¿Hay un nuevo cartel? ¿Qué hacen Iván Duque y Gustavo Petro en una pared?

Hace un par de años, en la 30 y en la avenida circunvalar, empecé a ver unos carteles gigantes que mezclaban personajes de todo tipo, desde Lionel Messi y Cristiano Ronaldo hasta Iván Duque, Taylor Swift, Gustavo Petro, Trump, Xi Jinping, Elon Musk y los mafiosos del clan del Golfo. El autor –como supe de su propia boca– resultó ser un buen amigo que, en secreto, lleva unos años encerrado con un montón de papeles y carboncillos y un día decidió pegar sus dibujos en una pared. No sabe si es artista o grafitero; solo mencionar la palabra ‘crimen’ lo aterra y, en su obsesión de hacer siempre lo correcto, contrata a los pegoteros de la ciudad para que pongan sus carteles en los espacios donde están ‘permitidos’ y aparentemente no se está violando ninguna norma.

Sus carteles son inmensos periódicos murales (pueden medir hasta 3 o metros de largo y 2 de alto). Tienen apuntes editoriales, pero sobre todo son retratos extraordinarios de los personajes del momento y las polémicas o los líos en los que están envueltos y su exposición en las redes sociales. Insiste en permanecer anónimo, pero decidió ‘debutar’ en ArtBo fin de semana y que el día de la inauguración sus carteles estuvieran enfrente del Gimnasio Moderno; su obra me despertó cierta hambre por los grandes artistas del medio y me hizo hacer un repaso por los grandes cartelistas de todos los tiempos como Emory Douglas y sus impactantes posters de los Panteras negras, Toulouse Lautrec y su deliciosa propaganda del Moulin Rouge o los carteles de Barack Obama de Obey.

¿Por qué quiere permanecer anónimo?

Muy fácil: porque lo importante en esto no es el quién sino el qué: el mensaje de las obras, con lo que está plasmado en los dibujos, que es más lo importante. El anonimato también da un aire de misterio. Lo otro distrae.

¿Quiénes son sus artistas callejeros de cabecera?

De Colombia: Beatriz González y Oscar Murillo. Del mundo: Cy Twombly y Basquiat. Al final muchos artistas hacen arte “callejero”, o utilizan técnicas o temáticas del graffiti, aunque lo muestren en galerías o museos y no en las calles. Pero la calle es el gran museo de todos.

¿Qué cuentan sus carteles?

Son reflexiones o huellas del momento que estamos viviendo como sociedad, como humanidad: las redes sociales y la tecnología, la inteligencia artificial, la cultura pop, el marketing, las problemáticas globales, la crisis planetaria y el cambio climático, la desigualdad, la política y polarización, la posverdad. Al final todo está conectado y moldea lo que somos, el hoy. Nadie se escapa.

¿Cuál fue el primero?

Los primeros de esta serie surgieron durante las marchas que algunos llaman “estallido social” en el 2021, que fue un momento de gran reflexión sobre esos temas macro: cómo las redes sociales nos manipulan y nos llevan a los problemas que estamos viviendo, entre ellos la polarización. Que se traduce en no saber convivir, en no saber dialogar, en no saber escuchar. Para eso somos malos los colombianos.

¿Qué lo empujó a pegar un cartel en la calle?

Darles vida, sacarlos de un archivo. Que existieran. La idea de este proceso es poder generar un diálogo y una reflexión, y qué mejor que en el lugar de todos: la calle. El único objetivo es ver y estudiar las reacciones de los transeúntes.

¿A quién pueden molestarle sus carteles?

A cualquiera. Pueden, ojalá, tocar fibras sensibles. Son temas repetitivos, muchas veces políticos, hiper actuales, donde la temática está totalmente viva. Es la actualidad pura. Habrá que esperar unos años para ver cómo “envejecen” y se decanta ese hervir de actualidad. Al final serán como “periódicos de ayer”.

¿A quién le pueden gustar?

A cualquiera. A los curiosos, a quien le guste el arte o la reflexión. La cultura es para eso: para ponernos a pensar y reflexionar. Estos dibujos pretenden tener ese efecto: cada cual ve lo que quiere ver, los ve bajo su propio lente, bajo sus propias subjetividades. Son como la caja de resonancia de las redes sociales, que pueden reforzar lo que uno piensa, así se hayan podido crear con un sentido distinto.

¿Son obras de arte o arte de protesta?

Ninguna de las dos. Son dibujos que buscan un camino para mostrarse a través de la calle. Son reflexiones llevadas al papel, en forma de dibujo. No pretenden llamarse obras de arte, ni mucho menos arte de protesta.

¿Cómo ha sido el proceso de producción?

Primero, mucho estudio, mucha lectura. Y luego plasmarlo en el papel a través de distintas técnicas, especialmente carbón. A veces óleo, a veces pintura de carro. Pero la base de todo es lectura, estudio y muchas redes sociales. Es también una reflexión de ese exceso de información y desorden virtual que llega a nuestros ojos y mentes. Hago una especie de filtro sobre los temas que me interesan en el mar de la información virtual.

¿Por qué tiene carteles en inglés y otros en español?

Porque el problema actual no se puede localizar al país únicamente, sería muy ciego pensar que vivimos solamente entre estas cordilleras, llanuras y selvas llamadas Colombia.  Del barrio a la patria chica, a la patria grande y al mundo. El mundo hoy es uno solo y las redes sociales son el lenguaje mundial, que forjan el presente y el futuro. Son al mismo tiempo el gran avance y el gran problema de la humanidad. La frase de que para ser universal se debe ser tremendamente local ha evolucionado a que ya no queda casi nada local, entonces nada más local que lo global. No podemos escapar a lo global en esta era.

¿Cuáles han sido sus fuentes de información para cada cartel?

Lectura y muchas redes sociales. Todas las imágenes y textos vienen de redes sociales, los medios de la gente. Me gusta más la definición en inglés de social media. Más que redes sociales son medios de la gente, donde cada uno se vuelve un medio de comunicación y de información, o de desinformación. Quizás más esto último. Las fuentes son especialmente Tik Tok, Instagram y X. Hoy toda la subjetividad del mundo está al alcance de un click.

¿Por qué es importante el graffiti, los murales y el cartelismo?

El arte urbano es un vehículo para comunicar ideas, o simplemente reflexiones, en esos muros que son de todos. Es de amores y odios, pero es innegable cómo pueden influenciar a la sociedad. Entonces es llevar a estos muros esas reflexiones de los medios sociales.

¿Ha vuelto a la escena del “crimen”?, ¿cuántas veces se ha parado al frente de sus carteles?

Con carácter de investigación, varias, hasta que los vandalizaron. La idea de esta serie es precisamente ver la reacción de la gente frente a lo que proponen esos dibujos. La gente se detiene y los mira, para en la bicicleta o en la patineta, en el paradero, desde los carros, toman fotos. Inclusive hubo un “robo” de un par de dibujos completos, que alguien se los llevó. Ojalá le luzcan donde los ponga. Pero hubo uno negativo que sobresale: alguien vandalizó los dibujos y los arrancó todos. ¿Qué le molestó tanto para llegar a eso? ¿Fue el hecho de alterar el espacio público o fue por el contenido? Al final esa es la intención: generar emociones, reflexiones y pensamientos. Hasta generar ese asco que impulsa a tomarse el tiempo de arrancarlos, que seguro les tomó un buen rato. Era lógico que alguien se iba a molestar.

¿Cómo se definiría como artista?

De ninguna manera. Lo mío es más cómo llevar mis actividades personales e intereses al dibujo, no a ser artista. Soy un testigo del momento que quiere plasmar unas reflexiones contemporáneas en unos dibujos actuales, que algún día serán vintage.