Si dedicarse al
jazz desde Bogotá ya es un reto que los
músicos tenemos que sortear para lograr continuidad y disponibilidad de intérpretes calificados, imagínense lo que es dedicarse a esta especialidad desde otras ciudades del país.
Sin embargo, hay varios ejemplos de músicos que construyen sus carreras desde Medellín, Cali y otras ciudades con mucho esmero.
Juan Pablo Cediel es un pianista y compositor que enseña en la Escuela de Música de la UIS, en Bucaramanga, desde el 2015. Estudió teoría y composición en la Facultad de Música de la Unab con Blas Emilio Atehortúa y Pedro Sarmiento; después viajó a Barcelona a profundizar su jazz en el Taller de Musics durante tres años.
Con ese entrenamiento se ha dedicado a componer, a grabar y a tocar sus obras en distintos escenarios. El Banco de la República le organizó una gira por cuatro ciudades en el 2019 presentando su primer disco, titulado 'Ambivalencias' y publicado por el sello Masai. Con ese mismo programa se presentó en el Festival Internacional de Piano de Bucaramanga. En Barcelona tocó con grupos de estudiantes latinoamericanos ante la dificultad que enfrentamos los sudacas para integrarnos con los músicos locales.
También participó en varios conciertos por Europa con el ensamble La Guachafita, que les añadía un toque moderno a los clásicos del folclor colombovenezolano.
Su nuevo disco se titula El encuentro y se ‘encuentra’ en Bandcamp y YouTube, próximamente estará en Spotify para que pasen a escuchar un trabajo serio que habla bien de la nueva generación de compositores e intérpretes colombianos.
El grupo lo integran Juan David Mojica en los saxos, César Castro en el tiple, Jacobo Álvarez en la batería, David González en el bajo y Cediel en el piano y la composición.
Incluye canciones ingeniosas como el Porro de la montaña, donde percibimos el vigor de ese ritmo sabanero integrado a segmentos de improvisación y armonías modernas.
En la canción de ritmo ternario titulada Guanentino, el quinteto de Cediel logra un sonido orquestal con melodías articuladas sobre un gran acompañamiento. Esta canción me recuerda el acertado experimento brasileño del Choro, que consiste en integrar lo europeo con los ritmos afrobrasileños.
Con este disco se confirma el avance de la música instrumental en Colombia, no solo en Bogotá.