En Zacatecas, durante el I Congreso Internacional de la Lengua Española, 1973, Gabriel García Márquez, invitado especial, pronunció un discurso que puso al mundo entero a discutir. Una de las frases más criticadas de su charla fue «Jubilemos la ortografía». La Academia viene realizando jubilaciones desde antes del encuentro de Zacatecas, pero chuzógrafos, escribientes y escribidores vuelven a lo antiguo, y la realidad jubilada toma de nuevo su puesto y se instala ahí por los siglos de los siglos.
Tildes
En 1952 se jubilaron las tildes de fé, fué, vió, dió, por ser monosílabos. Desde entonces (hace 72 años) se debe escribir fe, fue, vio, dio. También se jubiló la tilde de huí, huír, constituído, construída, diluídos, destruídas, porque el grupo «ui» se cuenta como diptongo ortográfico, aunque fonéticamente no lo sea. Esta norma deroga la antigua, que rezaba: “marque la tilde en la i para disolver el diptongo”. Hay profesores que todavía la rezan así. Y hay notarios que todavía ponen el sello “El Notario dió fé…”. La Ortografía de la lengua española, 2010, jubiló la tilde de otros monosílabos, como guión, truhán, guió, rió, que ahora se deben escribir guion, truhan, guio, rio. Los dos últimos son pasados en tercera persona, “Ayer guio a los chicos y se rio de ellos”. Sí llevan tilde río y guío, presentes en primera persona, “Yo me río siempre que los guío por el río Cauca”.
Diacríticas
Las únicas tildes de monosílabos que no han sido jubiladas son las diacríticas: sé, verbo, para distinguirlo de se, pronombre, “sé que se fue”; dé, verbo, para distinguirlo de de, preposición, “dé su opinión de manera cortés”; tú, pronombre, para distinguirlo de tu, adjetivo, “tú vas a tu ritmo”; él, pronombre, para distinguirlo de el, artículo, “él trajo el periódico”; mi, pronombre, para distinguirlo de mi, adjetivo, “fue por mí que mi amigo triunfó”; sí, afirmación, y sí, pronombre, para distinguirlos de si, condicional, “sí lo hace por sí mismo, si nadie se involucra”; té, sustantivo, para distinguirlo de te, pronombre, “me gusta el té que te regalaron”; qué, interrogativo, para distinguirlo de que, relativo, “¿qué quieres que te dé?; quién, interrogativo, para distinguirlo de quien, relativo, “ya se sabe quién fue quien quedó”; cuál interrogativo, para distinguirlo de cual, relativo, “ya no sé cuál quedó tal cual”.
Haches
También se han ido jubilando algunas haches. Ya nadie escribe harpa, harmonía, harmonio, sino arpa, armonía, armonio. Y palabras como bahareque y alhelí, con h, tienen como opción respectiva, bareque y alelí, sin h. Pero mientras la Academia trabaja en la jubilación y prejubilación de algunas haches, hay escribientes que agregan haches, que sienten como prestigiosas e importantes. Recuerden a Cortázar. No escriben en español Nazaret, Natalia, Rut, Ester, Marta, maratón, sino que les agregan las haches propias del inglés, Nazareth, Nathalia, Ruth, Esther, Martha, marathon. No seguimos el buen ejemplo del idioma italiano que prescindió prácticamente de todas las haches. Nuestros Hugo, Humberto, hombre, se escriben en el idioma de Dante Ugo, Umberto, uomo.
Vocales dobles
Hay vocales dobles jubiladas hace rato, como las de bocaarriba, bocaabajo, cantaautor, cincuentaavo, sesentaavo, setentaavo, pero que hablantes incluso cultos siguen pronunciando así, y no en su correcta forma simplificada, bocarriba, bocabajo, cantautor, cincuentavo, sesentavo, setentavo.
FERNANDO ÁVILA
Experto en lingüística