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'Todo el mundo dice sold out, pero a veces llenaste lo suficiente para la foto': lo que TIMØ aprendió de la música
La agrupación se formó en Bogotá hace seis años. Así ha sido pasar de salones de clase a escenarios.
De izquierda a derecha: Alejandro Ochoa, Andrés Vásquez y Felipe Galat Foto: Cortesía
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Un profesor de la Universidad Javeriana les pidió una tarea y de ahí surgió una banda con la promesa de reivindicar el tropipop. Su primera canción fue una nota de voz que se viralizó por WhatsApp. Esta se llama Bebamos, a pesar de que uno de sus compositores no le gusta el licor.
Timo es el nombre de un órgano especializado del sistema inmunitario, pero también es el nombre de esta agrupación de Andrés Vásquez, Alejandro Ochoa y Felipe Galat, todos músicos con título universitario. Este trío, con un nombre curioso se ha adentrado en la industria musical de Colombia, un país que ha demostrado darle la acogida a artistas nacionales, ritmos tropicales y letras sentidas.
Aunque se consolidaron en 2019, tienen dos nominaciones a los Premios Nuestra Tierra y una a los Latin Grammy. Además, tienen 28 millones de escuchas con su canción Conquistar el planeta, en la que colaboraron con Andrés Cepeda. También han hecho gritar a más de 25 millones de fans con Me gustas y a millones más con éxitos como Salvavidas, Modo Melancólico y Espejito, Espejito.
De izquierda a derecha: Felipe Galat, Andrés Vásquez y Alejandro Ochoa. Foto:FERNANDO TOVAR
¿Para formar una banda hay que ser amigos antes?
Alejandro Ochoa: Yo diría que sí. No es obligatorio, pero definitivamente ayuda. Al final, vas a compartir tu vida con esas personas por los próximos cinco o diez años, o hasta que dure el proyecto. Entonces, o te caen bien o eso no va a durar. Así lo vemos nosotros.
En la industria hay muchos músicos que no pasaron por una formación académica formal. ¿Qué herramientas sienten que les dio la universidad?
Andrés Vásquez: Yo siento que sí da herramientas, pero también que no es determinante. Lo digo más en tono de motivar a quienes dicen: “Nunca estudié música, entonces no puedo hacer canciones”. Hay muchísimos músicos empíricos en el mundo que no saben teoría musical, pero igual hacen cosas increíbles. Ahora, nosotros también somos muy ñoños (risas), nos encantan los artistas con formación académica, esos que tienen todo ese “background” técnico. Me acuerdo, por ejemplo, que una de las primeras veces que hablamos de música fue sobre John Mayer, y cómo él modula en sus canciones.
Pero también creemos que, si tienes una guitarra o un computador y quieres hacer canciones, puedes empezar a hacer la vuelta así, sin escuela. Eso sí, en conciertos, haber estudiado sí es un plus. Cada uno ha estudiado su instrumento: yo el bajo, ellos la guitarra, nuestro baterista también viene de escuela. Ensayamos mucho. Entonces, cuando llega el momento del show, eso se nota: los arreglos, la ejecución, todo suena mejor.
De izquierda a derecha: Alejandro Ochoa, Andrés Vásquez y Felipe Galat Foto:FERNANDO TOVAR
¿Cómo fue pasar de volver una canción viral por internet a ver reacciones reales y darse cuenta de que estaban creando algo que valía la pena?
Felipe Galat: Fue muy loco. La verdad, nos tomó por sorpresa. Cuando mandamos esa nota de voz, no esperábamos mucho. Tal vez fantaseábamos, como: “Uy, ¿te imaginas que esto se vuelva un hit?”, pero nada más.
Y luego pasaba que llegábamos a una fiesta con gente que no conocíamos, paraban la música y ponían “Bebamos”. Y nadie sabía de quién era esa canción. Era solo una nota de voz. Ahí fue que nos dimos cuenta de que estaba pasando algo especial, algo que no era cualquier cosa. Y justo por eso decidimos aprovechar la oportunidad. No dejarla pasar. Y de ahí nació el grupo.
¿Cuál creen que ha sido su secreto o su “atajo” para posicionarse rápido en la industria?
Alejandro Ochoa: Seis años suena mucho, pero a veces se sienten como pocos años. Hay gente que dice: “Le doy un año a esto. Si no pasa nada, me retiro”. Y en el segundo año ya están frustrados.
Yo creo que la “magia” está en quedarse lo suficiente como para volverse mejor. Al final, esto es mucha suerte también. Uno lanza mil tiros al aire y alguno pega. Alguno funciona. Pero sí: quedarse, insistir, mejorar. Ese es el único “atajo”.
¿Cómo ha sido relacionarse con otros músicos, impulsar colaboraciones y vender su proyecto musical?
Andrés Vásquez: Primero, uno siempre tiene la ilusión de que la gente que ira lo respete. No te voy a mentir: hemos sido parte de esa gente que sueña con que los artistas “de arriba” —Juanes, Carlos Vives, Andrés Cepeda, Santiago Cruz— le paren bolas a uno.
Pero lo mejor que puedes hacer es no concentrarte en eso. Por ejemplo, Andrés se montó a la colaboración a diez días de mandar el álbum a Universal. ¡A diez días! Antes de eso habíamos conocido a Jorge (el cantante de Bacilos) e hicimos una colaboración con ellos. Todo fue muy natural: él quiso meterse al estudio con nosotros, hablamos de nuestras vidas… y de ahí salió una canción.
Un consejo: no pierdan tiempo obsesionados con lo que piensen los artistas grandes. Concéntrense en ser la mejor versión de ustedes, como artistas. Si tienes tres fans o 300 mil, dales lo mejor. Porque ellos son los responsables de que estés donde estés. Y si haces las cosas bien, la gente —los fans, los artistas, los promotores— eventualmente lo va a notar. Es un juego de paciencia y constancia.
De izquierda a derecha: Alejandro Ochoa, Felipe Galat, Andrés Vásquez Foto:FERNANDO TOVAR
Siento que están en un punto intermedio: a las puertas de un gran reconocimiento, pero aún pueden salir tranquilos a un centro comercial. ¿Qué es lo que más les da temor de todo esto? ¿Perder la intimidad?
Felipe Galat: Por suerte, hoy tenemos una vida normal. Podemos ir a cualquier parte. Pero sí, debe ser muy duro no poder hacerlo. ¿Nos gustaría? No sé. Tal vez no. Pero también, si algún día no puedes caminar tranquilo por la calle, quiere decir que lograste algo grande. Entonces está ese dilema: ojalá pase… pero ojalá no (risas).
Sé que alguna vez intentaron hacer algo con Greeicy, pero no se concretó. Eso puede doler. ¿Qué desilusiones les ha traído la carrera que, más que frustración, se transformaron en aliento?
Alejandro Ochoa: Yo creo que lo que más me baja la moral es cuando un concierto no se vende bien. Es algo de lo que no se habla. Todo el mundo dice “sold out”, pero la verdad es que muchas llenaste lo suficiente para la foto o el fotógrafo hace su magia… pero tú sabes que no estuvo lleno. Y salir a tocar así es difícil. Aunque la gente está ahí, tú solo piensas: “Esto fue un fracaso”. Pero luego ves los videos, y dices: “Wow, igual logré esto. Estoy en otro país. Alguien pagó por verme”. Todos los artistas han tenido un mal concierto. La clave está en aprender, cambiar algo y seguir.
Los vi en el festival La Solar el año pasado. Esos escenarios son retadores… ¿cómo miden el momento de su carrera para saltar a escenarios cada vez más grandes?
Andrés Vásquez: Siento que eso va evolucionando. Al final, somos nosotros los que estamos en el escenario. Somos los que vemos al público.
Y a veces hay que confiar en el equipo. Nos ha pasado varias veces: en el Jorge Eliécer, en el Chamorro, en el Metropólitan de Ciudad de México… al principio decíamos: “No, no estamos listos”. Pero nuestro equipo nos pedía que confiáramos en nosotros. Normalmente son ellos los que nos empujan, aunque tengas 50 fans o 4.000, hay que salir y darla toda.
Nosotros llevamos cinco años como banda, pero dos o tres fueron en pandemia. Es decir, conciertos hemos hecho en serio desde hace unos tres años. Ha sido solo en el último año que nos hemos enfrentado a esos escenarios grandes, llenos o vacíos. Y todo eso te forma. No puedes forjarte como artista si no cantas para 100 personas en un lugar para 4.000. Es parte del proceso.
Ahora vienen con lanzamientos nuevos y las tendencias que estaban fuertes en los años 2000 están volviendo con fuerza. ¿Qué elementos de esa época marcaron su infancia y quisieron traer a este nuevo disco?
Felipe Galat: En el 2005 yo tenía cinco años (risas). Pero hay algo en esa música… no sé, como que crecimos con ella y se siente muy personal. Escuchamos a La Mosca, Juanes, Shakira, Bacilos… y nos transporta a esa época. Es música que llevamos en la sangre. Nos trae buenos recuerdos, nos inspira. Y por eso decidimos hacer música así para este álbum: porque es lo que se sentía más sincero.
María Jimena Delgado Díaz
Periodista de Cultura
IG @mariajimena_delgadod
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