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'Las mujeres trans podemos ser mamás, amar y cuidar a otra persona': Daniela Maldonado
Como trabajadora sexual, creó la Red Comunitaria Trans y es líder social. Esto dijo en El cine y yo.
Arrinconada por la pobreza, el matoneo y la discriminación, Daniela Maldonado tuvo que abandonar su hogar en Ibagué y acabó en las calles del barrio Santa Fe, en la zona de tolerancia del centro de Bogotá.
No solo dejó atrás su familia, sino también la identidad masculina con la cual nació y que fue una escafandra que la asfixió durante 16 años, hasta que volvió a nacer como mujer trans, en el parto doloroso del trabajo sexual.
Dos décadas después, lidera al grupo de trabajadoras sexuales trans, ha tejido una intrincada red de apoyo y dentro de dos semanas recorrerá esas calles, armada de un megáfono, arengando una manifestación hasta la plaza de Bolívar.
“Es la octava versión de la marcha trans –proclama Maldonado en la Sala Capital de la Cinemateca de Bogotá– y lo decimos con mucho orgullo, porque a través de este trabajo comunitario y otras experiencias también hemos podido construir una versión cinematográfica sobre nuestras vidas. Esta vez hemos pasado de ser contadas a ser nosotras las directoras, las que construimos nuestras historias”.
Se refiere a películas que ella ha producido, como ‘La primavera trans’ y ‘Cada vez que muero’, que fueron registradas en su charla‘El cine y yo’, dedicada a su vida y su labor, en el marco del Ciclo Rosa. Con presencia de otras integrantes de su comunidad en el público, Maldonado recordó duros momentos de su vida, mientras sus compañeras la vitoreaban: “¡Este 7 de julio, yo marcho trans!”.
Cuando yo era pequeña, mi mamá no estaba todo el tiempo con nosotros, porque trabajaba como empleada del servicio. Quien me criaba era la televisión. Yo estudiaba en las mañanas y en las tardes tenía tiempo libre, me inspiraban las telenovelas. Mi familia estaba compuesta por mi mamá, mi padrastro y dos hermanos, vivíamos en Ibagué y éramos una familia muy humilde, no teníamos televisor en casa, entonces tenía que ir donde las amigas para poder ver la tele.
¿Y su vida de colegio?
Yo en el colegio sufría mucho ‘bullying’. Se llamaba Jorge Eliécer Gaitán y era un colegio público, de violencia, de acoso, de no entender mi proceso... Todo el tiempo estaba recibiendo acoso y matoneo. Por eso, tenía una fascinación por las villanas de las películas, porque sentía que siempre hacían justicia, no se dejaban, arreglaban todos los problemas tirando gente por las escaleras... Para todo el mundo, las villanas eran las malas, lo negativo, lo peyorativo, lo ‘paila’... Para mí, eran la oportunidad de encontrarme con esa mujer que yo quería ser: fuerte, que no se deja de nadie, no pone la otra mejilla. Eso me parecía una bomba atómica.
¿Ahí comenzó su transición?
Nunca me sentí cómoda usando uniformes de niño, usando el nombre de un hombre. Las mujeres trans vivimos una masculinización forzada. Las familias, en medio del desconocimiento sobre las identidades trans, te hacen vivir una vida que no es la tuya. Te ponen un nombre que no es el que quisieras (no te voy a decir qué nombre tenía porque ya es un nombre muerto) y hoy Daniela Maldonado es feliz llamándose así. A veces, las infancias trans son muy infelices por no contar con el apoyo de los padres.
La norma dice que solo los adultos tienen criterio para cambiar su género...
Es una mentira, nosotras desde muy pequeñas podemos dimensionar qué queremos en la vida: cómo queremos ser nombradas, cómo vestirnos, cómo expresarnos. Falta más información en las familias para que puedan acompañar a sus hijos en esos procesos.
¿Cuándo se mudó de Ibagué a Bogotá?
Desde muy pequeña yo me fui de la casa, he vivido mucho tiempo sola, independiente. Por no encontrar un espacio seguro para poder transitar como una mujer trans, terminé yendo a las calles del barrio Santa Fe. Tenía 16 años y no contaba con redes de afecto o de apoyo, construí mi autonomía a través del trabajo sexual. Para mí, ese trabajo es muy importante porque me permitió alimentarme, vivir bien y tener lo que la pobreza me había negado.
Es una forma cruel de ganarse la vida…
Sí, pero en el trabajo sexual también pude tejer redes, lazos con otras compañeras. Conocer el espacio del activismo, de liderar procesos sociales. Se volvió un escenario político, académico, artístico, cultural. No fue color de rosa, pero tampoco es lo que la gente dice (...) quiero reivindicar lo que es ser puta. El oficio más antiguo, pero también el más discriminado.
Daniela Maldonado estuvo acompañada por otras integrantes de la Red Comunitaria Trans. Foto:Juan David Cuevas. EL TIEMPO
¿Cómo lograron crear la Red Comunitaria Trans en 2012?
Ese proceso fue hecho con mis compañeras (...) Un día, cansadas de esa violencia que todo el tiempo está en nuestras vidas, decidimos construir un espacio seguro para las putas travesti. Siempre hacíamos denuncias y nunca eran escuchadas. Ni con la mal llamada ‘limpieza social’, que finalmente era un exterminio de la gente pobre. Después del asesinato de una compañera trabajadora sexual, lideresa del barrio Santa Fe, decidimos crear la Red Comunitaria Trans. Es un espacio pensado para mujeres trans trabajadoras sexuales, que a través del arte y la cultura podían hacer denuncias y visibilizar esas situaciones de violencia.
¿Cuántas mujeres trans han muerto?
El año pasado en Colombia fueron asesinadas 145 compañeras y eso habla de lo absurdo que es esa política de exterminio contra las personas trans. Habla del abandono institucional, no hay leyes que reconozcan o amparen a estas personas. Es necesaria una ley integral que reconozca los derechos económicos, sociales y culturales de las personas trans.
Comenzando por el derecho a la vida...
En el barrio Santa Fe, en el segundo mandato de Uribe, hacían apagones de luz y había ráfagas de fusil, pasaban camionetas grandes disparando y cuando volvían a prender las luces había compañeras asesinadas. Cuando había un apagón en el barrio, tenías que correr porque seguramente, cuando pasaba el carro, no ibas a poder vivir para contarlo. Caían s de drogas, trabajadoras sexuales, carreteros: toda la gente de las dinámicas de la calle.
No solo muerte, sino también violencia sexual.
Yo he sido víctima de violencia sexual desde los 4 años. Y muchas otras compañeras han atravesado por eso. La violencia sexual te daña la vida por completo.
Daniela Maldonado produjo el documental 'La primavera trans' y el cortometraje 'Cada vez que muero'. Foto:Juan David Cuevas. EL TIEMPO
Cine, libros y música
Daniela Maldonado no solo ha producido documentales y cintas de ficción, siempre alrededor de su comunidad: también fue la autora del libro ‘Encorazonadas’, en el 2020; es cantante de una banda de punk y participó en el proyecto de danza folclórica ‘Las faldas de Colombia’.
Además, en 2015 decidió hacer un calendario con fotos artísticas de mujeres trans vestidas (o desvestidas) como referentes de la política, de la historia o del mundo del entretenimiento. ‘Mujer Fatal’, como se llamó el calendario, ofrecía imágenes alternativas de Margaret Thatcher, Lady Di, Mata Hari o Policarpa Salavarrieta.
“Forma parte de los procesos en los cuales queremos subvertir todo –explica Maldonado–. Construir sobre los renglones escritos. Creamos un calendario en donde las mujeres trans reinterpretábamos a mujeres poderosas de la historia y otras que han sido borradas por la historia. Nos preguntamos: ¿qué pasaría si esas mujeres fueran travestis? Se convirtió en una forma de reescribir la historia”.
¿Siente que ha sido discriminada también por la comunidad LGBTI?
Claro que sí. En muchos espacios hay una visión ‘gay-centrista’. Y además, muy blanqueada. Muchas veces en lo ‘queer’ hablan de películas de gente blanca, gay. Gente que ha tenido oportunidad de hacer cine, audiovisual, con privilegios, que han estado por encima de nosotras porque no hemos tenido las mismas oportunidades. Son esas voces las que suenan y las de nosotras terminan siendo invisibilizadas.
Usted protagonizó un documental llamado ‘Familia’, que muestra un hecho histórico, ¿cuál fue?
Yo tengo una hija que se llama Luchi Castellanos Maldonado y es la primera hija de una pareja trans registrada en Colombia. Es todo un orgullo –en medio de un país que todo el tiempo te niega la posibilidad de existir– poder decir que vas a construir una familia y retar a un sistema donde ser trans es una sentencia de muerte. Es una cosa que revuelca todo el sistema cisgénero porque la gente piensa que las personas trans no nos podemos reproducir. Esa ecuación de travesti + bebé resulta ser muy difícil. Junto con mi pareja (un hombre trans) decidimos asumir ese reto. El documental también es importante porque hay compañeras que están ahí y luego fueron asesinadas.
Es una cosa que revuelca todo el sistema cisgénero porque la gente piensa que las personas trans no nos podemos reproducir
¿Qué opina de la representación de las personas trans en el cine?
El cine tiene una deuda histórica con nosotras. El cine también ha estigmatizado y criminalizado a las personas trans. Ha construido una caricatura, un personaje de las personas trans. En el cine ves un loco, un asesino que se pone una peluca y mata a todo el mundo. Y eso es lo que la gente piensa que somos las personas trans. Y resulta que también podemos ser mamás, amar y cuidar a otra persona.
¿Por eso decidieron hacer sus propias películas?
¿Cómo se reparan cientos de años de discriminación, de criminalización? Nosotras mostramos otras historias y mostramos otras formas de hacer audiovisual (...) En Colombia no hay financiación para el cine comunitario, para el cine participativo. Y esas exclusiones pasan también por algo que está muy mediado por la clase social: quién sí puede hacer arte y quién no. Quién no tiene las herramientas para construirlo (...) Si el cine ‘queer’ no lo hace un hombre blanco, europeo, entonces no vale la pena. No tiene el mismo sentido ni el mismo significado.
Nosotras, en el 2017, nos reunimos con otros compañeros, gente desocupada que se niega a que su juventud muera, son jóvenes en decadencia: ‘cuchachos’. Todos disfrutamos la televisión colombiana de los 80, que tenía una riqueza insuperable. Aprovechamos eso, los comerciales de televisión, lo más barato, guarro, ñero que puedas encontrar en YouTube, y construimos un ‘performance’. Es un ruido, basura callejera horrible que no tiene sentido, pero que nosotros disfrutamos mucho. Habla de la televisión chatarra, de lo más decadente y deplorable.
¿El nombre es un tributo?
¡A Radamel Falcao García! Nos burlamos de muchas formas y estéticas desde lo punk, lo charro, el merengue, lo satánico, el reguetón: es una parodia de la parodia. De hecho, les aconsejo no escucharlo: Cantamos en despedidas de soltero, paseos de olla, bautizos, tal vez divorcios…
¿Cómo imagina su futuro?
Me imagino seguir creciendo. Me gustaría estudiar Dirección de cine.