Una mujer de 36 años, que fue adoptada a la edad de cinco años por una familia estadounidense, reveló en un artículo que sus padres y hermanos aún tienen problemas para pronunciar su nombre, originario de Bulgaria, por la diferencia que existe entre ambos idiomas.
Al ser adoptada a tan pequeña edad, Mirella Stoyanova no opuso resistencia a la forma en que sus padres pronunciaban su nombre "americanizado". Esta situación duró hasta el verano anterior a su inicio en la escuela secundaria, cuando visitó a su abuela búlgara en Chicago y tomó nota de cómo se pronunciaba realmente.
"Pasaron algunos años antes de que pudiera acercarme a mi familia con una solicitud. En la escuela secundaria, comencé a poner acento sobre la 'I', un pequeño cambio que no duró mucho, pero estaba harta de escuchar mi nombre pronunciado mal por mis compañeros y profesores, y pensé que la nueva puntuación podría eliminar la necesidad de corregirlos", explicó en un artículo publicado en Business Insider.
Poco a poco, en esporádicas reuniones familiares comenzó a educar a sus padres y sus hermanos y esposas sobre la forma en que se pronuncia su nombre, señalando que con el paso de los años se volvió más difícil ignorar los esfuerzos de su familia por pronunciar bien su nombre. "Algunos de la familia continuaron pronunciando mal mi nombre incluso después de múltiples intentos de corregirlos", contó.
Después de varios intentos, algunos familiares continúan pronunciando mal su nombre. Foto:Mirella Stoyanova
La importancia del nombre y la identidad en Estados Unidos
En el artículo, la autora revela que 18 años más tarde, trabajando como terapeuta, mantiene diálogos a menudo sobre el papel de la identidad y "cómo saber quiénes somos nos ayuda a reconocer dónde terminamosy dónde comienza otra persona y, por lo tanto, formar límites y relaciones saludables con los demás".
En la actualidad, aunque sus familiares continúan pronunciando equívocamente su nombre, Stoyanova aseguró que no guarda ningún resentimiento hacia su hermano, en quien confía que hace todo lo posible para pronunciar su nombre, ni hacia otra persona de su familia. "Sin embargo, sus reacciones resaltan la forma en que a veces pasamos por alto el daño sutil que causamos a otras personas que provienen de diferentes orígenes cuando no nos tomamos el tiempo para comprender quiénes son", reflexionó sobre el final.
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