La palabra aperitivo viene del latín aperire, que significa abrir. Y justamente su misión es la de abrir el apetito. Esta denominación se reserva a aquellas bebidas que se toman antes de las comidas. Son excelentes para estimular el apetito y el ingenio, despiertan el espíritu, agradan al paladar y alegran la vista. Los aperitivos son vinos o licores con sabor más o menos amargo, aromatizados de diversas maneras, que pueden tomarse puros o con mezcladores. Las sustancias amargas activan la secreción de los jugos gástricos al mismo tiempo que estimulan las papilas gustativas.
Cada 19 de septiembre se celebra el día mundial del aperitivo. Una fecha para enaltecer y reconocer la importancia de estas bebidas. En EL TIEMPO le traemos algunos datos claves sobre los aperitivos, cómo, dónde y cuáles disfrutar para hacer su experiencia más interesante.
La cultura gastronómica de cada país ha ido modificando poco a poco el estilo y propósito originales del aperitivo. Para unos, los más adecuados son los vinos de mesa blancos y los espumosos, debido a su bajo grado alcohólico, a su escaso dulzor y a que son ricos en acidez. Estas cualidades estimulan los jugos gástricos y preparan el estómago para la ingestión de los alimentos. En otros países, en cambio, se recomienda el whisky mezclado con agua. El problema está en que una bebida larga llena, y una fuerte como el whisky, apacigua el hambre y anula la sensibilidad de las papilas gustativas. Otros aconsejan los vinos dulces, aunque el azúcar da una sensación de saciedad.
Existen muchas clases de aperitivos; cada uno tiene un sabor especial que no puede ser imitado y no es necesario saber qué hay en ellos para poder apreciarlos.
Los vinos tradicionales para tomar como aperitivos son el champagne brut, cava y espumoso seco, vinos generosos secos como el jerez fino y el oporto blanco seco. La costumbre de tomar vino de mesa blanco antes de las comidas requiere de uno ligero, seco y algo ácido.
El vino aromatizado vermut y los aperitivos vínicos lograron imponerse como preludio de las comidas.
El mundo actual se caracteriza por romper con los convencionalismos; muchas veces se escogen tragos largos preparados con whisky, ron, tequila o vodka, así como mezclas con vino blanco o espumoso con crema de cassis, popularizando la moda del Kir y del Kir Royale y, por supuesto, no pueden faltar los tradicionales cocteles como el Martini, Manhattan o Negroni.
La imaginación no tiene límites y en realidad su paladar es el juez. Lo que no puede negarse es que el placer de una comida se inicia con otro placer: el de un buen aperitivo.
REDACCIÓN EL TIEMPO
Más noticias