Las declaraciones de Mateo Reyes siempre han sido problemáticas, no solo porque desde el comienzo fueron contradictorias sino por los antecedentes de este testigo en el consumo de alcohol. Lo cierto es que el día de la muerte de Ana María Castro, él también estaba en el vehículo y la vio por última vez con vida.
Este joven tiene 26 años cumplidos el pasado 7 de julio. Dice que es estudiante y que ha sido asistente de ventas en seguros. Actualmente está viviendo solo en Miami (Estados Unidos). El fiscal Carlos Javier Gutiérrez Rojas fue quien solicitó una evaluación psicológica forense de este testigo para saber: “Su capacidad testifical, en cuanto a los hechos objeto de investigación acontecidos el 5 de marzo de 2020”.
Aunque Mateo nació en Bogotá, en donde ha vivido la mayor parte del tiempo, también ha residido en Argentina y en Estados Unidos. Es hijo único, pero tiene cuatro hermanos más de conjunción paterna. Sus padres nunca convivieron juntos. Hasta sus 17 años su progenitor lo visitaba de forma esporádica.
Tuvo temporadas en donde vivió solo en Bogotá, otras donde lo hizo en Argentina con su mamá y otras en la capital con su padre. Hoy y tras todo lo que ha sucedido, vive solo en Miami. Siempre ha tenido una mejor relación con su madre y abuelos pues su padre siempre ha sido más estricto.
Estudió hasta décimo semestre de istración de Empresas en la Universidad del Rosario, pero allí estuvo involucrado en un proceso disciplinario y todo quedó suspendido. En lo laboral ha sido asistente istrativo, empleado de call center de atención al cliente y asistente de ventas de seguros.
Se describe como una persona extrovertida que hace amigos con facilidad. En la universidad solía asistir a fiestas con frecuencia. Dice que consumió bebidas alcohólicas desde los 17 años y que llegó a probar drogas como la marihuana y el ‘Tusi’. Siempre en fiestas o en contextos recreativos. Eso le dejó de gustar tres años atrás cuando fue víctima de alguien que lo escopolaminó en un ‘amanecedero’. Nunca supo que pasó hasta que despertó en el hospital. En cuanto a sus relaciones dice que no suelen ser formales, aunque mencionó a dos mujeres a las que ha valorado mucho.
¿Se acuerda de lo que pasó?
Siempre ha manifestado no tener claridad sobre lo que pasó con frases como esta: “Solo tengo momentos encontrados en mi mente”; “cosas que creía tener claras y después digo no, ahora que lo veo eso no puede ser así”, “Hay otras cosas que no me acuerdo de nada y trato de pensar en eso pero no logro acordarme”. Dice que todos estos vacíos en su memoria lo han llevado a bajar su consumo de alcohol.
Pese a esto EL TIEMPO conoció que la madre del joven dijo que Mateo tiene memoria de elefante, especialmente para ubicarse y retener la información que ha leído.
Su padre dice que no es un joven conflictivo ni agresivo. Eso sí, reconoció que consumía bebidas alcohólicas y que su participación en fiestas había aumentado meses previos a la muerte de Ana María Castro. Recuerda dos situaciones conflictivas en la vida de su hijo. “Una vez por defender a una amiga terminó en una pelea a golpes y, en otra ocasión, lo tuve que recoger en un hospital porque dijo haber sido víctima de un robo, pero él no se acordaba de nada, solo lapsos”.
¿Qué estableció la valoración psicológica?
El informe de valoración psicológica con fines forenses estableció que no se evidenció problemas de memoria en el valorado. La idea era determinar la capacidad testifical muy relevante para la apreciación de su testimonio.
Sin embargo, la teoría explorada en este análisis explica que el consumo de alcohol sí puede interrumpir el proceso de codificación que se da desde la memoria sensorial hasta la memoria a largo plazo, dificultando la formación de la memoria declarativa de hechos que ocurrieron estando en estado de intoxicación. Si hay ‘lagunas mentales’ la recuperación de la información es particularmente difícil y a veces imposible.
No obstante, según la valoración, Mateo no tiene la intención de fingir y/o manifestar dificultades que no existen en su proceso de memoria. Pero, otros olvidos durante su vida, sí han tenido que ver con ‘lagunas’, producto de consumo de alcohol. “Mateo cuenta con un estado mental conservado, sin presencia de trastornos de personalidad o psicopatología y un óptimo rendimiento cognitivo. Sin embargo, su capacidad testifical en cuanto a los hechos del 5 de marzo de 2020 puede estar comprometida por haber experimentado un episodio de amnesia derivado del excesivo consumo de alcohol”.
Las dos versiones de Mateo Reyes
Testimonio textual 1
5 de marzo de 2021
Ayer le escribí a Ana por WhatsApp a las 4:30 de la tarde y le dije que si quería tomarse algo con unos amigos y ella me dijo que sí, que se arreglaba el pelo y que iba. Yo le ayudé a pagar el Uber.
Ella llegó a la calle 116, entre Autopista Norte y avenida 19. Estábamos en un sitio que se llama Zona 116 con muchos amigos desde las 6 de la tarde hasta las 8 u 8:30 de la noche.
Luego nos fuimos todos para un bar de la 116 que se llama El Chupe. Ahí estuvimos un rato todos y las amigas que estaban con nosotros se fueron y mis amigos se fueron a comer y otros para la casa.
Quedamos solo Ana María y una amiga mía de nombre Laura Trujillo. Nos quedamos un rato y luego Ana se encontró con dos amigos. No sé cómo se llaman y luego ya se fue Laura.
Yo me iba a ir para mi casa, pero Ana me dijo que me quedara con los amigos y con ella. Nos quedamos un rato, pero eso ya estaba muy solo, entonces los amigos de Ana dijeron que nos fuéramos para Cantina que queda al lado de El Chupe.
En Cantina me encontré con otros dos amigos, pero yo dejé mis cosas en la mesa de Ana y sus amigos y departí un rato con ambos grupos. Después seguimos tomando whisky, aguardiente y cerveza.
Ya me sentía muy mal. No me acuerdo de la salida del bar, solo de que Ana y los amigos me decían que íbamos para la casa de alguien, pero no sé de quién. Nos montamos en una camioneta negra KIA Ana, los amigos de ella y yo.
No sé cuántos amigos de ella eran, pero adelante iban dos, el conductor y el acompañante. Ya cuando íbamos por la calle 80 con 69P, por donde ocurrió el incidente, alguno de los amigos me dice que yo no podía ir con ellos a la casa.
Entonces pararon, yo me bajé del carro y Ana se bajó detrás de mí. Yo me subí al andén y ella se quedó hablando con los ocupantes del vehículo por la ventana, no se si la de adelante o la de atrás.
Luego escuché discutir a Ana con alguno de sus amigos y les preguntaba: “por qué, por qué”. De un momento a otro el que iba manejando el carro arrancó y como ella estaba recostada sobre la ventanilla quedó enganchada en el auto.
Como arrancó tan rápido, ella se cayó al piso y se golpeó la cabeza. Yo no sé si el carro la arrastra, pero sí que giró antes de caer por la fuerza del carro al arrancar. Yo me acerqué a verla y observo que está quieta, no se movía, entonces yo entro como en shock.
Mi primera reacción fue tratar de parar algún vehículo para ver si alguno ayudaba a llevarla a una clínica. Yo gritaba que llamaran a la policía o una ambulancia. Yo logro llamar al 123 desde mi celular. Eso fue como a la 1:45 de la mañana y a las 2:03 a.m., la verdad no tengo claro qué les dije, supongo que lo que había pasado. Después de eso me sentía muy mal, me acuerdo que lloraba, que pedía ayuda, llamé a mi novia Valeria Velásquez. Eso fue como a las 2:10 y a las 2:28 a.m. y le conté lo que había pasado. Ella me dice que va para allá a ayudarme.
Cuando ella llega ya estaba yo con la Policía, pero, para ser sincero, de ese momento no me acuerdo. Valeria me dijo que cuando ella llegó al sitio a Ana ya se la habían llevado. Luego la Policía nos dice que los acompañe para dar testimonio y me voy con ellos al CAI de Las Ferias.
Allá llega Valeria. Llamamos a mi papá y cuando llega la Policía me deja ir. Valeria me dice que yo di muchas versiones, pero yo no me acuerdo ni qué les dije, hasta que me calmé les dije lo que había pasado.
Yo me fui para la casa de Valeria mi novia, luego traté de ar a alguien allegado a Ana y a su familia. Me acuerdo de una amiga en común que se llama Paula Ramírez. Le escribí por Facebook. Ella estuvo en Zona 116 anoche y supongo que luego estuvo también en Cantina.
Cuando ella me contesta el Facebook me dice que yo y Julián le habíamos dicho a Ana que nos subiéramos a la camioneta. Yo no me acuerdo. No sé quién es Julián. Paula me da el número de la mamá de Ana. Yo hablé con ella y le conté lo que había pasado.
Valeria llamó al CAI y averiguó dónde estaba Ana. Nos dijeron que en el Hospital Simón Bolívar. Cuando llamé a la mamá le dije que yo quedaba pendiente de lo que supiera. A las 2:19 ella me llama y me dice que Ana había muerto.
Yo me afecté mucho, le dije que no lo podía creer, que lo sentía mucho, le di mi número de celular, me dijo que me iban a llamar de la Fiscalía y trató de preguntarme quiénes eran los amigos de Ana, la placa del carro, pero yo no tenía esa información.
Me acordé de Paula y cómo ella me habló del tal Julián, yo le mandé un audio a la mamá de Ana diciéndole que creía que la amiga Paula sabía quiénes eran los del carro, pero ella no me contestó ya más mensajes. A los diez minutos me llamó el investigador.
Testimonio textual 2
20 de enero de 2021
Sobre las 2 de la tarde del 20 de marzo del 2020 llegué al bar zona 116 ubicado en la calle 116 debajo de la 19, donde me esperaba Felipe López y dos conocidos de él de los cuales no recuerdo sus nombres.
Seguidamente comenzamos a consumir aguardiente y una hora después comencé a llamar a amigos y amigas para que llegaran a este lugar, logrando conformar un grupo de aproximadamente 15 personas.
Ana María Castro llegó al lugar sobre las 6:50 de la tarde de ese día y seguimos consumiendo whisky y aguardiente. En este lugar estuvimos departiendo hasta las 9 de la noche aproximadamente.
Con el grupo salimos para otro bar de nombre El Chupe, ubicado al respaldo. En este lugar continuamos el consumo de licor, pero en este momento no recuerdo cuál pedimos. Sobre las 11 de la noche observé que al lugar llegaron dos sujetos que se sentaron en una mesa cercana.
Luego vi que Ana María Castro fue hasta la mesa donde ellos se encontraban y los saludó. Luego Ana me dijo que ella los había invitado. Mis amigos se comienzan a ir hasta que quedamos solo ella, los dos sujetos y yo.
Por eso decidimos ir a un bar contiguo de nombre Cantina donde nos estaban esperando amigos. No tengo muy claro qué paso en ese lugar, ya que yo me encontraba muy tomado. No recuerdo la hora ni quién propuso irnos para una casa a seguirla.
Mi siguiente recuerdo es estar sentado en la silla trasera del lado de la puerta derecha de un vehículo donde escucho la voz de un hombre que me dice: “usted no puede ir a mi casa, bájese”.
Luego solo me acuerdo de estar parado en un andén y observar un vehículo de marca KIA color negro que se encuentra estacionado a cuatro o cinco metros. Escuché la voz de Ana María Castro diciendo: “pero por qué o por qué”. Luego veo que el automóvil arranca y que Ana María cae al suelo por lo que yo me acerco.
Comencé a tratar de parar un automóvil para auxiliarla, llamé dos veces a la línea de emergencia 123, también llamé a mi novia quien llegó a este lugar. Mi novia me dijo que ya se habían llevado a Ana María.
Mi siguiente recuerdo es estar reclamándole a la Policía por la demora en el auxilio. Luego me llevaron al CAI de Las Ferias, pero no recuerdo nada por mi estado de alicoramiento. Luego de que llegó mi padre la Policía me dejo ir. Sobre las 9:30 del 5 de marzo, le escribí a Paula Ramírez. Pregunté por familiares de Ana María Castro ya que quería informar lo que vi esa madrugada. Paula Ramírez me contestó dándome un número celular de la mamá de ella.
Luego en el CAI de Las Ferias me dijeron que había sido trasladada al hospital Simón Bolívar. Después recibí una llamada en la que me dicen que Ana María había fallecido y que de la Fiscalía me iban a llamar.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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