Un acuerdo sobre lo fundamental

La semana pasada el ministro del Interior planteó la construcción de un gran acuerdo nacional que permita lograr consensos para abordar los problemas fundamentales que afronta nuestro país.

En Estados Unidos, por ejemplo, existe una agenda bipartidista en asuntos de interés nacional que permite generar consensos sobre temas prioritarios como seguridad y relaciones internacionales. El “Acuerdo sobre lo fundamental” que propuso en su momento Álvaro Gómez Hurtado es más necesario que nunca para superar las graves dificultades que afronta nuestra nación, empezando por definir esos principios esenciales compartidos por todos los colombianos más allá de las diferencias políticas o ideológicas:

El primero es salvaguardar el Estado social de derecho. Si bien los Estados modernos tienen grandes problemas, la democracia es el mejor sistema político que se ha creado en la historia, pues respeta las libertades y derechos. La esencia de este modelo es el equilibrio de poderes, que contempla un sistema de frenos y contrapesos que garantice que no se presenten abusos del poder. Los asuntos que fortalezcan la democracia deben ser siempre priorizados.

El segundo es la búsqueda de la paz. Todos los colombianos esperamos terminar la cadena interminable de guerras recicladas que parece no tener fin. Guerrillas contra el Estado, paramilitares contra guerrillas, disidencias contra guerrillas, disidencias contra disidencias, paramilitares contra disidencias, en una cadena en la cual la única afectada es la población civil. La búsqueda de la paz es el principal objetivo moral de todas las naciones y por ello nunca se puede renunciar a la reconciliación. Sin embargo, la paz no solamente debe darse en los escenarios del conflicto, sino que debe comenzar con el debate público. La polarización desgarra los lazos sociales, familiares y políticos y cierra caminos para lograr acuerdos.

El tercero, la lucha contra la pobreza. Nelson Mandela señalaba que “erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia” y también otro deber moral del Estado. Sin embargo, la pobreza no se erradica eliminando la riqueza, sino multiplicándola para crear empleos justos, oportunidades para los jóvenes y medidas para apoyar a los más necesitados. En países del primer mundo, el sector privado ha sido el mejor aliado para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Este año se cumplen 50 años de la suscripción de la Declaración universal sobre la erradicación del hambre y la malnutrición de la ONU, y pocos son los avances en este sentido.

El cuarto es un pacto por la educación. Malcolm X señalaba que la educación es el pasaporte para el futuro. Solo un país que invierte en educación tiene la posibilidad de evolucionar. La educación multiplica las oportunidades y es el mejor camino para generar bienestar y equidad. Mejorar la educación de los ciudadanos no solamente incrementa su nivel económico, sino también su tolerancia, y nos puede permitir salir del ciclo de violencia, rencor y polarización que enferma a los colombianos.

El quinto es la defensa de los derechos de las víctimas. Las víctimas deben ser siempre la prioridad del Estado. En este aspecto cabe destacar, por ejemplo, cómo se llegó a amplios consensos en la aprobación de la Ley 2421 de reforma de la ley de víctimas, que contempla enormes avances para su protección.

La semana pasada fui designado por el Honorable Consejo de Estado como candidato a la Procuraduría General de la Nación. Por ello, en virtud del respeto al equilibrio del proceso de elección que tendrá el Congreso de la República, debo dejar esta columna con un enorme agradecimiento al diario EL TIEMPO por la oportunidad de tener este espacio para expresar mis ideas.

LUIS FELIPE HENAO

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