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Opinión
¿Cómo explicar que las obras del metro de Bogotá no se han retrasado?
Con el metro hay logros y aprendizajes importantes, que bien vale la pena resaltar y tenerlos en cuenta a futuro.
En las obras del metro de Bogotá hay ocho vigas lanzadoras Foto: Empresa Metro de Bogotá
Ya las obras del metro alcanzaron el 50 por ciento y, según reporte de la interventoría, el avance cumple con lo programado. De manera que, si las cosas siguen como van, tendremos inauguración el 14 de marzo de 2028, cuando vence el plazo escrito en el contrato firmado desde 2019. Para los bogotanos tal vez la mejor noticia es que no hay retrasos en la construcción, pues aquí las duraciones generalmente duplican y hasta triplican lo programado, incluso en obras tan sencillas como renovar un andén.
En el caso del metro ya hay logros y aprendizajes importantes, que bien vale la pena resaltar y tenerlos en cuenta en futuros proyectos. En mi opinión son tres las claves principales: el traslado anticipado de las redes, el pago por obra ejecutada y la gestión del contrato por parte de la Empresa Metro de Bogotá (EMB). Veamos.
Para nadie es un secreto que las redes de servicios públicos de Bogotá están mal registradas en los planos oficiales, o no aparecen. Por esa causa suele suceder que los operarios de excavación se topan por sorpresa con tubos y cables, lo que los obliga a suspender, hasta identificar cuál empresa es la dueña, a cuántas familias o negocios sirve y, lo más complejo y lento, esperar que la empresa dueña diseñe una solución de traslado del tubo o el cable, se ejecute dicho traslado y, ahí sí, retomar las obras en el sector.
Aprendiendo de esta realidad muy bogotana, en el caso del metro enfrentamos el problema con más de dos años de anticipación al inicio de las obras principales del viaducto. Desde que el Gobierno Nacional y el Concejo de Bogotá aprobaron el trazado, en el 2018, comenzamos el trabajo de identificar y trasladar anticipadamente las redes principales, aprovechando el tiempo mientras adelantábamos los trámites de los créditos internacionales, de la licitación y la contratación. Gracias a ese trabajo anticipado, el consorcio chino pudo llegar a ejecutar las obras sin encontrarse con muchas sorpresas en el camino.
La primera viga lanzadora del metro que empíeza a ser instalada en la avenida Caracas Foto:Empresa Metro de Bogotá
Otra clave del buen avance ha sido el pago por unidad terminada. Desde los pliegos de licitación el proyecto se subdividió en tramos y componentes funcionales, por ejemplo, los trenes, las estaciones, etc. Por regla establecida, primero en los pliegos y luego en el contrato, cada una de esas unidades de ejecución las debe construir o fabricar el contratista con su dinero, sin recibir anticipos ni avances del Estado. Dicha inversión les genera presión para concluir las unidades, presentarlas a la interventoría y, luego, sí cobrar por obra terminada.
La tercera clave ha sido la gestión del contrato. De poco hubiera servido un buen contrato (más de 3.000 páginas y miles de planos digitales ya imposibles de imprimir) si los encargados de hacerlo cumplir, de vigilar y aprobar pagos no tuvieran el conocimiento técnico o las capacidades gerenciales necesarias.
Es notorio que desde la creación de la Empresa Metro por parte de Peñalosa, los siguientes alcaldes han respetado el gobierno corporativo y la continuidad de la gerencia, algo que contrasta con el pasado y con lo que vemos diariamente en el nivel nacional. Y más que eso. El alcalde Galán, además de apoyar presupuestalmente a la EMB y supervisar personalmente las obras, creó una oficina de apoyo en la alcaldía, donde se agilizan las soluciones a los temas transversales, como el espacio público, los desvíos de tráfico, el manejo del arbolado, el cuidado de los bienes patrimoniales, etc. Otra buena práctica que nos deja la impecable ejecución del metro.
Alcalde de Bogotá presenta el primer tren del Metro de Bogotá. Foto:Alcaldía de Bogotá / X: @MetroBogota
En la historia de Colombia solo hemos emprendido tres proyectos que superan los 4.000 millones de dólares de inversión: Reficar, Hidroituango y el metro de Bogotá. En los dos primeros casos ya conocemos la historia de demoras y sobrecostos. En el caso del metro, al superar con éxito la ejecución de la primera mitad, es claro que todavía no podemos destapar la champaña, pero sí podemos alegrarnos por ver que en Bogotá no estamos condenados a las promesas y los incumplimientos que, como maldiciones, nos condenaron a muchos años de atraso.
Ya las obras del metro alcanzaron el 50 por ciento y, según reporte de la interventoría, el avance cumple con lo programado. De manera que, si las cosas siguen como van, tendremos inauguración el 14 de marzo de 2028, cuando vence el plazo escrito en el contrato firmado desde 2019. Para los bogotanos tal vez la mejor noticia es que no hay retrasos en la construcción, pues aquí las duraciones generalmente duplican y hasta triplican lo programado, incluso en obras tan sencillas como renovar un andén.