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Explicativo
50 años de historia de la plaza del 20 de Julio, la única de Bogotá que ostenta una antigua obra pictórica
Según las matronas fundadoras, el terreno donde está ubicado este centro de abastecimiento fue chircal y fábrica de tubos.
La Plaza de Mercado del 20 de Julio está istrada por el Instituto para la Economía Social (IPES). Tiene un área de 5.027 metros², distribuidos en 2 niveles, una terraza de comidas, y 329 puestos. Foto: Ricardo Rondón Chamorro
En 1974, el artista plástico manizaleño Luciano Jaramillo firmó el tríptico 20 de Julio, óleo sobre madera de gran formato, que la antigua Empresa Distrital de Servicios Públicos (Edis) le encomendó para inaugurar la plaza de mercado del 20 de Julio, ubicada en el barrio homónimo del sur de Bogotá que, en 1935, el padre salesiano Juan del Rizzo consagró al Divino Niño Jesús.
En el tríptico '20 de Julio', el pintor, influenciado por el muralismo y el indigenismo mexicano, expuso su espíritu crítico en tres cuadros: el del centro, el florero de Llorente, pedernal de la discordia que en el cuadro de la izquierda incita el grito independentista de un pueblo airado por el sometimiento a la corona española; mientras que, en el cuadro de la derecha, expresa sus afectos a la ruralidad, al campesinado que trabaja la tierra y participa de sus frutos a la comunidad.
De esa etapa, y de mucho antes de que la plaza se haya constituido, el gran retablo del romántico pincel expresionista de Luciano Jaramillo se ha reproducido en los cuadros de costumbres de las campesinas y venteras fundacionales de la plaza del 20 de Julio, que hoy median 70, 80 y 90 años. Cada una con una historia irable y digna de contar.
En ese honorífico mosaico figuran vigentes: María Guillermina Barón Medina, de Cómbita, Boyacá; María del Tránsito Ramírez Ávila, de La Patica del Cerro (arriba del barrio Las Aguas); Rosalbina Prieto, de Cáqueza, Cundinamarca; Blanca Flor Vargas, del barrio Vergel de Bogotá; Rosita Ávila Rincón, de Sotaquirá, Boyacá; Irma Huérfano Bogotá, de Chipaque, Cundinamarca; Beatriz Parra, bogotana; y María Josefina Valbuena Roa, más conocida como 'Chepita, de Villeta, Cundinamarca, entre otras.
Toda una vida
Yo estaba chirriquitica y mi madrecita se instalaba cerca de la iglesia a vender almojábanas, arepas, envueltos, quesos, génovas y gallinas vivas, cuando las dejaban feriar. Y con se sano ejemplo crie a mis tres hijas mujeres que viven en el campo
El de vivanderas (bello nombre tomado de las mujeres que en el pasado vendían víveres a los militares en campaña) ha sido un trabajo que ha pasado de generación en generación, desde antes de que existiera la plaza, cuando se asentaron en la calle 27 sur, y las provisiones llegaban en mulas y carromatos de los cultivos de la sabana, del altiplano cundiboyacense, o de la plaza España.
Guillermina Barón, pionera del mercado campesino, brilla a sus 74 años por su asombroso vigor y su carácter alegre y desenfadado. Vende variedad de quesos, mantequilla, frutas, a, sabajón de feijoa, miel de abejas, entre otros productos.
"Yo estaba chirriquitica -dice- y mi madrecita se instalaba cerca de la iglesia a vender almojábanas, arepas, envueltos, quesos, génovas y gallinas vivas, cuando las dejaban feriar. Y con se sano ejemplo crie a mis tres hijas mujeres que viven en el campo".
María Guillermina Barón Medina, de Cómbita Boyacá, otra de las fundadoras de la Plaza del 20 de Julio, en su puesto de quesos, arepas y almojábanas. Foto:Ricardo Rondón Chamorro
María del Tránsito Ramírez Ávila, a quien por cariño llaman 'Tatico', está próxima a cumplir 90 años. Da cuenta de la evolución del transporte público en Bogotá: carreta de mulas, tranvía, trolie de tirantas, bus, buseta, colectivo, taxis clásicos como el Plymouth, de color negro y su aire funerario.
Desde los 13 años, doña Tránsito trabaja como vivandera. Ha tenido puestos en la mayoría de mercados capitalinos, y de hace 50 años, en la plaza del 20 de Julio, "que antes de ser plaza fue chircal yfábrica de tubos, hasta que la EDIS compró el lote para organizarnos a nosotras", explica 'Tatico' en su puesto de frutas mientras pela bolitas de uchuvas.
"Esta plaza ha sido nuestra casa y gracias al trabajo el IPES (Instituto para la Economía Social) ha construidode acuerdo a nuestras necesidades. Algunas compañeras se han retirado, o han fallecido. Los días que he faltado, es porque me siento muy enferma, y el día que no vuelva, es porque Dios se acordó de mí", resume María Tránsito, madre de 7 hijos (5 mujeres y 2 hombres), que le han dado 18 nietos, 19 bisnietos, 8 tataranietos, en mora de un reconocimiento especial.
Los fogones de 'Chepita'
En la terraza de comidas, la acreditada líder del paladar es María Josefina Valbuena Roa, la popular 'Chepita', al frente de su restaurante de hace 43 años, cuando se hizo al cupo que le otorgó la EDIS, por el que empezó pagando 350 pesos. Hoy paga 350.000 mensuales. Madre soltera de cuatro hijas, la acompaña Myriam, que en las lides de la cocina es su mano derecha desde los 10 años.
El comedor de 'Chepita' es el más frecuentado por susazón y la variada carta de platos criollos que ofrece a diario: viudo de capaz, sobrebarriga dorada, sancocho de pescado, cocido boyacense, gallina sudada, churrasco, arveja con pata, chanfaina, mojarra, que en precios varían entre 25.000 y 30.000 pesos; almuerzo ejecutivo a 15.000 y 20.000; desayunos a 15.000 y 18.000, y los tradicionales tamales 'Chepita', viernes, sábados y domingos, 8.000.
Josefina Valbuena Roa, la popular 'Chepita' de la terraza de comidas, frecuentada por su sazón y la variedad de delicias criollas, acompañada de su hija Myriam . Foto:Ricardo Rondón Chamorro
Por asuntos de agüeros y creencias en un barrio devoto por naturaleza como el 20 de Julio, no podía faltar el puesto esotérico de Blanca Flor Vargas, de 83 años, "rola hasta las cachas del barrio Vergel", madre de 7 hijos (5 mujeres y 2 hombres). Confiesa Blanquita, como la nombran sus vecinas, que empezó vendiendo líchigo, hasta cuando conoció al profesor Salomón, el reconocido tarotista de Palermo, de quien aprendió los trucos y secretos de lo místico, misterioso y oculto.
Hoy, con la compañía de su hija Azucena Cárdenas, Blanquita aconseja y despacha infinidad de productos que ella recomienda "para neutralizar maleficios, codicias, envidias y presencias espantosasque pululan en este caótico y enloquecido mundo”.
Al frente de la esotérica está la gruta de hierbas de Irma Huérfano Bogotá, que por su vigor a primera vista y su piel lozana, pocos creerían que está laborando hace 50 años en estos predios veintejulianos.
Irma empezó pagando 15 pesos mensuales por el puesto. A la fecha paga 355.000. Madruga martes, viernes y domingo a las 3 de la madrugada, a proveerse en la plaza del Samper Mendoza. Las hierbas que más le solicitan son las aromáticas para la buena digestión: hierbabuena, albahaca, manzanilla y limonaria; y para los nervios y la ansiedad, cidrón, valeriana y toronjil.
De tradición
Con machete corto al cinto, Graciliano Zuleta Prieto, nacido hace 43 años en Cáqueza, depara honroso testimonio de su señora madre, doña Rosalbina Prieto, de 78 abriles, otra de las fundadoras de la plaza del 20 de Julio. La prosperidad del patrimonio familiar, a lo largo de más de 40 años, se materializa en 8 puestos y una bodega.
Mi madrecita trabajó de niña con mi abuela en la plaza de mercado de Cáqueza
"Mi madrecita trabajó de niña con mi abuela en la plaza de mercado de Cáqueza. Ella también nos enseñó desde peladitos a ganar el sustento con el trabajo honrado, y con ese mismo ejemplo formamos a los hijos. Nuestro negocio siempre ha sido delegumbres, hortalizas, papa y plátano, queso, arepas, pollos y huevos", refiere Graciliano.
Culminamos el recorrido por donde empezamos: en el tríptico del maestro Luciano Jaramillo, que tiene a sus espaldas el octogenario santandereano Carlos Ortiz Burgos en su puesto de plátanos. Dice que trabaja desde los 4 años: "es que en esa época el estudio era de familias pudientes que querían que sus hijos fueran curas, jueces o matasanos. Porque los que trabajamos la tierra, nacimos con el azadón bajo el brazo, y la escasa escuela que nos daban era para medio firmar y hacer cuentas", remata don Carlos.
50 años
La plaza de mercado del 20 de julio tiene un área de 5.027 metros², que comprende dos niveles: el primero, el bodegón de abastecimiento con 329 puestos, y un mercado campesino. En el segundo nivel está la terraza de comidas con 12 restaurantes y la oficina de istración.
Los arriendos mensuales de los puestos oscilan entre los 300.000 y 400.000 pesos. La plaza está abierta de domingo a domingo. Lunes a viernes, de 7 AM a 4 PM. Jueves de 7 AM a 2 PM. Sábado y domingo de 7 AM a 5 PM. Festivos: 7 AM a 3 PM. Los únicos días de cierre son el 25 de diciembre y el 1° de enero.
Para la celebración de sus 50 años, el IPES programó una serie de actividades artísticas y culturales que se desarrollarán durante el mes de agosto, y en especial el puente festivo dedicado a la Virgen de la Asunción, cuando se repartirá la gran torta de cumpleaños, al son de carranga, platos típicos, cuenteros y revista de danzas.