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La obra de arte que habla de los jóvenes que perdieron los ojos en el estallido social
La artista argentina Gabriela Golder presenta una potente exposición en la sala Fragmentos.
Las víctimas son las principales protagonistas de la obra de Gabriela Golder. Foto: cortesía espacio Fragmentos
'Arrancar los ojos', la exposición de la artista argentina Gabriela Golder en el Espacio Fragmentos, de Doris Salcedo, revive uno de los episodios más lamentables de las marchas del “estallido social” en Colombia entre el 2019 y el 2021. Las marchas se salieron de control; hubo destrozos, batallas campales, muertos, heridos y -como un ‘daño colateral’- jóvenes que perdieron sus ojos -como el actual viceministro de la Juventud, Gareth Steven Sella- en los choques con la Policía.
Golder se había interesado por el tema por lo que estaba ocurriendo casi al mismo tiempo en el estallido chileno; cada tanto aparecían en los medios de comunicación historias de universitarios que, en el fragor de las marchas, recibían disparos de balines en los ojos por parte de la policía; luego supo que en Colombia estaba pasando lo mismo -jóvenes que quedaban con cuencas vacías en la cara- y creó el proyecto.
La exposición comienza con una obra testimonial. En varias pantallas de televisión -equipadas con audífonos- es posible conocer la historia de diferentes jóvenes que narran el momento en el que perdieron sus ojos. Sus reflexiones son un golpe de una realidad cruda y absurda, una preparación para lo que viene, luego de ese primer momento hay toda una pared en la que están escritas en relieve varias placas de aluminio con frases como Arrancar los ojos, Mutilar los ojos, Suprimir los ojos, Vaciar los ojos… y más tarde desemboca en la sala principal donde está uno de los mejores videos que se han expuesto en Colombia este año. El videoarte comienza con unos cráteres vacíos vistos desde el cielo, la aridez, la profundidad de cada cráter, invocan la cuenca vacía de un ojo, luego -poco a poco- con una banda sonora notable, se da paso a imágenes en blanco y negro de marchas en todo el mundo, Hong Kong, Santiago, Bogotá... Gabriela Golder habló con EL TIEMPO.
Las placas de relieve invocan el lenguaje del braile, en el título de la muestra. Foto:cortesía espacio Fragmentos
¿Cómo llegó al tema?
Llegué al tema a partir de la conmoción que me produjo ver imágenes y leer en diarios sobre el modo en que estaban siendo reprimidos los manifestantes en Chile, cuando el levantamiento que comenzó en octubre 2019. Los carabineros estaban tirando directamente a los ojos. Las fuerzas represivas estaban arrancando los ojos de los manifestantes. Saber de esto, ver estas imágenes me resultó insoportable. Y ante esto, como siempre me pasa cuando algo me conmociona mucho, decidí hacer algo. Ese primer hacer fue investigar. Y ahí descubrí que no se trataba de una metodología represiva local, sino que se trataba de un plan sistemático. Y que lo mismo estaban haciendo en Francia, en Hong Kong, Líbano, etc y lo habían hecho antes en Palestina, desde los años 70. Se trata de una metodología para discapacitar en lugar de matar. Se trata de dejar una huella visible para siempre, se trata de invisibilizar. Visibilizar la huella, invisibilizar la mirada. Primero investigué en Chile, luego en Colombia, donde centré la investigación, y luego en todos los otros países. Y cada vez que hablo, o muestro este proyecto, alguien me dice, “en mi país también pasa esto”. Y lo sumo a la lista. Argentina se sumó a la lista este año.
Tras la investigación, tras todo lo que habló y vivió con las víctimas, ¿qué significa perder un ojo?
No puedo decir con claridad que significa perder un ojo. Escuché mucho a las víctimas, y lo que fundamentalmente se preguntan es “¿por qué?” Perder un ojo es tener una marca para siempre, uno de ellos me dijo que era un dolor que recuerda porque duele. En otros casos me dijeron que perder un ojo les permitía ver más. Ver todo lo que sucede, ver las injusticias, ver más que los que tenemos ambos ojos. Respecto a esto diría que me centré más en la acción contraria, en la del victimario que arranca, mata, cega, mutila, incendia, suprime, quema, vacía… los ojos. ¿Cómo es esto posible? Miran por la mirilla y tiran a los ojos.
¿Cómo definió la estética de los videos en los que cada persona cuenta su historia?
Antes de grabar los videos estaba segura que iba a trabajar en blanco y negro. Quería que los cuerpos emergieran del espacio, necesitaba esa profundidad y contraste. Los cuerpos parecen salir de la pared, están ahí. El contexto lo dan sus relatos y nada del entorno.
¿Cómo llegó al cráter del video principal y cómo obtuvo tantas imágenes de archivo?
Gabriela Golder, artista plástica argentina. Foto:cortesía espacio Fragmentos
A los cráteres llegué por el relato de una amiga que me habló de estos cráteres que se hallan en Buta Ranquil, al norte de la provincia de Neuquén, en Argentina. Vi imágenes, eran como unos ojos en la Tierra, o los ojos de la Tierra. A los dos meses estaba preparando mi viaje para ir a filmar. Era un espacio casi lunar con inmensos agujeros en la tierra. Gran parte de las imágenes las filmé con un dron a 900 metros de altura. Eran los ojos de la tierra pero también, el lugar donde los ojos arrancados podían descansar hasta volver.Imaginando, poéticamente imaginando, que los ojos arrancados van a algún lado para poder esperar el retorno a sus cuerpos. Que esas miradas puedan ser reparadas. Que esos cuerpos puedan ser reparados.
¿Conoció otros proyectos artísticos con este tema?
Sí, Voluspa Jarpa, en su proyecto Sindemia, sobre los estallidos sociales en Chile (2019-2020). No es específico sobre la metodología represiva de tirar a los ojos, pero lo incluye.
Cada una de las historias. Son historias que se cruzan permanentemente, pero a su vez son tan particulares. Hablamos de ese día, hablamos del tiro al ojo, hablamos del sistema de salud, de la justicia. Pero también de la familia, de los hijos, de las parejas, los amigos. Del miedo, del deseo de morir, del deseo de luchar para que nunca más.
¿Qué tipo de reacciones ha encontrado en las personas que han visto la exposición?
Todas han sido reacciones muy sensibles, toda la gente con que pude hablar durante mis días en Fragmentos se conmovió mucho. Muchos me agradecieron estar hablando de este tema, nombrar claramente a víctimas y a victimarios. Dejar hablar, crear espacios de escucha. Algo que me sorprendió mucho es que la gente se quedaba. Normalmente, en muestras de video, la gente no se queda mucho tiempo viendo la obra. En este caso, en la gran sala con la videoinstalación Arrancar los ojos, mucha gente, como nunca me había pasado antes, se queda y la ve completa, y son 36 minutos. Eso me impactó mucho, me conmovió. Lo mismo sucede con Un dolor que recuerda por qué duele. Son aproximadamente 150 minutos de relatos, divididos en 5 monitores, los visitantes se quedan largo tiempo escuchando. Escuchar es el primer paso para que las cosas cambien.
La videoinstalación dura 36 minutos y pasa de una narración poética a imágenes de disturbios en todo el mundo. Foto:cortesía espacio Fragmentos
¿Las víctimas que participan en la obra tienen algún tipo de sanación cuando cuentan su historia?
Esto no te lo podría responder. Solo decirte que fueron inmensamente generosos. Entendieron que yo no estaba esperando que me dijeran esto o lo otro, que podían decir lo que quisieran, que no estaba buscando un highlight. Entonces hablaron, sin tiempo. Y ahora están entusiasmados con que la gente escuche sus historias, cada una de las historias.
¿La policía ha visto la obra?
Me encantaría, pero creo que aún no ha sucedido.
¿Qué tipo de reacciones de empatía o antipatía tuvo mientras desarrollaba el proyecto?, ¿se imaginó a sí misma, una artista que trabaja con los ojos, con la mirada, en una situación igual?
Total empatía. Pero no en relación a perder los ojos, sino en la lucha, en salir a la calle a pesar de todo, al miedo y a la superación del miedo, al deseo irrefrenable de que las cosas cambien, de que haya justicia. A sus deseos jóvenes, a sus ganas de vivir, decir, hacer.
¿Por qué escogió el video como su principal medio de expresión?
El video es mi medio, es mi lugar. Coqueteo con otros medios que me interesan mucho, la palabra, la performance, tímidamente la escultura. Estudié cine, enseguida me ubiqué en el campo experimental y en la imagen en movimiento en el espacio, la videoinstalación.
¿Cómo llegó al braile?, ¿cómo fue la creación de esas piezas?
Me resultó necesario. Quería probar con una pieza que yo no pudiera leer, quería intercambiar el lugar. Sólo se que la primera pieza a izquierda dice Arrancar los ojos, luego no sé. También pensaba en relación a las placas, lo que se extrae, hendir, cavar, dejar huella. En el caso del braille es al revés las letras salen, tratan ganarle al material, presionan, resisten.
¿Alguna vez ha participado en una marcha?
Siempre participo en las marchas, desde el regreso a la democracia en Argentina, en 1983, voy a las marchas.