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Noticia
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Milagro en la Sierra Nevada: así fue el emotivo rescate de parapentista y guía perdidos
En medio de un paisaje majestuoso, dos aventureros afrontaron una lucha desesperada por la vida.
Comunidad indígena apoyó en el rescate. Foto: Fuerza Aérea
En el majestuoso escenario de la Sierra Nevada, el pico Colón, el más alto de esta imponente cadena montañosa, se convirtió en escenario de una historia de supervivencia que desafió los límites del cuerpo humano y la voluntad de vivir.
Julio Bermúdez, un experimentado parapentista bogotano, y su valiente guía, Santiago Aparicio, escribieron juntos un capítulo épico en medio de la adversidad y la incertidumbre.
La aventura de Julio, de 46 años, comenzó con el deseo de desafiar los cielos y volar sobre el mar Caribe desde las alturas de la Sierra Nevada.
Fue como si el mundo se detuviera en ese momento
El miércoles 13 de marzo, Julio y Santiago se embarcaron en este periplo con la ilusión de conquistar nuevos horizontes. Sin embargo, lo que prometía ser una experiencia emocionante se tornó en una lucha por sobrevivir cuando una corriente de aire inesperada sacudió el parapente, arrojando a Julio contra las rocas del macizo.
"Fue como si el mundo se detuviera en ese momento", recuerda Santiago. "Ver a Julio caer fue devastador".
Santiago descendió hasta el lugar donde yacía Julio, gravemente herido, y lo asistió con los conocimientos médicos que tenía a su disposición. "Mi único pensamiento era salvar a Julio", confiesa Santiago "Sabía que su vida dependía de mi capacidad para mantenerlo con vida".
Aislados en la cima del pico Colón, enfrentaron el rigor de las condiciones climáticas extremas, el dolor físico y la incertidumbre del futuro. "Cada minuto era una batalla contra el frío, el hambre y el miedo", relata Santiago. "Pero nunca perdí la esperanza de que saldríamos de esta".
Momentos antes del accidente. Foto:Santiago Aparicio
No tenían comida ni suficiente agua
Las horas siguientes al rescate de Julio no fueron menos sencillas. El guía montañista contratado para llevar a seis parapentes hasta las alturas de la Sierra Nevada pudo decidir poner a salvo al herido, informar a las autoridades de lo que había pasado para que ejecutaran el rescate y retornar a casa, pero él eligió sólo lo que alguien con espíritu valiente y solidario se atreve: exponer su vida y quedarse en la montaña expuesto al frío y al peligro natural de la altura haciendo todo lo que estuviera en sus manos para evitar un desenlace fatal de Julio.
A partir de ese momento inició toda una odisea de supervivencia. Santiago tuvo que cargar al afectado cuesta abajo hasta un lugar estable y menos riesgoso.
“Adecué un espacio de cueva donde ingresé a Julio. Como solo había espacio para una persona y no podía llevarlo solo más abajo, decidí que él permaneciera allí y yo bajé un poco más donde encontré otro refugio”, cuenta el montañista.
Santiago tenía un reloj digital que cargaba con un solar que le permitía mantener comunicación constante con su familia y los organismos de rescate. Ambos pensaron que sería cuestión de esperar unas horas para ser extraídos y llevados de vuelta a casa, pero no fue así.
Su ubicación era compleja e imposible de llegar en helicóptero por la altura y las montañas que los rodeaban, de entrada esa fue la información que recibieron de las autoridades una vez conocida la situación.
Julio se quejaba mucho por el dolor. Había sufrido fracturas en el tórax, costillas y golpes en diferentes partes del cuerpo
No obstante, se generó inmediatamente un compromiso de parte de las instituciones de que se harían todos los esfuerzos tecnológicos y humanos para asistirlos en el menor tiempo posible.
Aún así, el primer día y noche fueron bastante complejos, cuenta Santiago. “Julio se quejaba mucho por el dolor. Había sufrido fracturas en el tórax, costillas y golpes en diferentes partes del cuerpo y a medida que las horas pasaban el dolor aumentaba y le faltaba el oxígeno”, recuerda el guía.
Santiago permaneció a su lado dándole ánimos e intentando calmarle, hasta que llegó la noche y lo dejó dormido y se retiró para intentar descansar y retomar al día siguiente con más fuerzas.
Mientras tanto, se alimentaron con dulces y se hidrataron con la poca agua que llevaron. Las horas nocturnas fueron complejas porque estaban a una temperatura de -5 grados y no tenían cómo abrigarse correctamente.
Aún así amanecieron con la misma fe y convicción de salir de vivos de esta amarga experiencia. La motivación fue mayor cuando desde el aire recibieron por parte de la Fuerza Aérea varios maletines con alimentación, bebidas hidratantes y elementos de protección y primeros auxilios.
“Solo hasta el jueves en la tarde volvimos a comer bien. Leer mensajes de las autoridades que nos aseguraban que vendrían por nosotros y que fuéramos fuerte, nos llenó de coraje. De todos modos cada vez que anochecía, Julio se dormía con mucho miedo de que yo me marchara y no regresara”, detalló Santiago.
Pero él, fiel a sus principios, se mantuvo ahí todo el tiempo, hablándole y cuidándolo para que no desfalleciera.
“Me alarmaba por momentos cuando lo veía mal y se dormía. Siempre lo despertaba y le decía que aguantara que pronto vendrían por nosotros. Su familia, en especial su hija pequeña, le dieron la energía que necesitaba para no desfallecer”, dijo Santiago.
Familia orgullosa del guía profesional
Le pedí que se cuidara mucho y le dije que esta sería la experiencia más gratificante que tendría en su vida
Yerson, papá de Santiago, manifestó que desde un principio que supo de la decisión de él de quedarse en la montaña para auxiliar a Julio, aunque sintió temor de perder a su hijo mayor, lo apoyó.
“Estaba haciendo lo correcto, así que lo respaldé y solo le pedí que se cuidara mucho y le dije que esta sería la experiencia más gratificante que tendría en su vida” expresó el padre.
Santiago siempre tuvo o vía mensajes de texto con sus familiares contándole sobre las condiciones en la que estaban. “Por momentos era normal el desespero que sentían, pero el hecho de saber que una comisión estaba camino a buscarlos, les retornaba la tranquilidad”, sostuvo Yerson.
El operativo de rescate
Tras un fin de semana complejo, el parapentista y el guía recobraron la alegría el lunes cuando supieron que la brigada de rescate ya estaba cerca junto a una comisión de indígenas arhuacos.
"El rescate fue una tarea ardua y compleja", ite Arukin de las Montañas, líder arhuaco, quien comandó la brigada de búsqueda que se desplazó hasta el lugar donde Julio y Santiago aguardaban.
El grupo que se desplazó a pie durante varios días hasta el punto fue liderado por Arukin de las Montañas Torres, José Raúl Torres y a Sey Awiku. Como conocedores de la Sierra Nevada fue menos complejo llegar hasta el Chundwa (pico Colón), que es el costero más alto del mundo.
“Estaban a 4.600 metros de altura y había que recorrer muchos kilometros para llegar hasta una zona en la que fuera posible aterrizar el helicóptero”, dijo Arukin.
El líder Arhuaco reconoció que no sabe cómo aguantaron y pasaron todos esos días, especialmente Julio con esas fracturas. “Fue un milagro”, aseguró.
El plan de rescate se emprendió desde la comunidad indígena Mamankuna, de allí empezó un intenso y largo recorrido hasta ubicar a los dos deportistas atrapados.
Es una historia expeluznante por todas las lesiones que sufrió uno de ellos, pero afortunadamente todo salió bien. Son personas muy fuertes
Aruki detalló que en la velocidad que caminan los indígenas, que son conocedores de la zona, a pie habrían sido 12 horas. Pero debido a que iban con personal de la Cruz Roja y otras instituciones el recorrido se extendió durante día y medio.
Una vez se tuvo o con Julio y Santiago, se inició una tarea mucho más compleja, pues se debía trasladar al herido -que no podía caminar- en una hamaca improvisada que sirvió de camilla y que cargaron los indígenas.
“Es una historia expeluznante por todas las lesiones que sufrió uno de ellos, pero afortunadamente todo salió bien. Son personas muy fuertes”, sostuvo el arhuaco.
Una vez retornaron a Mamunkuna se completó el operativo de rescate al ser posible sacarlos de la montaña y conducirlo a Malambo, en el Atlántico, para que pudieran ser llevados a una clínica.
El reencuentro con la familia
Entre lágrimas de alivio y abrazos de alegría, los familiares de Julio y Santiago recibieron la noticia del rescate con el corazón rebosante de gratitud y emoción. "Julio es un guerrero", declara Lorena Medina, esposa del parapentista rescatado, con un brillo de orgullo en los ojos. "Su valentía y determinación me inspiran cada día".
Por su parte, Yerson Aparicio, padre de Santiago, ratifica su orgullo hacia su hijo, quien quedó como un valiente héroe a nivel nacional. "Santiago demostró una valentía y un sentido de responsabilidad que van más allá de las palabras", afirma con voz entrecortada por la emoción. "Es un verdadero ejemplo de coraje y humanidad".
El llamado de los indígenas a respetar los territorios sagrados
En medio del éxtasis del rescate y la celebración de la vida, Arukin de Las Montañas, líder arhuaco, lanza un llamado de advertencia a los turistas, recordando el sagrado respeto que merecen las tierras ancestrales de la Sierra Nevada.
"Nuestras leyes ancestrales prohíben el ingreso a estas zonas", advierte con solemnidad. "Es un delito entrar. Y aunque se valen de pagarle a algún guía indígena para hacerlo, no está bien y tiene consecuencias para nuestra vida física y espiritual", indicó.
Julio y Santiago, junto con sus rescatistas y seres queridos, se convierten en héroes de una historia que ha atrapado la atención de todo el país durante la última semana.