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Noticia
Así se vivió el Viernes Santo en las principales ciudades de Colombia
-En ciudades como Bogotá, Cali y Medellín se vivieron congregaciones masivas
-En el Atlántico se vivió la polémica tradición en donde personas se flagelan por 10 kilómetros.
Así se vivió el Viernes Santo en diferentes ciudades del país. Foto: César Melgarejo y Milton Díaz - El Tiempo / Agencia Kronos
Miles de feligreses se reunieron este Viernes Santo para celebrar el tradicional viacrucis y conmemorar uno de los hechos más significativos en la liturgia, la muerte de Jesús.
En Bogotá, más de 20.000 personas se congregaron en el ‘Árbol de la vida’, ubicado en el barrio Potosí, en la localidad de Ciudad Bolívar, hasta donde llegaron tras caminar desde la parroquia Nuestra Señora de La Candelaria, como se hace desde los años ochenta.
Otro de los principales planes que la capital ofrece es el tradicional ascenso al cerro de Monserrate, a donde miles de creyentes suben en esta época del año para asistir a las celebraciones litúrgicas.
Así se vivió la jornada de Viernes Santo en Monserrate. Foto:
Por su parte, Medellín tuvo un Viernes Santo pasado por un inclemente sol, pero, con la masiva asistencia que lo suele caracterizar. Allí se vivió el emblemático viacrucis del barrio Santa Cruz en la comuna dos, zona nororiental de la capital antioqueña. Desde hace más de 30 años, familias completas llegan para hacer la procesión detrás de este viacrucis, que es una representación en vivo con actores del grupo de teatro Algarada Juvenil, de la parroquia San Martín de Porres.
Otros lugares turísticos como Santa Fe de Antioquia, el Retiro, Guatapé o Jericó, municipio de donde es la madre Laura, se llenaron de turistas para acompañar las procesiones.
Viernes Santo en el barrio Santa Cruz de Medellín. Foto:Jaiver Álvarez / EL TIEMPO
Las más de 190 parroquias católicas en Cali vivieron masivas procesiones, en especial en la catedral de San Pedro, donde cada año miles de católicos se congregan en el templo, en pleno corazón de la capital del Valle del Cauca. Mientras los fieles caminaban junto a la plaza de Cayzedo en el centro de la ciudad, en el sur los católicos que acudían a la iglesia de El Templete recorrieron la carrera 36 con calle 7.
El arzobispo de la Arquidiócesis de Cali, monseñor Luis Fernando Rodríguez, realizó el sermón de las siete palabras, enfatizando la esperanza para la ciudad, la región y el país mismo: “Jesús nos enseñó a escuchar, a defender a los débiles, a ser signos de contradicción, a alentar a los que estaban desanimados, a enseñar con paciencia, a hacer siempre el bien sin esperar nada a cambio y, sobre todo, nos enseñó a perdonar”.
Ascenso al cerro de Cristo Rey, en Cali. Foto:Alcaldía de Cali
Sostuvo que la esperanza es la fuente de fortaleza: “La muerte llega a tantos en un estado tremendo de desesperanza. A veces es un impacto infame el que siega la vida, a veces una tragedia, a veces una decisión dolorosa del que no encuentra salida. En este año de gracia pidamos que la gente vuelva a creer en la esperanza que no defrauda”.
En Popayán, capital del Cauca, se vivió con total fervor la procesión del Santo Entierro de Cristo en la iglesia Santo Domingo. Allí, los feligreses rodearon la procesión de la pasión de Cristo con los cargueros llevando un paño blanco. Las flores adornaron los pasos de esta procesión, como símbolo de penitencia.
Al santuario de Las Lajas, en Ipiales (Nariño), siguen llegando católicos en este extremo del suroccidente del país. Para esta Semana Santa se calculan unos 80.000 visitantes. Hasta ahora, las jornadas han transcurrido en calma, como la del viacrucis del Viernes Santo
Los penitentes de Santo Tomás
Los penitentes se dan latigazos hasta llegar a la Cruz de Mayo. Foto:Agencia Kronos
Y como es costumbre, ayer en el municipio de Santo Tomás (Atlántico) se realizó el ritual en el que las personas se flagelan por 10 kilómetros. Unos 20 flagelantes participaron en un recorrido que va del caño de las Palomas, en Sabanagrande, hasta la Cruz de Mayo, en la carrera 6 de Santo Tomás.
Esa tradición se hace como una forma de pagar los favores divinos recibidos durante el año. Este hecho ha levantado polémica a lo largo de los años, a tal punto que es rechazado por la Iglesia católica.
Los penitentes, entre hombres y mujeres, se castigan con un látigo que termina en bolas de cebo o cargando una cruz de madera, emulando el dolor de Jesús el día de su muerte, en penitencia por un milagro en sus vidas o en algún familiar.