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Noticia
Lunes Santo: ¿qué se celebra este día? y ¿qué oraciones debe tener en cuenta?
El episodio que se conmemora en Lunes Santo está relatado en los cuatro Evangelios: el de Mateo, Marcos y Lucas.
Durante esta jornada se recuerda la purificación del templo con la expulsión de los mercaderes. Foto: iStock
El día después del Domingo de Ramos, que relata la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, la fe católica rememora el pasaje famoso en el cual Jesús expulsa a los mercaderes del templo.
Este particular episodio está relatado en los cuatro Evangelios: el de Mateo, Marcos y Lucas, conocidos como “sinópticos” por su afinidad y semejanzas, lo ubican temporalmente en la semana de Pascua. Marcos lo plantea al día siguiente de la entrada de Jesús a Jerusalén, mientras que Lucas y Mateo relatan ambos eventos juntos en un mismo día.
Según San Juan, en cambio, “era casi la fecha de la Pascua judía” cuando Jesús expulsa a los mercaderes del templo y diez capítulos después es que el joven evangelista aborda el ingreso triunfal de Jesús a Jerusalén.
La expulsión de los mercaderes
En el Evangelio según San Juan, Jesús visita el Templo de Herodes, en cuyo patio vendían “bueyes, ovejas y palomas” en un clima comercial parecido a la idea contemporánea del mercado, con presencia además de “los cambistas allí sentados”.
Ante el escenario, narra el joven apóstol de Jesús que su maestro “empezó a echar a quienes estaban comprando y vendiendo cosas allí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y las bancas de los que vendían palomas”.
El Lunes Santo es el segundo de los días de la Semana Santa. Foto:Pixabay
San Juan especifica que “hizo un látigo de cuerdas y echó a todos del área del templo”.
Mientras expulsaba a los mercaderes, criticaba que habían convertido su casa en una “guarida de ladrones” y no les permitió entrar con mercancías al templo. San Marcos amplía que “lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo quitarle la vida; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina”.
La liturgia de la Iglesia Católica dedica la lectura evangélica del lunes siguiente al Domingo de Ramos al capítulo 12 del Evangelio según San Juan, donde se cuenta la visita de Jesús a Betania, evento ocurrido antes del Domingo de Ramos y después de la resurrección de Lázaro:
“Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí lo invitaron a una cena. Marta servía y Lázaro estaba entre los invitados. María, pues, tomó una libra de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume. Judas Iscariote, el discípulo que iba a entregar a Jesús, dijo: ‘Ese perfume se podría haber vendido en trescientos denarios para ayudar a los pobres’. En realidad no le importaban los pobres, sino que era un ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella. Pero Jesús dijo: ‘Déjala, pues lo tenía reservado para el día de mi entierro. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre’. Muchos judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no solo por ver a Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Entonces los jefes de los sacerdotes pensaron en dar muerte también a Lázaro, pues por su causa muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús”.
Esta conmemoración hace parte de la cuaresma. Foto:Ricardo Rondób
Oración para el Lunes Santo
Mi Señor, que bueno es saber que escuchas mis súplicas y estás atento a mis necesidades, susurrando constantemente a mi espíritu tu invitación a vencer el miedo y a lanzarme con confianza a enfrentar cada una de mis batallas.
Te pido que siempre pueda tener lucidez para tomar las mejores decisiones y diferenciar lo bueno de lo malo, esforzarme por ser fiel y no dejar que nada me quite las ganas de hacer las cosas bien. Me cuento entre los pecadores que siempre vuelven a caer; reconozco que en algunas ocasiones me faltan fuerzas y te fallo, por eso me humillo ante ti, ante tu poder y clamo por tu compasión.
Como María de Betania, quisiera también ponerme a tus pies y ofrecerte el mejor de mis perfumes, que no es otro que el de hacer obras agradables a ti y alejarme de todo aquello que hace mal a mi alma. Gracias por recibirme una vez más, por cuidarme, por hacerme sentir que soy valioso e importante para ti. Tú eres grande, poderoso, invencible, supremo, glorioso, con un corazón rico en misericordia.
Me siento bendecido porque en tu amor he encontrado esa paz que me invita a luchar con todas mis fuerzas contra el pecado. Con tu presencia rebosante en amor y perdón podré superar toda mala inclinación. Tú tocas las dimensiones de toda mi vida y no haces diferencia entre mi riqueza o pobreza, sino en cuánto amor estoy dispuesto a ofrecer.
Te amo y te entrego mi corazón ahora para que lo renueves con tu amor. A pesar de mis debilidades, en tu nombre, sé que puedo salir adelante sabiéndome consolado en tu amistad y que te pertenezco para siempre. Amén.