En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
¿Qué hacer con los hipopótamos de Pablo Escobar?
Este año, el problema con esta especie invasora que habita el Magdalena Medio se ha agudizado.
Los hipopótamos fueron traídos a Colombia hace 42 años. Foto: MinAmbiente
En un debate de control político que tuvo lugar el 1.º de agosto en la Comisión Quinta del Senado, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, anunció que el plan de manejo de los hipopótamos que pertenecían a Pablo Escobar consistirá en trasladarlos y esterilizarlos, o en última instancia en aplicar la eutanasia.
El traslado de los hipopótamos obviamente significa un gran avance para la salida del país de individuos de esta especie. Sin embargo, cabe preguntarse si se está considerando la situación de las naciones a donde van a llegar estos individuos, y donde probablemente también habrá conflictos por invasión de especies y donde sus científicos también tendrán objeciones.
Además, los permisos de movilización ya presentan dificultades: aunque la especie es invasora en nuestro país, en África se encuentra en peligro.
En varias ocasiones hemos advertido que la esterilización puede no ser muy efectiva, dada la evidencia que tiene la propia Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, y los estudios sobre su costo que hemos hecho entre la Universidad Javeriana y colegas en las universidades de la Florida, Alaska Pacific, Florida International, Yale y los Andes.
Sobre esta práctica queda la preocupación asociada con el despliegue logístico, los costos incluidos para la búsqueda de animal por animal, su inmovilización y práctica de cirugías. Todo ello asociado con los riesgos para los equipos de trabajo y para el animal, los cuales nunca son mencionados en estos contextos.
Si bien es cierto que ya se tiene una capacidad inicial para llevar a cabo esta actividad, el tiempo que va a tardar será bastante largo, al igual que sus costos.
Mientras tanto, los animales libres seguirán deambulando por mucho tiempo, causando todo tipo de efectos negativos sobre los ecosistemas y las especies nativas de esta cuenca, de la mano con la posibilidad de que su población siga creciendo rápidamente.
La ministra Muhamad pierde de vista el contexto y la magnitud de lo que ocurre en el Magdalena Medio. La evidencia científica nos muestra a qué tipo de amenazas nos enfrentamos cuando no hacemos nada contra las invasiones biológicas.
Las amenazas están presentes no solo por la presencia de especies invasoras en sí mismas, sino por el daño potencial en ecosistemas nativos y especies de flora y fauna, los cambios bioquímicos en las condiciones del agua, la propagación de enfermedades, la influencia en las prácticas de subsistencia de las comunidades de esta región y el potencial aumento de incidentes y posibles muertes de personas.
Hoy en día estamos viendo cómo empiezan a ocurrir aquellos incidentes. Tenemos evidencia directa de daño en algunos ecosistemas alrededor de los humedales fuera de la hacienda Nápoles, causado por la compactación del suelo debido al peso del hipopótamo, así como de ataques a la gente y de accidentes de tránsito.
Aproximadamente 160 hipopótamos están en vida libre. Foto:TikTok: @williamsodi
Es curioso que se conocen los sitios por donde deambulan, por donde pueden salir a las vías principales, a los poblados donde entran, pero en estos sitios el Ministerio no lleva a cabo acciones contundentes. La situación es tan clara que nos hemos acostumbrado a que el hipopótamo se vuelve una noticia y a veces menos que eso, una anécdota más que contar, debido a accidentes, avistamientos dentro de una población o encuentros con personas.
Hasta el día de hoy se han desarrollado investigaciones por las universidades mencionadas, así como estrategias de manejo (Ministerio de Ambiente, Instituto Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia) y ejercicios concretos de las autoridades ambientales de la región (Cornare y Corantioquia) para tratar de generar la mejor estrategia de manejo de esta especie. Sin embargo, a la fecha no es visible le ejecución de una estrategia a mediano o largo plazo, que incluya acciones de manejo efectivas, más allá del discurso de la ministra.
Otra estrategia
Una estrategia contundente implicaría combinar varias acciones, incluso para evaluar cuáles pueden ser las más efectivas y en qué áreas y contextos dentro de la cuenca.
En el pasado hubo una buena oportunidad para frenar su expansión a corto plazo. Ahora, el panorama dista de ser prometedor si no se actúa de forma integral y constante.
Más que acciones puntuales o a esperar que el remedio sea facial (como el traslado de animales o la esterilización con medicamentos donados), necesitamos una estrategia de monitoreo de este conflicto. Dicha estrategia nos permitiría observar la dinámica de esta especie, en relación con los conflictos mencionados, y así plantear acciones más acordes con la dimensión del problema.
Es urgente identificar con más datos de campo, en diferentes períodos (por lo menos unos 5 años), la ecología de los individuos fugitivos, su interacción con las comunidades humanas, los ecosistemas que están ocupando y cómo los están alterando.
También importa caracterizar las formas de relación con otras especies de fauna nativas de esta región, identificar el potencial futuro de invasión a lo largo y ancho de la cuenca y trabajar en el control del tráfico de las crías, que es un problema que apenas comienza.
Todo lo anterior implicará un trabajo con las comunidades que viven allí, pues lo más probable es que ellos no acepten tan fácilmente que los animales disminuyan en número, ya que han vivido por mucho tiempo del turismo asociado con su presencia.
Biodiversidad protegida
Es difícil tener una solución única o tener soluciones a corto plazo. Estamos ante un escenario complejo. Por un lado, las percepciones, necesidades, esperanzas y demandas de las personas que habitan allí, sobre esta carismática especie. Pero, por otro lado, la gran necesidad de conservar la biodiversidad para las presentes y futuras generaciones.
Necesitamos comprender las consecuencias de nuestras acciones, no importa si son dolorosas y duras para algunos. Nadie quiere eliminar a una especie porque cada una representa un legado evolutivo de belleza y complejidad.
Pero cuando se necesita sopesar si se conserva una especie invasora o se protege la biodiversidad nativa, la respuesta es clara: debemos defender nuestras especies nativas, nuestra biodiversidad. Representan nuestro verdadero legado de donde obtenemos procesos ecosistémicos, diversidad de especies, así como bienes y servicios para las poblaciones humanas.
Las decisiones sobre las estrategias de manejo de especies invasoras son extremadamente difíciles y costosas, por lo que si queremos alcanzar un equilibrio, este implicará un gran esfuerzo de todos los involucrados.
Se necesitan decisiones en las primeras etapas de la invasión, porque el tiempo, las responsabilidades y la búsqueda de fondo para las actividades son cruciales. Estas decisiones deben estar acompañadas de estrategias a mediano y largo plazo, dadas la magnitud del problema y de sus consecuencias.
Debe prestarse especial atención a las percepciones de los habitantes de la cuenca del Magdalena, y por eso los métodos para controlar su crecimiento y propagación deben tratar de evitar el conflicto, considerando a estas comunidades parte de la solución.
Con las comunidades debemos tener claro que tal vez en algunos casos (dentro de la finca Nápoles), una acción como la esterilización podría ser posible, pero fuera de Nápoles, donde no tenemos fronteras para limitar la expansión, se debe considerar la opción de control de población, especialmente en zonas donde las posibilidades de ataques a personas y accidentes de tránsito son altas.
Cualquiera que sea el destino que creamos que se les pueda dar a esos animales, es necesario sacarlos de la cuenca si queremos proteger nuestra biodiversidad nativa ligada al sustento y bienestar de los pueblos del río Magdalena.
GERMAN JIMÉNEZ (*)
RAZÓN PÚBLICA (**)
(*) Biólogo, M. Sc. Ph. D., profesor asociado e investigador de la Universidad Javeriana, tutor del Semillero en Manejo y Conservación de Fauna Silvestre, Coordinador de la Maestría en Restauración Ecológica.
(**) Razón Pública es un centro de pensamiento sin ánimo de lucro que pretende que los mejores analistas tengan más incidencia en la toma de decisiones en Colombia.