Dos tormentas sacuden el mundo del vino en Chile y Argentina por un par de iniciativas que aparentemente no tienen nada que ver, pero que en realidad están muy unidas en su objetivo final: aumentar el consumo.
En Argentina, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) anunció que piensa modificar su marco normativo para que las bodegas que así lo deseen puedan producir vinos ‘cero alcohol’.
Cuando uno ve café descafeinado, coca zero o cerveza cero alcohol nos preguntamos por qué en Argentina no podemos tener un vino sin alcohol.
Viñateros de la talla de José Galante, de la bodega Salentein, han manifestado su desacuerdo, pues “el vino sin alcohol pierde su esencia”. Y otras voces alertan que abrir una puerta como esta puede terminar convirtiendo a la bebida nacional de Argentina en cualquier cosa, afectando tanto su identidad en términos culturales como su imagen.
Pero según el presidente del INV, Martín Hinojosa, no se trata de cambiarle la identidad al vino, sino de abrirle nuevas fronteras. “Cuando uno ve café descafeinado, coca zero o cerveza cero alcohol nos preguntamos por qué en Argentina no podemos tener un vino sin alcohol”, dijo a medios locales. Añadiendo que lo que se busca es atraer al vino a público que no consume bebidas alcohólicas, abrir mercados en países donde el alcohol está prohibido, que mujeres embarazadas o personas con restricciones médicas puedan tomar vino y, en últimas, entrar en consonancia con unas nuevas generaciones que, altamente preocupadas por su bienestar, buscan bebidas con baja o ninguna graduación alcohólica, según varios estudios. Para él es sumar, no restar.
Y en Chile...
Mientras tanto, al otro lado de la cordillera de los Andes, una campaña de Wines of Chile en la que participan varias de las mayores viñas de ese país ha hecho que muchos enólogos, enófilos y periodistas se rasguen las vestiduras. Se trata de la promoción en Chile del muy español ‘tinto de verano’, una mezcla de vino tinto, una gaseosa con sabor a limón (en este caso Sprite Zero, parte de la campaña) y unas rodajas de limón o naranja en una copa con hielo.
La intención, explica Wines of Chile, es “instalar a esta refrescante bebida como la tendencia del verano, y acercar el vino al segmento joven de forma fresca y entretenida”.
si bien todos queremos que suba el consumo per cápita, eso no puede ser de cualquier forma. Lo que hay es que educar a las nuevas generaciones en la cultura del vino, que en Chile es sumamente rica.
Para los más puristas, esto es un ‘crimen’ con el vino y con un país que busca posicionarse como un productor de vinos de calidad, ‘no de vinos para hacer cocteles’, y donde hay una buena oferta de vinos para beber frescos en verano: desde rosados, blancos y espumantes (cada vez mejores) hasta tintos de cuerpo liviano como el cinsault.
Lo que más levanta ampolla es la Sprite Zero. Un producto con saborizantes y endulzantes artificiales que no ‘marida’ con un producto natural como el vino, que es beneficioso para la salud si se consume con moderación. Y segundo, resume la periodista Mariana Martínez, “porque si bien todos queremos que suba el consumo per cápita, eso no puede ser de cualquier forma. Lo que hay es que educar a las nuevas generaciones en la cultura del vino, que en Chile es sumamente rica y diversa”.
Interesante. Y me mojo. Soy en esencia purista. Creo que el vino ofrece suficiente diversidad como para hacernos la vida grata en cualquier momento y situación. Pero dicho esto, si alguien me ofrece un vino sin alcohol o un tinto de verano al borde de una piscina o de una parrilla en un día de sol, no lo rechazaré. Lo disfrutaré. Eso sí, pasados a manteles seguro que me iré por unos buenos vinos que acompañen bien el menú. Resumiendo: son ocasiones de consumo y cada cosa tiene su momento y su público. Y para gustos, como se dice en Colombia, los colores. ¡Salud!
Víctor Manuel Vargas Silva
Editor de la Edición Domingo de EL TIEMPO
En instagram y twitter: @vicvar2