta que se notó en sus primeros años, con canciones como Siervo sin tierra o Caribe atómico, permanece intacta, pero aportando un sonido fresco a su nueva receta musical.
Por ejemplo, la buena energía de Play –sencillo que cantaron junto a la chilena Ana Tijoux– puede fácilmente evocar a Luz azul (2000). Y el sólido mensaje feminista de temas como Piernas o Cuerpo, le recuerda al oyente lo que Echeverri quiere decir cada vez que canta El estuche (1998), una de las canciones más queridas de la banda.
En este álbum, cargado de contrastes, en el que cada miembro se encarga de aportar su propia dosis de luces y sombras, Aterciopelados cuenta historias relacionadas con ecología y amor propio a través de una diversidad de ritmos. Ya sea con la marimba, el acordeón, la guitarra o los destellos electrónicos que brotan en más de una canción.
“Tratamos de explorar algunas temáticas nuevas y de las que ya hemos tocado, hacerlo de una forma diferente. Manejando una propia poesía, que es nuestro estilo, con el humor y todo lo que nos caracteriza,” explica Héctor Buitrago.
Otros desafíos
Por otro lado, durante la gira de
Reluciente, rechinante y aterciopelado, en la que
compartieron tarima junto a artistas como León Larregui, de Zoé; Goyo, de ChocQuicTown, y Catalina García, de Monsieur Periné; entre otros, los anfitriones encontraron entre el público a varias generaciones de seguidores. Desde aquellos que los vieron surgir a principios de los años noventa hasta los iradores más jóvenes que en algunos casos no los habían escuchado en vivo.
Y fue precisamente ese encuentro con una nueva generación, sumado a los cambios que tuvo la industria durante su receso y su regreso al ruedo como grupo, algunos de los retos a los que se enfrentaron al poner a Aterciopelados de nuevo en la escena musical.
Durante los años que dedicaron a sus proyectos personales, cada uno aprendió a hacer lo que el otro hacía: Héctor cantó y Andrea produjo. Fue una época en la que alcanzaron la madurez personal y profesional que solo puede otorgar el tiempo y la experimentación. Por eso, al reencontrarse en el estudio con Claroscura, cada uno aportó lo aprendido.
“En todo el proceso de componer el nuevo álbum está presente también ese desarrollo tanto de Héctor como mío, porque la diferencia del Aterciopelados de antes al de ahora es que lo componen dos artistas ya muy estructurados”, recalca Echeverri, quien junto a su compañero musical se prepara para una serie de presentaciones en Estados Unidos y México.
DAVID PENAGOS
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO