Juan Miguel Álvarez es uno de los pocos periodistas colombianos que ha insistido en la crónica con obstinación. Pese a que el auge del género pareciera haber pasado a un segundo plano –por cuenta, entre otras, de la desaparición de varias revistas que le apostaban y el reinado de la inmediatez en la cultura digital con su ‘dictadura del clic’–, Álvarez continúa empeñado en hacer un tipo de periodismo que va a contracorriente: alejado de la noticia que no da espera, del sensacionalismo, del alboroto. Lo suyo es un periodismo de fondo, una carrera de largo aliento: hablar con las fuentes varias veces, visitar los lugares el tiempo suficiente para retratarlos, apostar por una historia bien narrada.
'Lugar de tránsito', editado por Rey Naranjo, es una recopilación de varias de esas historias que lo han llevado a recorrer el país para comprender las entrañas de esta violencia que nos corroe. Pero no es solo eso: entre crónica y crónica el libro está atravesado por las reflexiones del autor, los apuntes de su libreta de periodista que muestran una faceta más íntima de su trabajo; algo así como el trasfondo, la manera en que se mueven los hilos, tal y como lo hizo ese otro gran cronista que es Gay Talese en 'Honrarás a tu padre'.
Un truco que nos permite a los lectores acercarnos a las dudas, las tribulaciones y los miedos que le produce al narrador, por ejemplo, saber que contar la historia de un líder social amenazado puede generarle la muerte: “Escribir sobre asuntos de derechos humanos, sobre el conflicto armado y el crimen en general obliga a una elaboración milimétrica de la prosa. Una palabra mal puesta, una frase mal indicada, un concepto que se preste a una interpretación errada, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”, relata.
O el dilema que enfrenta cuando muchas de sus fuentes retratadas en el papel lo llaman, indignadas y asustadas, a decirle que no se ven en esas páginas, que tampoco dijeron tal o cual cosa. O su angustia por no saber cómo va a llegar a fin de mes sin un sueldo fijo.
Lugar de tránsito. Juan Miguel Álvarez.Rey Naranjo.468 páginas. $ 45.000 Foto:Archivo particular
De manera paralela están mezcladas las historias: desde los retratos de un juez de paz o una abogada de derechos humanos amenazados de muerte hasta la reconstrucción minuciosa del atentado con una chiva-bomba en Toribío, Cauca, a manos de la guerrilla de las Farc o el relato de los muertos que bajan a diario por el río Cauca. Pandillas, sicarios, guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y –sobre todo– las víctimas y protagonistas de este conflicto armado que parece prolongarse al infinito desfilan por las crónicas de Álvarez con nombres, apellidos y oficios, un artificio con el que dejan de ser simples estadísticas del recuento noticioso.
Si hay una manera de comprender la violencia de este país es acercándose a la mirada aguda de un reportero curtido por los muchos años que lleva andándolo de arriba abajo. Un periodista que sigue insistiendo con persistencia en ese oficio cada vez más escaso de ponerse las botas, viajar y preguntar.
Como él mismo escribe: “Esa es la vida del reportero, un perpetuo lugar de tránsito que no ha existido previamente, como sí existe un puesto de trabajo con nombre de cargo en una compañía”.
En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal,
elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada
con
sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando
esta
utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí