Recientemente, se dio conocer una historia que ha asombrado a más de una persona, pues un hombre mientras paseaba encontró una botella con un mensaje y al leerlo se dio cuenta de que llevaba ahí más de 30 años.
El descubrimiento tuvo lugar cuando el guía local de aves acuáticas Adam Travis encontró una botella verde cerca de la vegetación en un pantano en la bahía Shinnecock, en Nueva York. Al abrir la botella, Travis se encontró con una carta enrollada en perfectas condiciones, lo que inició una intrigante búsqueda de su origen, según 'CNN'.
Para descubrir su origen, Travis publicó fotos de la carta en su Facebook para ver si alguien sabía la historia detrás de ella.
"Querido buscador: Como parte de un proyecto de Ciencias de la Tierra de noveno curso, esta botella fue arrojada al océano Atlántico cerca de Long Island. Por favor, completa la información y devuélvenos la botella. Merci, Gracias, Danke, Thank You, Shawn y Ben", escribieron en la carta, emitida desde el instituto Mattituck, de Long Island, en octubre de 1992.
La publicación de Travis en Facebook desató una ola de asombro y iración en la comunidad Mattituck High School Alumni, especialmente hacia el maestro que asignó el proyecto, Richard E. Brooks.
Lo que sucedió es que la carta le recordó a muchos la dedicación y pasión del Sr. Brooks, quien enseñó ciencias de la Tierra en la escuela durante aproximadamente 40 años antes de su fallecimiento el año pasado debido a la enfermedad de Alzheimer.
Según 'CNN', el hijo del señor Brooks lloró y estaba muy emocionado cuando vio la publicación sobre su padre. "El proyecto del mensaje en una botella fue uno de sus favoritos y más antiguos a lo largo de los años", le contó Brooks al medio ya mencionado.
Además, agregó que anteriormente ha escuchado a personas “en las Azores, Irlanda y otros lugares lejanos” decir que encontraron las botellas que hicieron los alumnos de su padre.
Este descubrimiento para la familia de Brooks llegó en un momento de pérdida, pero fue un impulso necesario de energía positiva y recuerdos emotivos. “Mi padre nunca fue alguien que buscara reconocimiento, y es muy apropiado que ahora lo esté obteniendo”, concluyó.
DANIELA LARRARTE ASAAD
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO
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