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El drama detrás de la turistificación que enfrenta Medellín por el 'boom' de visitantes

Los altos precios de la vivienda y los arriendos tienen a miles de familias buscando apartamento.

Turismo en Medellín

Turismo en Medellín Foto: Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

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Yeny Gómez llegó a Medellín en 2010, procedente del Oriente antioqueño, a estudiar su carrera profesional en la Universidad Nacional. Una residencia para jóvenes universitarios en una vieja casona del barrio Los Colores —un sector de clase media al occidente de la ciudad— fue su primer hogar.
Pero de allí tuvo que salir en 2015. La vida de barrio comenzó a cambiar y la vieja vivienda, que en el pasado fue habitada por familias numerosas, la convirtieron en un hostal para recibir a los miles de visitantes nacionales y extranjeros que empezaron a llegar a la capital antioqueña con el 'boom' del turismo.
“Yo he visto la transformación de esta zona en primera persona. Lo que ha venido pasando, inicialmente, no fue algo acelerado ni demasiado, digámoslo así, violento con el territorio. Empezó a suceder lo que estaba pasando también hacia el sur, que derribaban casas antiguas y hacían unidades residenciales, pero hasta ese momento no se veía tanta especulación”, recuerda la joven.
Fue por esa época cuando se mudó para una casa en Florida Nueva, otro barrio de la comuna Laureles - Estadio, que tiempo después también tumbaron para construir un edificio. La pandemia, sin embargo, le cambió bruscamente la vida y con el trabajo y el estudio remoto se fue a vivir a un pueblo en las montañas de Antioquia. Cuando volvió, dos años después, la realidad del sector ya era otra.
El barrio Laureles nació en 1942 únicamente con tres casas y en sus inicios fue construido para la clase obrera. Poco más de ocho décadas después, este sector en el centro-occidente de Medellín es uno de los más reconocidos y tradicionales de la ciudad y, recientemente, fue elegido como el ‘barrio más cool del mundo’ según la empresa británica de medios y hostelería Time Out.

El barrio Laureles nació en 1942 únicamente con tres casas y en sus inicios fue construido para la clase obrera. Poco más de ocho décadas después, este sector en el centro-occidente de Medellín es uno de los más reconocidos y tradicionales de la ciudad y, recientemente, fue elegido como el ‘barrio más cool del mundo’ según la empresa británica de medios y hostelería Time Out. Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE

—Cuando volví se notó absolutamente el cambio. La especulación en los arrendamientos fue del 100 por ciento. En el mismo sitio en el que vivía en Los Colores se duplicaron los precios en cuestión de dos años. Cuando me fui el alquiler de un apartamento valía un millón cien más istración. En este momento por menos de dos millones y medio no lo consigues sin amoblar.
A Gómez le tocaba, por cuestiones laborales, vivir en esta zona de Medellín. Así que no le quedó otra opción que tomar un arrendamiento por meses, tipo Airbnb, en el que los precios cambiaban constantemente. Al principio pagó 1'600.000 pesos, pero en seis meses el alquiler ya había subido a 2'300.000 pesos.
Al tiempo encontró, en el mismo edificio del barrio Estadio, un apartamento de 35 metros cuadrados, por un 1'300.000 pesos con un contrato legal.
Y aunque halló cierta estabilidad en su vivienda, ha sufrido junto con sus pocos vecinos —los que llevan allí toda la vida— la transformación de un modesto sector residencial, a un barrio repleto de alojamientos temporales, hoteles, academias de idiomas para extranjeros y estudios webcam donde parece haber más estadounidenses, australianos, italianos y alemanes, que medellinenses.
“En el edificio donde yo vivo son 33 apartamentos, 10 son Airbnb y los demás son personas como yo o estos alojamientos ilegales. Es sobre todo gente que se queda máximo tres meses que es el tiempo que se pueden quedar. Lo normal es que día y noche veamos salir prepagos”, dice la joven.
Esa es solo la punta del iceberg. A unas cuantas cuadras de su casa, relata Gómez, se volvió recurrente ver a extranjeros mayores de 70 años drogarse en la terraza de un coliving acompañados de jóvenes, posiblemente menores de edad. A pesar de que llaman a la Policía, lo único que pueden hacer, por mucho, es bajar el alto volumen de la música.
Un día, en el edificio donde vive la joven, llovieron literalmente condones usados desde un apartamento alquilado a un par de turistas asiáticos por Airbnb. Aunque los echaron de la vivienda, en menos de dos días ya estaba nuevamente ocupado. “Es triste. Con 10 años en la comuna, ya le cuesta a uno salir”.
Turismo en Medellín

Turismo en Medellín Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

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Según cifras de la plataforma Mabrian Technologies —citadas por la alcaldía de Medellín en un informe presentado ante el Concejo— en la ciudad había, para febrero de 2023, 5.921 alojamientos disponibles en Airbnb con 22.750 camas.
Solo en 2022 se renovaron 3.671 viviendas turísticas en Medellín ante el Registro Nacional de Turismo, de las cuales el 70 por ciento corresponde a apartamentos.
La propia istración distrital reconoció en el informe que “el aumento del turismo, sumado al desequilibrio en la oferta de hospedaje, ha llevado a un aumento en la informalidad de la prestación de servicios de alojamiento”.
Sin embargo, a la fecha, no existe un estudio técnico y público que soporte la identificación de procesos de gentrificación en la ciudad, a pesar de la realidad que empezaron a vivir miles de medellinenses en el último año por cuenta del aumento de precios y la oferta turística.
Al incremento en el número de visitantes que llegan a la ciudad, se suma el déficit de vivienda que enfrentan, en mayor y menor medida, todas las comunas. Medellín Cómo Vamos, por ejemplo, señaló que entre 2019 y 2022 aumentó del 5 al 14 por ciento la proporción de hogares que necesitaban vivienda nueva. Un dato que genera más presión entre las personas en condición de vulnerabilidad.
El barrio Laureles nació en 1942 únicamente con tres casas y en sus inicios fue construido para la clase obrera. Poco más de ocho décadas después, este sector en el centro-occidente de Medellín es uno de los más reconocidos y tradicionales de la ciudad y, recientemente, fue elegido como el ‘barrio más cool del mundo’ según la empresa británica de medios y hostelería Time Out.

El barrio Laureles nació en 1942 únicamente con tres casas y en sus inicios fue construido para la clase obrera. Poco más de ocho décadas después, este sector en el centro-occidente de Medellín es uno de los más reconocidos y tradicionales de la ciudad y, recientemente, fue elegido como el ‘barrio más cool del mundo’ según la empresa británica de medios y hostelería Time Out. Foto:Jaiver Nieto Álvarez /ETCE

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Esto tiende a empeorar. Esto no va a bajar. ¿De pronto esperar un momentico?, no. Nunca habíamos visto la dificultad de alquilar un inmueble
A Jennifer Rivera y su esposo les pidieron entregar el apartamento donde viven en arriendo desde hace ocho años en el barrio Laureles del occidente de Medellín. La explicación que les dieron en la inmobiliaria, con la que habían acabado de renovar contrato sies meses antes, era que el dueño iba a vender todo el edificio porque necesitaba el dinero para una inversión.
Pero entre los vecinos y los mismos vigilantes de la unidad residencial se comenta que subirán todos los arriendos y lo más probable es que terminen alquilando los apartamentos por Airbnb y otras plataformas turísticas en internet.
“Actualmente, pagamos 2'030.000 pesos y es un apartamento excelente. Pero aquí en la zona están en 3'200.000 pesos. Los que más saldríamos afectados seríamos nosotros. El dueño del edificio no nos dio la cara. Tratamos de ubicarlo diciéndole qué opciones había, ya que nos dijo en la carta que nos iban a dar la primera opción de compra, pero eso no fue así y nunca apareció”, dice la mujer de 39 años.
En los alrededores del edificio las casas viejas las están adecuando con muchas habitaciones para arrendar a extranjeros. Tras la pandemia, visitantes de otros países empezaron a llegar al barrio y los hoteles, hostales, estudios webcam, licores y supermercados empezaron a aparecer.
El ruido del sector —ubicado a solo una cuadra de la zona rosa de la calle 33, entre las carreras 70 y 78— no ha sido impedimento para que nuevas personas lleguen y los precios suban a valores casi que impagables.
Aunque tiene cuatro meses para desocupar el inmueble, la búsqueda de la familia ya comenzó y la idea es moverse lo más pronto posible. La primera alternativa es averiguar en la misma comuna. El hijo de Rivera aún está en la universidad y estudia en una institución de la zona, por lo que no quieren irse muy lejos de allí.
Pero conseguir apartamento en Laureles no está fácil. La búsqueda ajustó ya cuatro meses. “Yo creo que es imposible conseguir acá”, comenta la mujer. Tanto por el precio como por la indisponibilidad. “Hemos encontrado (apartamentos) de las mismas características: tres habitaciones y un parqueadero, pero son increíbles los costos. Ayer vi uno a dos cuadras de aquí y valía 4,8 millones por 75 metros cuadrados”, agrega.
La otra alternativa es cambiar de barrio, de comuna o, incluso, de ciudad. El Oriente antioqueño —en municipios como Rionegro o La Ceja— fue una carta sobre la mesa, pero la universidad de su hijo y la poca diferencia en los precios frena a Rivera para moverse fuera de Medellín. Al menos por ahora.
También consideraron comprar una vivienda propia, pero el panorama es igual de desolador. O incluso peor.
“Esto tiende a empeorar. Esto no va a bajar. ¿De pronto esperar un momentico?, no”. La búsqueda apremia y las inmobiliarias no dan abasto con toda la gente que está en cola. “Nunca habíamos visto la dificultad de alquilar un inmueble”.
Turismo en Medellín

Turismo en Medellín Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

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La habitación de Cielo Patricia Grajales colinda con una discoteca de electrónica que abrieron hace dos años en una calle del barrio Manila. Aunque hay un pleito en la inspección de Policía de El Poblado y han tratado de insonorizar el recinto, la mujer aún escucha retumbar el bajo de la música todas las noches antes de quedarse dormida.
Yo no tengo calidad de vida, no duermo bien. Descansan los lunes pero de martes a domingo es una bulla constante —relata la mujer de 62 años en la sala de su casa un viernes por la noche mientras al fondo se escucha un músico callejero interpretando ‘Vasos Vacíos’ de Los Fabulosos Cadillacs.
Este es solo uno de los múltiples problemas que ahora tiene la otrora zona residencial del suroriente de Medellín en el que la Grajales ha vivido junto con su familia por 57 años.
Sus padres construyeron el primer piso de la casa —hoy está en alquiler a una academia de idiomas— cuando el barrio aún era familiar y de clase media. Algunas décadas después se mudaron a la segunda planta y desde allí han sido testigos de la transformación a un concurrido sector turístico donde ya se ven más extranjeros que locales.
Son pocos los vecinos que quedan, por ejemplo. Solo en su cuadra son siete los residentes que se resisten a la construcción de hoteles, hostales, oficinas, restaurantes y bares en las casonas que albergaron, en otros tiempos, hasta 15 familias.
Prostitución en el parque Lleras, en El Poblado, Medellín.

Prostitución en el parque Lleras, en El Poblado, Medellín. Foto:Jaiver Nieto. EL TIEMPO

—No es que uno se quiera ir. Mis hijos no se quieren ir. Pero lo van sacando a uno indirectamente. Todavía está la Junta de Acción Comunal, todavía está la señora de la tienda, pero cada vez hay menos residentes.
Grajales no se explica cómo desde la Alcaldía de Medellín o las entidades a cargo de entregar los permisos autorizan el funcionamiento de negocios que afectan la tranquilidad del barrio sin tener en cuenta al residente que ha estado allí toda la vida.
Tal es la situación que su familia ya está considerando irse de Manila. Por el ambiente, por la cuenta de servicios públicos —que llega mixta—, por el ruido excesivo, por el predial y la valorización.
Aunque el panorama para empacar las maletas tampoco está claro en el corto plazo. Casi todos los interesados en arrendar el segundo piso de casa, desde hace unos 10 años, quieren abrir un hotel o un hostal y llenar las habitaciones de camas para turistas. Grajales no está dispuesta a eso.
—Los turistas no es que sean malos, pero hay un tipo de turista que viene en plan de recocha, de pasar bueno, de hacer lo que no hace en su país. El consumo de alcohol y de droga ya se volvió muy común y por estar tan cerquita al Lleras…

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Yo siento que está bien que vengan, pero que también piensen en el que vive acá, porque no lo están haciendo.
En el edificio en que vive Diana Carmona* —en la parte baja de la Loma de Alejandría de El Poblado— se volvió cada vez más usual ver extranjeros que entran y salen de apartamentos alquilados por Airbnb y otras plataformas turísticas.
Desde hace unos dos años, justo después de la pandemia, la mujer empezó a ver más movimiento de personas que, en la mayoría de los casos, le hablaban en otros idiomas y se comportaban de manera diferente.
Por eso, cuando le pidieron el apartamento en el que ha vivido en arriendo durante los últimos ocho años con su esposo intuyó que era porque lo van a alquilar en alojamientos temporales. Aunque nunca les confirmaron las razones por las cuales lo debían entregar.
Actualmente, la pareja paga 2 millones de pesos por 45 metros cuadrados, pero en la misma urbanización ofertan viviendas amobladas entre 5,5 y 6 millones de pesos. Sin muebles cobran un canon de hasta 4 millones de pesos.
La mujer, oriunda de Bucaramanga, decidió mudarse a la capital de Antioquia porque allí vivía su esposo, que es de Bogotá, cuando lo conoció. A pesar de la compleja situación para conseguir vivienda en Medellín, la pareja aún no considera irse de la ciudad.
Pero la búsqueda de apartamento no está fácil. Las inmobiliarias piden a sus clientes los documentos por anticipado para avanzar en los trámites y obtener el ‘preaprobado’. Las viviendas, sin embargo, no alcanzan a estar vacías mucho tiempo y los precios se han incrementado, en muchos de los casos, un 100 por ciento.
Turismo en Medellín

Turismo en Medellín Foto:Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

“La forma de negociación que están teniendo en cuenta hoy en día es con descuentos en los arriendos por el pago de seis meses por adelantado”, dice la mujer que incluso trabaja en el sector turístico con una aerolínea nacional.
De ahí que la pareja ya no esté segura del tope máximo que están dispuestos a pagar por el apartamento que tratan de buscar, al menos, por el mismo sector de El Poblado donde viven actualmente.
A eso se suma que no solo la vivienda ha subido de precio. Los bares, restaurantes y cafés de Medellín, dice Diana, también aumentaron los valores de los menús en porcentajes superiores a la inflación, lo cual se vuelve impagable para los locales que reciben salarios en pesos.
“Yo siento que está bien que vengan, pero que también piensen en el que vive acá, porque no lo están haciendo. Se les olvidó el que viene de afuera, lleva varios años viviendo acá y gana salarios normales como todo el mundo”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente.
SEBASTIÁN CARVAJAL BOLÍVAR
CORRESPONSAL EL TIEMPO - MEDELLÍN
Escríbanos: [email protected]
En X: @sebascarvajal28

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