J Balvin: 'Soy mucho más fuerte y no caigo en esos momentos oscuros de los que no me podía sacar nadie'. Entrevista con Revista BOCAS

Se alejó de las redes sociales y de la música; se concentró en ser papá y en sanar sus demonios, pero era hora de volver. J Balvin, ‘El niño de Medellín’, tiene un nuevo disco y habló con BOCAS de sus mejores recuerdos con Karol G cuando era una niña que cantaba en fiestas de quince, de sus polémicas, de su amistad con Jay Z y Will Smith; de su hijo Río; de Takashi Murakami; de la muerte de su perro Enzo, su parcerito; de su secreto para convertir el reguetón en un nuevo patrimonio universal y, por supuesto, de Rayo. Esta es su entrevista con Revista BOCAS.

J Balvin ya no se pinta el pelo de colores, viste monocromático y se peina con trenzas africanas. La estética del artista ha cambiado desde su penúltimo álbum, Jose, en el 2021, año en que se tomó una pausa musical que se prolongó hasta estos días. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces. Jose Álvaro Osorio Balvin se convirtió en padre, sufrió de una terrible depresión y, pisando sus cuarenta, quiso volver a sus orígenes lanzando un álbum (Rayo, 2024) que compuso sin pensar en los números, buscando reconectar con el pelado de barrio que hacía música para sus parceros y que terminó poniendo a perrear al mundo entero el reguetón colombiano.

Cuando su primera canción pegó, Ella me cautivó, en el 2007, estaba en furor el reguetón puertorriqueño. Tuvo que abrirse paso a punta de conciertos en colegios, a los que iba en su carro Rayo –al que le hace honor en su último álbum–, y tocándoles la puerta a las emisoras para que le dieran la oportunidad al reguetón colombiano, un género que estaba enclosetado en los barrios populares de Medellín. Eran otros tiempos y las redes sociales todavía eran incipientes, no existían las plataformas de streaming y no era sencillo viralizarse.

Pero siete años después, en el 2014, no solo logró sonar en todo el país, fue el #1 en Billboard con 6 AM, junto a Farruko. Fue la canción más escuchada del planeta. Creció como espuma. Ese mismo año fue hit con Ay vamos y Ginza; en el 2017 con Mi gente; en el 2018 con X; en el 2020 con Ritmo; en el 2021 con Tu veneno, y como estos, suma casi 30 éxitos que encabezaron el top global. Es el artista con más videos musicales que alcanzan el billón de reproducciones en YouTube, el colombiano más escuchado en los últimos cinco años y el segundo latino después del fenómeno Bad Bunny. Hizo su aparición con Shakira en el Super Bowl del 2020, Obama dijo que amaba su música, tiene 190 premios, entre estos cinco Grammys latinos, y fue nominado más de 200 veces a los diferentes reconocimientos de la industria.

En los negocios también prosperó. Tiene unas Jordan, con Nike, que en su primer lanzamiento se agotaron en minutos. Es un referente de la moda, amante del arte y de la cultura japonesa. En el 2020, para el álbum Colores hizo una colaboración con el maestro Takashi Murakami, que diseñó toda la estética del trabajo discográfico. Su merch se vendió masivamente.

En la cima del estrellato tuvo episodios que lo pusieron en el ojo del huracán. En el 2019 fue cuestionado por su silencio frente a la difícil situación de orden público del Paro Nacional. En el 2021 fue “cancelado” luego del lanzamiento de Perra, junto a la rapera dominicana Tokischa, cuya letra y video musical fueron considerados degradantes hacia la mujer. Y en el 2022, luego de un cruce de comentarios e indirectas con Residente (ex Calle 13) sobre el criterio de selección de los Latin Grammys, este le compuso una ‘tiradera’ junto al productor argentino Bizarrap, BZRP Music Sessions #49, que le dio la vuelta al mundo y lo dividió en dos bandos: fans y haters de Balvin.

Fue un episodio doloroso para él. Se sintió traicionado por la industria. Su salud mental se deterioró aún más y vio necesario parar su discografía, desconectarse de las redes sociales y hacer una introspección para regresar más fuerte.

En el último piso de un edificio de El Poblado, el 8 de agosto, en plena fiesta de la Feria de las Flores, J Balvin les anunció a los medios su regreso a la música. Hablamos un poco en los entretelones y luego me monté con él en el carro –no en Rayo, su emblemático Volkswagen Gol rojo, sino en una Toyota Fortuner–, para repasar su vida, su carrera, sus sentimientos, alegrías y duelos. En medio del trayecto y de la charla ensayó una canción que interpretaría más tarde y fue un ‘momento Balvin’. Esa noche presentó Rayo a su gente, en Belén, el barrio donde se crio. Sus fans iban vestidos con el estilo “calle” que impuso el reguetón. Los más fanáticos se tatuaron el ícono del álbum, en un puestico que había en el lugar. Sus amigos, su familia, pero en especial su público, acompañaron la cuenta regresiva del nuevo lanzamiento. Y gritaron, perrearon y cantaron las canciones de ‘El niño de Medellín”. Me incluyo.

Yo estoy muy feliz. A Karol la celebro, porque pa’ mí es una hermanita. Su nuevo récord en Madrid, llenar cuatro veces el Bernabéu, fue algo increíble. Igual que Feid. Él ha tenido un crecimiento exponencial, muy merecido, producto de mucha paciencia, de mucha resiliencia, y también me alegro por él. Un power cup bien interesante, además. A Ryan lo considero parte de nuestra familia porque es una persona que tiene los mismos valores, es genuino, es real. Con Blessd no tengo la amistad que tengo con Ryan, porque por cosas de la vida conocí a Ryan primero, pero me siento muy orgulloso de todos ellos. De Maluma, por Dios, ¡¡¡Maluma!!! Aunque la explosión más reciente fue la de Karol y Feid. Y me alegra, porque el hecho de que Carolina esté pasando por este momento también les abre el camino a nuevas princesas que quieran ser artistas del género. El empoderamiento femenino que ha sembrado era necesario. No había una artista latina que hubiera creado esa conexión. Y Feid también. No había salido un artista que hiciera conectar a la gente con el parcero ‘nea’. Ambos hicieron unas conexiones muy bonitas con su público y esos fans son muy leales y estoy seguro que los seguirán a lo largo de su trayectoria musical.

A Karol la recuerdo como una mujer muy fuerte, muy talentosa, con una visión increíble, pasando por malos momentos, como todos. Tuvo muchas luchas, empezando porque el reguetón es un género donde el 99 por ciento son, o eran, artistas hombres. Recuerdo haber tenido una conversación en la que le dije: “que seas mujer no hace la diferencia, porque vos sos talentosa, y al público lo que le importa es tu música”. De cierta manera siempre supe que ella lo lograría. Yo la conozco desde que era corista de Reykon, cantando en quinces. Estuve en unos en los que nos presentaron: “mira, ella es Karol G, quiere subirse a cantar contigo”. Ahora llena estadios, rompe récords, ‘Mañana Será Bonito Tour’ fue la gira más vendida de una mujer latina en la historia, y a mí eso me llena de orgullo, me parece una chimba.

Ha sido un periodo de aprendizaje, principalmente. De mucha madurez. Ser padre me generó un cambio muy grande en mi vida. Desde que llegó mi hijo Río, mi parte emocional, la forma de afrontar los problemas es totalmente diferente a como solía ser antes. Soy mucho más fuerte y no caigo en esos momentos oscuros de los que no me podía sacar nadie. También me acerqué más a mi gente, a mi familia, a los amigos, todos ellos aportándole a mi proceso de crecimiento. Fue un tiempo que aproveché para cuidarme mentalmente, espiritualmente y físicamente. Unos meses que sirvieron a pesar del riesgo, porque esta es una carrera donde todo corre muy rápido y la competencia nunca duerme. No me arrepiento de haberme tomado este descanso, pero me dio duro.

Estaba pasando por momentos muy oscuros. Viví situaciones que nunca había vivido dentro de la industria musical y no fue fácil entenderlas. Me tuve que tomar mi tiempo para digerir, perdonarme y perdonar.

Hubo tres, cuatro situaciones mediáticas, en las que en ninguna hubo intención o dolo de crear un problema, todas surgieron de forma espontánea, pero desataron comentarios en mi contra. En el caso de Tokischa, por ejemplo, mi error fue apoyar cien por ciento la visión de la artista y eso me costó mucho, pero no hubo ningún deseo de crear controversia o de generar daño.

La pausa fue a nivel discográfico, porque en este tiempo me mantuve girando. Aunque hoy, con el lanzamiento de Rayo, siento que volví a las canchas. En estos meses igual saqué un par de canciones que no pude promocionar porque no estaba usando redes sociales, pero ahora es el timing perfecto para hacerlo. No era ni antes ni después. Da la casualidad que estamos en plena Feria de las Flores, tampoco fue planeado, es una fecha poderosa, 8-8-8, y estoy rodeado de una familia que me apoya, unos amigos que me aman y el pueblo, que sé que me quiere muchísimo.

Sí, un año, por tranquilidad.

Brutal. La mamá es la más dura en todo esto, la más tesa, pero yo he aprendido mucho de paciencia con mi hijo. Me veo en él, veo cosas que la gente me decía que yo tenía y nunca las percibía hasta que las vi en Río.

Es superhiperactivo, muy despierto. Tanto su madre como yo lo somos y él lo heredó. Es la combinación de una argentina y un colombiano, dos nacionalidades muy pasionales. Hace poco salió campeón de la Copa América, aunque en esa final con cualquiera que fuera el resultado él se sentía ganador.

Bueno, es el reflejo de mi trabajo. Mi carrera no ha sido de un día para otro, mi carrera no fue suerte, mi carrera, y como bien lo dices, incluso sin estar presente, sigue creciendo. Los números hablan por sí solos. Es muy buena música, muchas de mis canciones son obligadas de poner en una fiesta, obligadas de poner en un despecho, y eso me llena de alegría. Hoy también salió que soy el artista con más billones de views en el planeta, que también es algo bonito, pero es producto de la disciplina y la constancia. La suerte acá no entra por ningún lado. De tantas canciones que tenemos hubo muchas que no pegaron, que no fueron éxitos, pero yo pensaba: si no es esta, la otra. Esa siempre va a ser la misión.

Pues, hablar de los logros propios no suena tan cool (risas), pero creo que… hay una canción de Héctor Lavoe, que es Hacha y machete, así me tocó a mí. No había un camino trazado, mis artistas favoritos del género eran todos puertorriqueños, entonces me tocó hacerlo con hacha y machete. No había las redes sociales que existen hoy, las plataformas musicales tampoco estaban, la televisión no creía en mí, la radio tampoco, pero los entiendo, porque era un mercado saturado completamente por Puerto Rico, ellos son los creadores del reguetón. Después vino el proceso de educar al público colombiano para que apoyara al reguetón local. Me tocó muy difícil, fue muy duro, y si ese camino ayudó a que otros pudieran caminar por él, amén.

Lo más importante en este proceso es que no tengo que demostrarle nada a nadie. Sé lo que he trabajado. Obviamente, siempre quiero reinventarme, y la torta es muy grande para todo el que quiera, pero ahora quiero probarme a mí mismo. La gente ya sabe quién es J Balvin, ya tienen un concepto, algunos me aman, otros no, normal, pero este álbum es una reconexión conmigo, es volver a grabar con esa pasión de no estar tan pendiente del negocio, como cuando era pelao: hacer música para mis dos parceros, pa’ la novia y pa’ mis papás. Así grabé este álbum, disfrutándolo.

Porque recordé al pelao de 18, 19 años grabando en Robledo, La Pola; disfrutando, riéndome, bailando. Tal como grabé este disco. De una manera ingenua. Y esa ingenuidad que tuve fue la que me trajo hasta donde estoy hoy en día. Entonces vamos a seguir siendo ingenuos para pasarla bien y ver hasta dónde nos lleva el río.

Han sido muchas. Para mí, poner en el mapa de la industria del reguetón a un artista colombiano fue una tarea colosal. Imagínate que venga un chileno a hacer vallenato. Lo va a hacer muy bien, pero culturalmente va a haber un choque, porque la gente dirá: tú no eres de los nuestros. Y así fue. En ningún momento me sentí rechazado por Puerto Rico, pero el público sí estaba familiarizado culturalmente con los reguetoneros de allá. Poder romper el hielo y sacar el reguetón del clóset en Colombia es algo de lo que me siento muy orgulloso. También logramos quitar la estratificación que tenía el género, que era solamente del barrio, y lo escalamos a todas las clases sociales. Nosotros vinimos con un sonido más melodioso, con palabras diferentes, con letras que no eran tan vulgares, y pudimos hacer una conexión más general. Podían escucharme los niños con sus padres sin que se sintieran preocupados porque venía un pedazo en la canción que mmm (risas). Para la muestra está el tema de Bob Esponja con el que pegamos en el mundo entero. Entonces creo que, en perspectiva, se abrió un camino que no tenía pavimentación.

Aprendí a callar mis emociones. Ya no comparto lo que siento en redes sociales. Igual, soy humano y en par de entrevistas abro mi corazón, pero ahora soy más prudente. Voy a darte música y sólo música. Mi vida te la voy a compartir, así como mi día a día, pero ahora con inteligencia emocional. No estoy pendiente de si fulano dijo aquello, responder a esto, a lo otro; ya conmigo eso no va. Tengo mucho que perder y poco que ganar. 

Después de los ataques mediáticos, bloqueé mi vulnerabilidad. Me volví muy frío. Pero ahora que estoy de regreso, creo que eso fue lo que me hizo conectar con el público. Que la gente sepa que siento lo mismo que ellos. Estoy en ese proceso de quitar ese escudo que puse en cuanto a sentir y expresarlo. En su momento, como dices, fue disruptivo mostrarme vulnerable y tuvo opiniones a favor y en contra. Hubo quien dijo: “eres débil para este género, no nos representas”. Pero estamos salvando más vidas que quienes nos critican. Hablar abiertamente de salud mental salva vidas. Cuando estoy en giras, la gente se me acerca y me dice: “gracias a ti busqué ayuda para tratar mi depresión o ansiedad”. La vulnerabilidad es bella. Eso es lo que nos hace humanos.

Tuve que dejar de ser vulnerable porque hace dos años fue la primera vez que tuve una experiencia tan oscura dentro de la industria. Me di cuenta de las falsedades, de los amigos que no eran amigos; fue muy doloroso. Además, porque nuestros problemas son públicos, entonces todo el mundo se cree con el derecho de opinar, de juzgar, de tomar bandos… a veces me pregunto si fue bueno haberme callado o no, pero creo que la vida se encarga de mostrar quién hizo lo correcto.

Yo ya pasé la página. Obviamente a veces tengo recuerdos y me lleno de coraje, como todo el mundo, pero después lo suelto. Ya hice las paces conmigo.

La inspiración llega en cualquier lado, la verdad no hay fórmula. Yo casi siempre compongo con Keityn, que fácilmente puede ser uno de los compositores más importantes de Latinoamérica; con O’Neill, que es mi mano derecha y cuando estamos juntos siempre sale música. Y la musa llega en el estudio, que es cuando nos sentimos preparados para producir. Pero las melodías sí nacen en cualquier momento. Cuando te estás bañando, cuando estás caminando, cuando estás trotando… las ideas también. Eso es lo bonito del arte, que casi nunca se planea.

Yo siempre he sido de experimentar nuevos sonidos. Con Carin León, por ejemplo, pudimos combinar parte de su sonido regional y componer un afrobeat, algo superinesperado. Con Ryan Castro y Blessd no hicimos reguetón, hicimos una canción electrónica. No quiero ser predecible, siempre quiero salir de mi zona de confort.

Ed Sheeran, con el que tenemos un álbum que sale el próximo año, con el favor de Dios; Beyoncé (Mi gente); y una nueva, que jamás me esperé, con Imagine Dragons (Eyes Closed).

Sí, sí. Es que fueron quienes me inspiraron. Prácticamente toda mi vida escuché música en inglés, además viví en Estados Unidos, entonces uno crea ídolos anglo. Bueno, además de Yankee, que siempre fue mi inspiración.

Nació de los sueños del niño de Medellín. Nació de la espontaneidad. Yo le hablé con el corazón a Will y le pedí que me acompañara en este concierto porque la historia era alienígena, porque no lo veían hacía tres años públicamente, porque estaba ready pa’ romper, como tiene que ser, y porque mi niño interior lo pedía. Así fue que se logró y hoy tenemos una muy buena amistad. No hablamos todos los días, pero estamos en o mensualmente.

Ryan Castro, J Quiles, Sech, Arcángel, Jeremy Ayala –un gran productor y el hijo de Daddy Yankee–, Pharrell Williams… Yo creo que ellos, con los que siento que hay un amor y un respeto genuino sin importar las circunstancias.

Sí, sí. Él ha llegado en momentos claves de mi vida para darme los consejos correctos. Por ejemplo, con la situación con Tokischa me dijo: “hay que darles a los fans la información para defenderte”. A veces las explicaciones son necesarias, y en ese caso salí a hablar, acepté mi error, que no fue con mala intención, y al final Jay Z tenía razón. Las aguas se calmaron un poco después de eso.

¡Gracias! Sí, sí, cada lugar en el que vivo plasma mi visión sobre el diseño y la arquitectura. Yo pienso que el hogar debe ser un templo, no un lugar para alimentar tu ego, sino para descansar, y así diseño los lugares donde vivo. Son casas con mucha paz, estén donde estén, incluso en la ciudad más caótica. Por ejemplo, yo vivo en Nueva York también y al llegar a casa siento que estoy en Japón. Siempre he sido fanático de la cultura asiática. Ellos tienen una corriente que se llama wabi-sabi (belleza de la imperfección), que apela mucho al balance, a la tranquilidad. Tú, cuando vas a alguno de los lugares donde vivo, no ves nada de J Balvin, no ves ni una foto de un álbum, ni un premio, porque lo último que quiero al llegar a casa es ver al artista; quiero reconectarme con Jose. Precisamente, uno de mis sueños, que lo voy a cumplir, es construir casas y hoteles con esta estética.

Desde niño, viendo anime. Pero fue en mi primer viaje a Japón, a Tokio, en donde se me explotó la mente. Fue allí donde encontré el equilibrio entre la espiritualidad y la materia. Es una cultura alejada de los egos y muy fuerte de espíritu, y eso se siente.

Con mucha tranquilidad. Era mi mejor amigo y lo disfruté tanto, tanto, que no tuve ningún remordimiento, solo agradecimiento. Yo tuve a Enzo desde que tenía un par de meses y pasó la expectativa de vida. Ellos viven como 12 años y él llegó a los 14. Fue mi parcerito, y al verlo tan mal, solo quería que descansara. Cuando finalmente se fue, todos me llamaban pensando que iba a estar vuelto mierda, pero la verdad no. Debe ser por la forma en que veo la vida y percibo las relaciones con las personas y con todos los seres. Pesa más el agradecimiento por lo vivido, que el egoísmo de tenerlo conmigo. Él me acompañó cuando empecé a tener éxito, en los momentos más tristes, en el nacimiento de mi hijo… me quedo con eso.

La lectura y cuando puedo voy a museos.

El que estoy leyendo en este momento es de Robin S. Sharma, se llama La riqueza que el dinero no puede comprar, pero quisiera empezar a leer novelas. En estos días me recomendaron Ensayo sobre la ceguera, de Saramago. Quiero empezar a incluir este tipo de libros, también de ciencia ficción, para probar cómo me vuela la imaginación.

Claro, claro. Me daría más ideas, más palabras, se podrían hacer metáforas y analogías con algún personaje o algún lugar, y si la gente no sabe, lo buscaría. Yo nunca había estado en Saint-Tropez, en Francia, y escuché esa palabra por primera vez en una canción de Jay Z, cuando tenía 19 años, y busqué qué era. Creo que como artistas también podemos educar, como lo hicimos con Murakami. Entregarles música y arte. 

(Risas) Nos va muy bien. Siempre agotamos los lanzamientos. El del 2023 fue la colaboración del año, y este esperamos estar en el top 3. Mi amor por la moda es igual que por la música. Quisiera tener mi propia marca de ropa, tenemos el merch, pero estamos esperando el momento. Con el licor también me gustaría hacer negocio. Con el vodka, ¡me encanta el vodka!

Sí. Apoyamos a los barrios brindando espacios para que nuevos talentos puedan mostrarse; ayudamos a niñas madres solteras desde los 14 años; tenemos alianza con otras fundaciones como la Juanfer, y nace con el propósito de devolverle a Medellín todas las bendiciones. Sin Medellín no existiría J Balvin, y lo único que puedo hacer es retribuirle a mi comunidad, a mi gente, el apoyo que recibí.

Me falta lograr ser un gran padre, me falta mucho aún. Casi siempre nos fijamos solo en las cosas materiales o los logros profesionales, pero hay unos aspectos más complicados de alcanzar, por ejemplo, elevar tu espiritualidad, sentir paz. Esas son tareas más difíciles que conseguir dinero. Y ese es el verdadero éxito.