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Vivienda de interés social que sólo puedes pagar siendo rico

El sistema crea un círculo, ingresos bajos para recibir un crédito, pero altos para calificar a subsidios totales

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Vivir en Colombia, para muchos, se parece a jugar una partida de Monopoly en modo extremo. Aunque los discursos oficiales prometen vivienda para hogares de bajos ingresos, las cifras demuestran que la realidad parece estar pensada para millonarios.
En 2025, el valor máximo permitido para una vivienda de interés social (VIS) es de $213.500.000. Para acceder a una de estas viviendas, los bancos exigen una cuota inicial del 20% al 30%, es decir, entre $42.700.000 y $64.000.000 ahorrados en efectivo.
Además, quienes no cuentan con subsidios deben tener ingresos mensuales de entre $4.800.000 y $5.500.000 para sostener el crédito, según cálculos realizados con una tasa de interés del 10% anual a 20 años, asumiendo que la cuota mensual no supere el 30% de los ingresos familiares.
Aquí es donde aparece la gran paradoja: el DANE establece que alguien con ingresos superiores a $4.500.000 por persona ya pertenece a la élite económica del país. Entonces, ¿cómo es posible que se necesite estar cerca de la clase alta para adquirir una vivienda supuestamente dirigida a los sectores más vulnerables?.
A esto se suma que el programa Mi Casa Ya, una de las principales ayudas del Estado para facilitar el a vivienda, está suspendido en 2025 por falta de recursos. Cuando está activo, otorga entre 20 y 50 salarios mínimos, dependiendo de la clasificación en el Sisbén y del a apoyos de cajas de compensación. Sin embargo, para obtener estos subsidios se requiere contar con un crédito preaprobado, lo cual implica demostrar ingresos estables. Justamente lo que muchas personas en condición de vulnerabilidad no pueden hacer.

Mi Casa Ya, una ayudas del Estado para facilitar el a vivienda, está suspendido en 2025. Foto:gen play

El sistema crea así un círculo vicioso: ingresos demasiado bajos para recibir un crédito, pero demasiado altos para calificar a subsidios completos. Y si se logra acceder, muchas familias terminan comprometiendo todos sus ahorros y liquidez en un activo que no genera ingresos, requiere gastos fijos mensuales y no es fácil de vender en caso de urgencia.
Comprar vivienda no es una mala decisión en sí misma. El problema es hacerlo sin un análisis realista de la situación financiera personal. Una casa, por más deseada que sea, no debería costar la tranquilidad económica de una familia., aprenda más sobre este tema en las redes sociales de Claudia Uribe.
Instagram: @soyclaudiauribe

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