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El doloroso grado que enfrentaron los padres de cadete fallecido
Padres de Luis Alfonso Mosquera Murillo asistieron a su grado póstumo en la Escuela de Cadetes.
Sable entregado por grado del cadete Luis Alfonso Mosquera a sus padres. Foto: Hugo Giraldo
Aquel sable que María Inocencia Murillo y su esposo, Luis Alfonso Mosquera Cruz, recibieron el 23 de diciembre pasado en Bogotá de manos del presidente Iván Duque y de los más altos superiores de la Policía en la Escuela de Cadetes General Francisco de Paula Santander, es uno de los objetos más preciados por esta pareja moradora en un sector humilde de Pradera.
Allí, en este municipio del sur del Valle del Cauca, los Mosquera Murillo atesoran el sable como símbolo del grado que habría podido recibir su hijo Luis Alfonso Mosquera Murillo (el mismo nombre de su papá).
Era ‘Ponchito’, como le decían de cariño al deportista que, de niño, empezó su afición por el fútbol, pero que a medida que fue creciendo se inclinó de lleno en ser lanzador de disco, al punto de ganar más de una veintena de medallas en esta disciplina. Fueron trofeos que atiborraron toda una pared, cerca del televisor en la modesta vivienda de esta familia del barrio Manuel José Ramírez y las consiguió a lo largo de sus 23 años de vida. Vida que le fue arrebatada por la onda explosiva del atentado perpetrado por el ELN hace un año en la Escuela de Cadetes de Bogotá.
Doña María Inocencia, una ama de casa dedicada a sus cinco hijos –Luis Alfonso era uno de los mayores– y don Luis Alfonso, un cortero de caña; vivían orgullosos de ‘Ponchito’, el cadete que soñaba con ser general de la Policía y con seguir sumando más y más preseas en el deporte.
El joven pradereño, el confidente de su madre a quien consideró, quizás, su mejor amiga, había logrado un ‘récord’ en los Juegos Interescuelas de Cadetes en 2018, con un lanzamiento de 50,84 metros que le valió la medalla de oro.
Luis Alfonso era un atleta que había sido premiado en diferentes oportunidades por sus habilidades. Foto:Hugo Giraldo
Pero ‘Ponchito’, quien en su barrio y en la misma Escuela de Cadetes sobresalía por sus 1,85 metros de estatura, quería más. Aspiraba a ganar unos Juegos Nacionales y traspasar fronteras para llevarse trofeos de talla mundial. De hecho, la última vez que estuvo en su casa, del 22 de diciembre de 2018 al 8 de enero de 2019, el cadete había dicho que esperaba realizar un viaje a China para un campeonato como lanzador de disco.
Ese sueño por conocer la Gran Muralla estaba programado para este 2020. Así se lo contó en esa última visita a Yuri Mosquera, una de sus tres hermanas. Yuri, de 18 años, también es deportista y se está preparando como atleta (le gusta correr y la velocidad), al igual que su hermano Édinson Brayan Mosquera Murillo, quien siguió los pasos de ‘Ponchito’ como lanzador de disco. Todos bajo los entrenamientos de Yolanda Beltrán, quien en Pradera es la mentora de un semillero de niños y jóvenes que anhelan subir a un podio. Fue precisamente con el apoyo de la entrenadora que ‘Ponchito’ logró ser parte de la Liga Vallecaucana de Atletismo.
“A mi hermano le gustaba bailar y era muy bueno en inglés porque le iba muy bien en pruebas que le hacían en la Escuela de Cadetes. Hasta les ayudaba a sus compañeros en el manejo del idioma”, dijo Yuri al recordarlo como una persona alegre, que siempre sonreía, que era extrovertido. “¿De quién no era amigo? Era amigo de todo el mundo”, anotó la joven.
Aunque la entrega del sable fue un momento tan significativo para doña María Inocencia y don Luis Alfonso, la ceremonia de diciembre en Bogotá los llenó de lágrimas. Fue así como doña María recordó que fue ella quien recibió la noticia de la muerte de su hijo y se la comunicó a la familia.
En medio del dolor, sus padres conservan con orgullo todas las pertenencias de Luis Alfonso. Foto:Hugo Giraldo
En diciembre, ninguno deseaba un grado póstumo, sino abrazar al hijo y al hermano por culminar una etapa más de su vida para continuar cosechando triunfos. Inclusive, don Luis Alfonso había hecho sacrificios en largos turnos como cortero de caña y pidiendo préstamos con miras a que el deportista pudiera ingresar a la Escuela de Cadetes de la capital de la República.
Sus otras dos hermanas, Rosa y María Lucero Mosquera Murillo, extrañan al hombre que las hacía reír, especialmente a su madre. Por eso en esta vivienda de Pradera sigue el vacío y el dolor, porque muy poco se escuchan risas, pero el orgullo de los dos padres y de los cuatro hermanos se mantiene intacto al mirar con nostalgia y satisfacción las medallas de 'Ponchito', y aquel sable que les entregó el presidente Duque en el grado póstumo. Fue el símbolo de quien soñó con ser un alto oficial de la Policía, sin dejar de lado su amor por los suyos y el deporte que lo vio crecer.