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Caso Ana María Castro: teoría del accidente, en el limbo

No hay rastros de frenado o de arrastre del cuerpo de la víctima. Habrá nueva audiencia.

Ana María Castro de 21 años, junto con su mamá, Nidia Romero.

Ana María Castro de 21 años, junto con su mamá, Nidia Romero. Foto: Archivo Particular

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Todavía hay muchos misterios por resolver en el caso de la muerte de la joven Ana María Castro el 5 de marzo de 2020, luego de departir con unos amigos en varios bares de la calle 116 y montarse a la camioneta de Paúl Naranjo, quien la transportó en compañía de Julián Ortegón y Mateo Reyes. “Quiero más respuestas que dudas”, dice Nidia Romero, madre de la joven.
En las últimas audiencias perdieron fuerza varios testimonios que, se presumía, aportarían datos y pruebas importantes en el caso. A veces parece que la verdad sigue en el limbo.
Uno de ellos fue el análisis obtenido por EL TIEMPO elaborado por el perito forense que hace parte del grupo de física del Instituto Nacional de Medicina Legal, Pedro Javier Lizarazo, ingeniero mecánico y quien analizó cuidadosamente declaraciones, fotografías y folios, así como la necropsia y el informe realizado por los patrulleros que atendieron el caso en la calle 80 con carrera 69K.
Uno de los reparos del profesional es que en el croquis solo se observa la representación del lago hemático en el carril externo de la calzada mixta, ubicado entre 1,4 y 1,5 metros del borde del andén. Ningún otro detalle.
Lo primero que destacó es que el hecho, ocurrido a la 1:49 de la madrugada, fue registrado como un atropellamiento y que, además, los traumas en el cuerpo de la joven dan cuenta de que el impacto, cualquiera que haya sido, afectó sobre todo la parte derecha de su cuerpo: su tórax, su abdomen y sus extremidades.
Esta imagen muestra una guía con las partes del cuerpo de Ana María Castro que sufrieron algún tipo de lesión durante la noche de su muerte.

Esta imagen muestra una guía con las partes del cuerpo de Ana María Castro que sufrieron algún tipo de lesión durante la noche de su muerte. Foto:EL TIEMPO

Lo desolador es que con las evidencias existentes no es posible deducir si el conductor del vehículo realizó alguna maniobra para evitar la muerte de la joven como un viraje, una parada de emergencia o el accionar de los frenos del automotor. Eso suele pasar cuando se quiere evitar un impacto, y nada de eso se halló en la escena. “Además, en los videos existentes no se observa el momento del suceso, por lo que no es posible analizar aspectos asociados a la evitabilidad del accidente”. En pocas palabras, no fue posible la reconstrucción analítica del caso.
Pero así como no se sabe aún el origen de las lesiones en el cuerpo de Ana María Castro, estas tampoco se pueden asociar a un impacto con el vehículo implicado, es decir, con la camioneta de Paúl Naranjo.
En el informe obtenido por este diario se menciona que las lesiones en el cuerpo de Castro indican una “disipación de energía considerable asociada a una interacción con un elemento contundente”; sin embargo, no es posible asociarla a un impacto contra la superficie de la calzada luego de una caída desde un vehículo en movimiento o por un atropellamiento. Es decir, no ha sido posible corroborar si las lesiones se produjeron luego de caer desde una camioneta o si realmente la víctima fue expulsada de forma violenta.
Imagen obtenida de la reconstrucción de los hechos que rodearon la muerte de Ana María Castro. En la imagen se representa a la joven en la vía.

Imagen obtenida de la reconstrucción de los hechos que rodearon la muerte de Ana María Castro. En la imagen se representa a la joven en la vía. Foto:EL TIEMPO

Según el análisis forense, tampoco se pudo calcular o estimar la magnitud de la fuerza que se requiere para generar las contusiones sufridas por la joven de 21 años. “Sin embargo, cuando un peatón es atropellado y se presentan lesiones de consideración en órganos internos o fracturas, generalmente la velocidad de impacto del vehículo es superior a los 30 kilómetros por hora, lo que sería equivalente a un impacto presentado por una caída libre desde una altura superior a los 2,5 metros”.
Así las cosas, este informe deja las dos hipótesis del caso en el limbo, pues no se puede comprobar que la joven haya sido expulsada del carro de Naranjo, pero tampoco que haya sido víctima de un atropellamiento posterior. Lo que sí ha dicho en repetidas ocasiones John Cadena, el abogado de Paúl Naranjo, es que en el video es claro que la camioneta de Naranjo frena para luego sí continuar su marcha.
Finalmente, aunque algunas abrasiones en el cuerpo de Castro podrían dar cuenta de un arrastre, lo cierto es que en el lugar no se encontraron restos biológicos, muy comunes en estos escenarios, que den fuerza a esta teoría. Así las cosas, el testimonio que sigue sonando con más fuerza sigue siendo el de Daniel Alejandro Novoa, quien se mantuvo en su versión inicial a pesar de que lo técnico termine por sembrar dudas de su relato.

‘Yo vi que la botaron’

Daniel Alejandro Vega Novoa sorprendió en la última audiencia con sus declaraciones. Él estudió cocina en el Sena, pero, para el momento de los hechos, debido a la crisis por la pandemia, se encontraba trabajando como conductor de una aplicación para movilizar personas desde carros particulares.
Dijo que ese 5 de marzo de 2020 se dirigía hacia su casa porque no le había salido ningún servicio. “Yo cogí por la calle 80, iba en el carril central cuando vi que una camioneta hizo un movimiento brusco. Se abrió la puerta y cayó una mujer al piso. Ella quedó tal cual, en la vía”.
Él pensó que se trataba de gente borracha y que mientras reaccionaba un joven apareció en escena por el lado derecho de su vehículo. “Me golpeó el carro y me pidió ayuda. Decía que venía en otro vehículo, que lo dejaron atrás y que a ella la habían botado”.
Este es el croquis que uno de los testigos hizo del lugar de los hechos.

Este es el croquis que uno de los testigos hizo del lugar de los hechos. Foto:EL TIEMPO

Vega también relató que quiso colaborar y que cuando vio a la joven ya se veía sangre rodar por el piso. “Ahí llamé a reportar todo en la línea 123”. Dijo que quien se presume era Mateo Reyes se veía bastante alterado y que cuando trató de parar unas ambulancias, estas no lo ayudaron. “Luego de que confirmaron la atención me fui para mi casa, no trabajé más. Lo único que sé es que apenas cae la chica los conductores arrancan rapidísimo. Ella salió de cabeza”.
En cuanto al testimonio de Mateo Reyes, este sigue dejando más dudas que respuestas, sobre todo porque, según los abogados de Naranjo y Ortegón, “solo se acuerda de lo que le conviene” y otros episodios prácticamente se le borraron de su mente. No sabe quiénes eran los tripulantes del carro donde se montaron luego de salir de los bares de la calle 116, solo que, de un momento a otro, le decían que él no podía estar ahí, tampoco qué actuación motivó esa actitud.
“Lo siguiente que recuerdo es una camioneta negra a mi derecha, no sé a qué distancia. Esta arranca y Ana María cae al suelo. Salí a ayudarla lo más rápido que pude”. No obstante esta afirmación, su relato está lleno de lagunas mentales atribuibles a su estado de embriaguez. Ni siquiera se acuerda de haber hablado con Daniel Alejandro Vega.
Este viernes se llevará a cabo una nueva audiencia oral, en la que se espera comiencen a aparecer algunas respuestas ante tantas dudas detrás de la muerte de la joven Ana María Castro.
CAROL MALAVER | @CarolMalaver
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a: [email protected] 

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