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Experiencia local
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Néstor Vergara, donde la tradición del Carnaval de Barranquilla se cose a mano y a martillo
Este zapatero del barrio Abajo es quien fabrica el calzado de cumbiambas y comparsas.
Néstor Vergara Matheus aprendió de su padre el oficio de zapatero hace 60 años. Foto: Leonardo Herrera Delgans EL TIEMPO
Allí, entre el golpeteo de martillos y el vaivén de máquinas de coser, Néstor Vergara Matheus mantiene vivo un oficio heredado y esencial para la celebración de la fiesta barranquillera: la fabricación de calzado para cumbiambas y comparsas.
Néstor Vergara Matheus es experto en la fabricación de zapatos para comparsas y danzas. Foto:Leonardo Herrera Delgans EL TIEMPO
Desde antes de que el sol asome sobre los patios de arena y frutales del barrio, el taller de Néstor, en Carrera 51 #48-97, ya está en movimiento.
El aroma a café se mezcla con el de los materiales y la conversación animada de los zapateros. Aquí, donde la música del Carnaval se convierte en el compás del trabajo, se confeccionan las chinelas y botas que darán vida a los grandes desfiles que son el alma de la fiesta.
El Gali Galeano de la zapatería
Conocido como ‘El Gali Galeano’ por su parecido con el cantante de Chimichagua, Néstor es una figura menuda de cabello abundante y blanquecino. A sus 75 años de edad, conserva la destreza que adquirió desde los 14, cuando se convirtió en la sombra de su padre en la zapatería familiar.
Desde las 4 a. m. el taller de Néstor Vergara se encuentra en producción. Foto:Leonardo Herrera
“Me le pegaba a mi padre, que fue quien inició el negocio, para que me enseñara. Yo era como una rémora pegada a un tiburón, así aprendí”, recuerda con una sonrisa.
Calzado para cumbiambas y comparsas
Su especialidad son las chinelas para cumbiamberos y las botas finas de cuero sintético que lucen las comparsas tradicionales.
"Llevo años viniendo a comprar mis chinelas donde Nestor, son buenas, resistentes, de calidad. Con ellas siento que el pie rueda más suave en cada desfile", dice Carlos Alberto Ospino, un veterano cumbiambero de La Pollera Colorá, cumbiamba ganadora de varios Congos de Oro
En su taller han nacido los zapatos que visten a agrupaciones emblemáticas como el Rumbón Normalista, una de las comparas emblemáticas del Carnaval barranquillero.
Zapatos para comparsas y cumbiambas es la especialidad del taller. Foto:Leonardo Herrera
La demanda es alta en esta época y, aunque le gustaría aceptar todos los pedidos, rechaza aquellos que llegan tarde. “No me gusta trabajar sobre la marcha, queda mal el trabajo”, sentencia.
En temporada de Carnaval, Néstor y su equipo pueden producir hasta 500 chinelas para hombres, utilizando lona blanca o super 8, materiales que a veces deben traer de Medellín o Bogotá.
También elabora zapatillas en cuero o telas especiales para las marimondas y otros comparseros que buscan un calzado llamativo y resistente.
Para lograr cumplir con los pedidos, contrata zapateros adicionales, muchos de ellos con talleres propios que cierran temporalmente para unirse a la faena.
Uno de esos es su hijo mayor, Nestor, que por estos días trabaja día y noche en la producción de calzado carnavalero.
El taller de Néstor Vergara tiene más de 60 años. Foto:Leonardo Herrera
Desde las 4 a. m. hasta la medianoche, el taller hierve de actividad.
“Se trabaja duro, pero toca darle. Es la mejor temporada. Esto deja algo, pero no para hacerse rico”, dice entre risas.
Un par de chinelas puede costar hasta 40 mil pesos, mientras que unas botas de cuero sintético alcanzan los 100 mil.
Su jornada culmina cuando entrega los últimos pares para las bailadores de Batalla de Flores, laGran Parada de Tradición y el lunes con la Gran Parada de Comparsas. Solo entonces, con la satisfacción del deber cumplido, se permite salir a la calle y disfrutar del ambiente carnavalero que se vive y siente en cada esquina del barrio Abajo.
“Primero los bailadores, yo no veo Carnaval hasta que todo esté listo”, afirma con la tranquilidad de quien lleva seis décadas calzando la fiesta.
Toda una vida fabricando los zapatos que lucen cumbiambas y comparsas. Foto:Leonardo Herrera
En su taller, han pasado clientes de todos los estratos. “Los que más tienen son los que más piden rebaja”, comenta con resignación.
Pero él sigue firme, sosteniendo su legado con la misma pasión que su padre le inculcó. Mientras haya Carnaval, habrá cumbiambas que necesiten sus chinelas y comparsas que requieran sus botas.
Y en Barrio Abajo, entre el eco de los tambores y el brillo de los trajes, siempre habrá un rincón donde la tradición se cose a mano y a martillo.