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La pareja que secó 5 millones de pesos perdidos para devolverlos a su dueño

Rastrearon cámaras, llamaron empresas y publicaron información en medios de comunicación. 

Andrés y Laura son una pareja joven, ambos tienen buenos cargos profesionales, pero ante todo vienen de familias en las que los valores han sido el pilar de su educación.

Andrés y Laura son una pareja joven, ambos tienen buenos cargos profesionales, pero ante todo vienen de familias en las que los valores han sido el pilar de su educación. Foto: Archivo particular

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SUBEDITORA DE BOGOTÁ Actualizado:

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A cuántas personas se les habrá perdido dinero, habrán buscado en las rendijas del carro, en los rincones de la casa, en los bolsillos de la ropa, sin tener buenos resultados. Cuántos habrán quedado endeudados por esos azares de la vida en medio del caos en una ciudad como Bogotá. Esta vez, una joven pareja y un policía, Jeisson Cubides, hicieron posible que un ciudadano angustiado tuviera una segunda oportunidad.
Ese sábado 23 de abril llovía a cántaros en Bogotá. Andrés, director de una empresa de publicidad y mercadeo, y Laura, su novia, empleada de una multinacional, llegaban a hacer varias diligencias en los alrededores de Unicentro, en la localidad de Usaquén. “Íbamos en el carro. Ya eran como las cuatro de la tarde”.
Era tanto el caos, y la ausencia de parqueaderos, que tuvieron que estacionar en una bahía mientras arreciaba el aguacero, buscaban las sombrillas y se ponían una chaqueta para salir a hacer las vueltas. “Luego de un rato nos bajamos del carro y cruzamos la calle. Había poca visibilidad, pero mi novia detectó algo sobre el piso”.
De lejos no se veía bien qué era, pero cuando se acercaron alcanzaron a identificar un billete de 20.000 pesos. El fajo parecía sujetado con un caucho corriente. No estaba dentro de ninguna bolsa o paquete. “Yo, sin embargo, desconfié. Observé si había alguien sospechoso cerca, pero estaba diluviando tanto que las calles estaban solas. Luego pateé la plata para descartar que estuviera amarrado de alguna cuerda, pensando de pronto que fuera broma o estafa. Casos se han visto”, dijo Andrés.
Luego pateé la plata para descartar que estuviera amarrado de alguna cuerda, pensando de pronto que fuera broma o estafa. Casos se han visto
Luego sí se atrevieron a recoger el paquete y se percataron de que eran muchos billetes, la mayoría de 100.000 pesos, pegados y completamente mojados. Pensaron en que lo mejor era guardar el dinero y no dar papaya con semejante suma en la mitad de la calle. No obstante, aguardaron unos minutos para observar si alguien aparecía con rostro de angustia. Estaban muy cerca de las casas de cambio, y lo primero que se les ocurrió fue que el dinero era de alguien que había salido de cambiar dólares o euros.
Pensaron también que el dinero podía ser de quien atendía el parqueadero, pero al notar que no eran de denominación baja descartaron esa posibilidad. “No quisimos contarlo en la calle porque además los billetes estaban mojados y pegados, así que nos metimos en el carro a escampar unos 15 minutos para esperar si aparecía alguien”.
Luego Andrés comenzó a detallar si en el sector, en el mobiliario público y en los establecimientos de la zona había cámaras, para iniciar la búsqueda del dueño por ese lado. “Finalmente teníamos que hacer nuestras vueltas, ya era tarde y de pronto nos cerraban. Literalmente nos demoramos como diez minutos. Estábamos angustiados con esa plata en el bolsillo. Dos horas después llegamos a nuestra casa”.
En la comodidad de su hogar sacaron el fajo de billetes, se percataron de que la suma era millonaria, y secaron uno por uno. “Los pusimos en una toalla y en una habitación con una calentador para que al otro día amanecieran bien”. Nunca pensaron en quedarse con la plata.
Pensábamos en la angustia
de la persona a la que se le había caído esa plata. Esa plata no era nuestra
Ellos siempre analizaron que estaban haciendo vueltas de dinero y que si se apropiaban de lo hallado, otra persona la pasaría muy mal. “Pensábamos en la angustia de la persona a la que se le había caído esa plata. Mi papá también nos daba ideas para buscar al dueño. Pensamos en ir al CAI de Santa Bárbara, pero luego decidí buscar a alguien de la Policía con un cargo más alto. Yo confío mucho en la institución, pero quería asegurarme de que me dieran un documento con el recibido”. Pensaron publicar algo en redes sociales, pero temieron caer en las trampas de pillos y estafadores.
El lunes siguiente, esta pareja de jóvenes sacó tiempo de sus jornadas laborales y se fue hasta la estación de policía de Usaquén, en la calle 165 con carrera 8A, y allí terminaron hablando con el mayor Jeisson Cubides, comandante de la estación. “Él fue muy amable, muy receptivo; la verdad, no tengo queja de él, dejó que le contáramos toda la historia y se comprometió a buscar al dueño. Quedamos en o”, contó Andrés.

La búsqueda

El mayor Jeisson Cubides, comandante de la estación de Policía de Usaquén, instó al dueño del dinero para que se acerque a la estación y lo reclame.

El mayor Jeisson Cubides, comandante de la estación de Policía de Usaquén, instó al dueño del dinero para que se acerque a la estación y lo reclame. Foto:Archivo particular

El mayor Cubides se encargó personalmente de rastrear lo grabado por las cámaras de seguridad del sector. “Yo también le aporté un video que grabó mi carro, que había pasado por el andén donde se cayó la plata. Así se dedujo que el fajo había estado tirado unos 25 minutos. Incluso pasaron varias personas que no lo vieron”, contó Andrés. “El lunes me llamó el mayor y me dijo: misión cumplida”.
El mayor Cubides se encargó personalmente de rastrear lo grabado por las cámaras de seguridad del sector. “Yo también le aporté un video que grabó mi carro, que había pasado por el andén donde se cayó la plata. Así se dedujo que el fajo había estado tirado unos 25 minutos. Incluso pasaron varias personas que no lo vieron”, contó Andrés. “El lunes me llamó el mayor y me dijo: misión cumplida”.
¿Cómo ubicaron al dueño? Primero encontraron las imágenes de cuando se parquea el carro y así rastrearon el modelo y las placas del vehículo, pero estas dos características no eran muy claras. Por eso, la Policía pidió los registros de los carros que habían parqueado en la bahía en la franja horaria de los hechos.
Luego se filtraron unos diez vehículos y con estos se buscó en los registros quiénes eran los dueños. “Figuraba una empresa que renta carros. Cuando el mayor llamó a preguntar no confiaron mucho en él y solo le dijeron que lo llamaban después. Finalmente lo ó el señor que trabajaba en la empresa que había alquilado ese vehículo”, contó Andrés.
El mayor Jeisson Cubides relatóque cuando habló con él le dijo que habían hallado un dinero extraviado y que, por favor, le contara sobre eso. “Dijo la cifra que se le había perdido, no exacta porque ese día había hecho muchas transacciones, pero todo daba cuenta de que sí era él. Le pedí que pasara por su dinero, y a Andrés y Laura, que ojalá participaran en la entrega”.
Estoy muy feliz de que todavía existan personas como ustedes
Ese día el ciudadano no podía creer que esos dos jóvenes le estuvieran entregando su plata. Se le aguaron los ojos porque era una suma que ya daba por perdida. “Estoy muy feliz de que todavía existan personas como ustedes. Lamentablemente, eso no es algo muy común”.
Andrés y Laura dicen que para ellos fue un acto normal porque vienen de hogares formados con valores y educación y que preferían tener la conciencia tranquila y no portar un dinero ajeno. “Sin embargo, creemos que para ser buenas personas no necesitamos solo estudiar en una buena universidad, estoy seguro de que hay muchas personas humildes que hubieran hecho lo mismo, eso depende más de la educación en casa. Actuar bien trae cosas buenas en la vida”.

Qué le pasó al dueño?

Producto de varias transacciones, un ciudadano había terminado con una millonaria suma de dinero que guardó en uno de los bolsillos de su chaqueta. Estaba con su esposa cuando se bajó del carro. Al instante se percató de que no tenía el fajo y se devolvió al vehículo. Junto con su pareja buscaron por todas las rendijas, y nada, no encontraron nada. “En el video se ve que el señor pasa al lado de su plata, pero no la ve”.
Hablando con su esposa, pensaron que habían dejado el dinero en casa y por eso pagaron el parqueadero y se fueron a buscar en su hogar qué había pasado. No hubo nada que hacer. Les había tocado resignarse a su pérdida. Se sentían tan impotentes que no se les ocurrió poner un denuncio, tampoco vieron las noticias en donde se les buscaba.
Cubides también sumó una misión más a su larga trayectoria policial, pero está seguro de que estas pequeñas acciones valen mucho más de lo que el común de la gente se imagina. “Nos llamaron unas siete personas más, no de mala intención, que también habían perdido dinero, angustiadas, solo que a ellas no se les aparecieron ángeles”, concluyó.

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