El 21 de abril del año 1995, se lanzó al espacio el satélite ERS-2, que tenía un peso de más de dos toneladas.
En sus años de funcionamiento, el ERS-2 proveyó datos invaluables a la comunidad científica acerca de las superficies sólidas terrestres, las temperaturas oceánicas, la capa de ozono y la extensión del hielo polar; datos que revolucionaron el entendimiento humano acerca del planeta como sistema.
Asimismo, el satélite tenía la tarea de monitorear y asistir la respuesta a desastres naturales. “Los satélites ERS han ofrecido un torrente de datos que han cambiado nuestra visión acerca del mundo en el que vivimos”, declaró Simonetta Cheli, directora de Earth Observation Progress.
Inicialmente, se esperaba que el ERS-2 tuviera una vida útil de 3 años. El satélite, no obstante, superó por mucho las expectativas, y estuvo en funcionamiento hasta 2011, cuando la Agencia Espacial Europea tomó la decisión de desorbitarlo, a través de maniobras para prevenir que se quedara en órbita por otros 100 o 200 años.
Esas maniobras llevaban a que el satélite llegara a la altitud crítica de 80 km en 2024. Pues bien, este suceso ocurrió el pasado 21 de febrero, en horas de la tarde.
Sobre las 18:17 horas peninsulares, en el norte del océano Pacífico, entre Alaska y Hawái, el ERS-2 entró en la atmósfera terrestre, según lo confirmó la Agencia Espacial Europea.
El día de caída del satélite se sabía desde semanas anteriores, y algunos estaban preocupados de que el objeto, por su gran peso, cayera como un meteorito y amenazara con destruir ciudades. Pero no fue así.
La atracción atmosférica es tan fuerte que es capaz de desintegrar e incinerar muchos objetos que entran en ella, aunque pesen más de dos toneladas, como era el caso de ERS-2. Así estaba planeado, y así sucedió.
“La reentrada atmosférica no controlada ha sido desde hace tiempos un método común de desechar los objetos espaciales al final de su misión. Vemos objetos de tamaño similar o más grandes que el ERS-2 reingresar a la atmósfera múltiples veces cada año”, explicó Tim Flohrer, quien encabeza la oficina de escombros espaciales en la Agencia Espacial Europea.
Cabe agregar que, desde hace unos años, la Agencia Espacial Europea está buscando métodos de desecho de los objetos espaciales más controlables, para así reducir al mínimo los escombros y asegurar la mayor seguridad posible para los humanos en el reingreso de los satélites al final de su vida útil.
ALEJANDRO VICTORIA TOBÓN
REDACCIÓN ALCANCE DIGITAL
EL TIEMPO
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