Los factores que explican la histórica caída en la deforestación durante 2023 y porqué ese logro estaría en riesgo en este 2024

Colombia lleva dos años seguidos logrando disminuciones históricas en las cifras de deforestación, de acuerdo con los datos oficiales. En 2022, según la información recopilada por el Sistema de Monitoreo de Bosque y Carbono (SMByC) del Ideam, la pérdida anual de bosque en el país alcanzó las 123.517 hectáreas (ha), un 29,1 por ciento menos que en 2021 y la cifra más baja desde 2013. Pero en 2023 el logro fue aún mayor, pues el país solamente perdió 79.256 ha de bosque, la cifra más baja en 23 años, desde que se iniciaron los registros oficiales. Además, esa disminución también se vio reflejada en la región amazónica, usualmente la más afectada, donde este flagelo disminuyó en un 38 por ciento.

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De hecho, tan solo un día después de la presentación de las históricas cifras, la Unión Europea anunció la entrega de más de 47 mil millones de pesos, para que continúen las acciones para enfrentar este flagelo. De dichos recursos, el 85 por ciento ingresará al presupuesto nacional y el 15 por ciento restante se destinará a generar capacidades técnicas en las instituciones del gobierno.

Son varios los factores que inciden en dicho logro: la consolidación en los territorios de varios programas para enfrentar la deforestación y recuperar las áreas afectadas como ‘Conservar paga’, que reconoce a las comunidades locales con incentivos económicos por proteger el bosque; el avance en algunas investigaciones criminales; y sin duda la incorporación de la agenda ambiental dentro de los diálogos de paz, que ha sido un factor determinante y que tiene mucho que ver en el aumento de este flagelo durante 2024, que pone en riesgo la curva que hoy va a la baja.

De acuerdo con expertos como Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), la fragmentación de los diálogos con los actores armados ilegales como el Estado mayor Central (Emc) de las antiguas Farc, ha incidido en la agenda y el futuro ambiental de territorios apartados como la Amazonia, donde se sostenía un veto a la tala de bosque que fue eliminado a inicios de este año y que llevó a que, de acuerdo con el Ideam, durante el primer trimestre de 2024 se registrara un aumento de más del 40 por ciento en las alertas tempranas de deforestación.

Eso llevó a que la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, advirtiera en abril de este año que la presión de las disidencias estaba aumentando la deforestación en el país. “El Emc no nos está permitiendo entrar al territorio a cumplir el programa del Plan Nacional de Desarrollo. Pero no solamente eso: hemos también presenciado el asesinato de dos líderes ambientales. Así como también el desplazamiento del resguardo indígena Yaguará II, que han sido también amenazados estos líderes. En este caso se está poniendo a la naturaleza en la mitad del conflicto”, aseguró Muhamad en una rueda de prensa realizada el pasado 8 de abril.

En ese sentido, según Botero, si bien se ha abierto “una ventana de oportunidad” con estas cifras históricas de disminución, todavía hay retos para mantener la disminución y lograr una tendencia, que pasan directamente por lo que el gobierno logre establecer en la agenda de negociación con los actores armados ilegales, que hoy se encuentran fragmentados en una negociación que no pasa por su mejor momento.

“A inicios del año 2022 hubo una declaración pública del Emc sobre su posición de ese momento frente a la deforestación, la entrada de la ganadería y la delimitación de la frontera agropecuaria. Cosa que no había ocurrido nunca antes, incluso en el anterior proceso de paz. Ese elemento es una decisión del Emc que buscaba poner ese tema dentro de la negociación con el siguiente gobierno. Esa implementación de esa orden se da con un Emc que hoy ya no existe, porque hoy tiene una fractura importante incluso dentro de la Amazonia. Quienes hoy están en la mesa de negociación corresponden a una facción de la Emc, que tiene dos caras”, señala el experto quien además fue parte del grupo negociador durante los diálogos del actual gobierno con el ELN.

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Con dicha posición coincide Omar Franco, director de Parques Nacionales Cómo Vamos, quien si bien celebra el logro conseguido durante los últimos dos años, advierte que la erosión en las discusiones de paz tiene un efecto directo en los territorios donde la organización realiza sus monitoreos y acciones con las comunidades. De acuerdo con él durante este año si bien hubo una incidencia en términos climáticos, que facilitó la tala de bosque durante el primer trimestre gracias al fenómeno de El Niño, la relación que se ha visto entre los diálogos con los actores armados y el aumento o la caída de las cifras ha sido directa.

“En el territorio todo el mundo advierte, y en particular las comunidades, que hay unos acuerdos y hay una relación directa entre esos actores asociados a los nuevos frentes de insurgencia que están en procura de un acuerdo de paz, en donde se ha llegado a un acuerdo de poder manejar y proteger estos ecosistemas. El primer trimestre de este año fue complejo en términos de lluvia y en conjunto con esto se marca un comportamiento de aparente reactivación que hay que analizar muy juiciosamente y hay que reflexionar sobre la alerta que la ministra Muhamad generó en el mes de abril, cuando le contó al país la preocupación que tenía con respecto a las cifras que se estaban empezando a aumentar. Hay que hacer una reflexión muy juiciosa sobre qué es lo que pasa en los territorios”, señala Franco.

El directivo, sin embargo, destaca que la coordinación interinstitucional también ha sido clave en la disminución de las cifras, junto a iniciativas como Visión Amazonía, que han logrado una consolidación dentro de áreas apartadas del país para el desarrollo de proyectos que logren no solo la conservación del bosque, sino también la búsqueda de economías que permitan que la comunidad pueda aprovechar la inmensa biodiversidad del país sin tener que destruirla. Pero todo eso, en su concepto, actualmente corre riesgo, y por eso para él “el Estado no debe bajar la guardia” y se deben aunar esfuerzos para evitar que la discusión con los actores armados ilegales ponga, de nuevo, a la naturaleza como una víctima más del conflicto.

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Por su parte, Benjamin Quesada, climatólogo, profesor y director del programa de Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, señala que mantener estos buenos resultados dependerá no solo de lo que pase con los diálogos, sino también con los denominados “grandes determinadores de la deforestación”, es decir los actores que disponen de los recursos para deforestar, porque si bien, en muchos de los casos son los actores armados los que permiten la tala de bosque, son terratenientes que buscan apropiarse de tierras del Estado los que suelen estar por detrás financiando estas operaciones.

De hecho, según datos del Idem, la praderización para acaparamiento de tierras y las prácticas no sostenibles de ganadería extensiva, respectivamente, son desde hace varios años los principales determinadores de la deforestación del país.

“Para obtener unas tendencias de reducción de la deforestación a largo término, le toca al país atacar y conocer a los mayores deforestadores: no al pequeño campesino, sino a las grandes mafias de acaparamiento de tierras; idear y monitorear el avance de moratorias sobre la carne y cultivos ligados a la deforestación para garantizar a los consumidores que esta no venga de la deforestación de los bosques; implicar a los industriales en las estrategias de cero deforestación; trabajar con las comunidades de los territorios para encontrar estrategias consensuadas y financiadas nacional o internacionalmente con pagos por compensación ambiental o proyectos productivos; tener planes de investigación de los causantes locales de la deforestación en Colombia y de las soluciones basadas en la naturaleza para el país”, señala el científico.

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Por ahora, el Ministerio de Ambiente ya se comprometió a enviar un equipo de negociación a los diálogos de paz con los actores disidentes, buscando poner en la agenda la conservación de las selvas del país. Sin embargo, estos dos años de históricos logros en disminución de la pérdida de bosque dependerán de cómo el gobierno logre gestionar el control territorial de la selva y la negociación con los actores armados que debería buscar, como reza el eslogan de la COP16 que realizará este año el país, “la paz con la naturaleza”.

EDWIN CAICEDO

Periodista de Medioambiente y Salud

@CaicedoUcros