Por arrendarle a abusador de niña, Fiscalía impone medidas cautelares a casa de mil millones en Prado Veraniego

La Fiscalía General de la Nación, a través de la Dirección Especializada de Extinción del Derecho de Dominio, impuso medidas cautelares de suspensión del poder dispositivo sobre un inmueble ubicado en el barrio Prado Veraniego, en la localidad de Suba, en el norte de Bogotá.

Según las investigaciones, la vivienda habría sido utilizada para ofrecer servicios de modelos webcam y explotar sexualmente a menores de edad, lo que motivó la acción judicial como parte de una estrategia para afectar las economías ilegales que se beneficiarían de estas actividades.

En el curso de la investigación se conoció el caso de una niña de 13 años que fue sometida en vivo a diferentes vejámenes sexuales. Por estos hechos, el arrendatario de la casa fue condenado por el delito de estímulo a la prostitución de menores de edad.

El bien avaluado en 1.000 millones de pesos, no podrá ponerse a la venta, gravar o transferir mientras avanza el proceso. Los elementos materiales probatorios recopilados indican que el inmueble tenía la apariencia de una vivienda familiar, pero fue adecuado con cámaras, luces, conexiones de internet y escenarios para grabar en video a niñas y adolescentes desnudas.

Posteriormente, los registros audiovisuales eran exhibidos y compartidos por diferentes plataformas virtuales de contenido explícito.

Cada vez más niñas y adolescentes caen en manos de redes criminales que operan desde el anonimato de internet. A través de cámaras web, los delincuentes logran establecer o con menores de edad, ganándose su confianza para luego manipularlas y explotarlas sexualmente. En muchos casos, las víctimas son grabadas sin su consentimiento y esas imágenes terminan siendo utilizadas para extorsionarlas o comercializadas en redes de pornografía infantil.

La explotación sexual a través de cámaras web no conoce fronteras. Los delincuentes utilizan plataformas de video, redes sociales y videojuegos para ar a sus víctimas, muchas veces haciéndose pasar por jóvenes o figuras de confianza. Las autoridades alertan sobre el crecimiento de este tipo de delitos, que se alimenta del silencio, el desconocimiento y la falta de supervisión en los entornos digitales.

Detrás de una conversación aparentemente inocente en línea puede esconderse una red de abuso. Los criminales que se dedican al “grooming” —la manipulación emocional de menores con fines sexuales— usan las cámaras web como herramienta principal. Una vez que consiguen imágenes íntimas, inician una cadena de chantaje y amenazas que mantiene a las víctimas atrapadas y en silencio. En muchos casos, las jóvenes no piden ayuda por miedo a ser juzgadas o castigadas.

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

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