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La increíble vida de la perra sin una pata que se salvó de la horca
Milagros es una sobreviviente. Actualmente disfruta los días junto a su nueva familia en Bogotá.
Esta perrita fue adoptada en La Mesa, Cundinamarca. Foto: Corazones peludos
Su nombre no podía ser otro que Milagros. Era la mejor forma de bautizar a una mascota que sobrevivió tras ser atropellada, se salvó de morir ahorcada y resistió una amputación.
¿Quién la salvó? Fue una cadena de favores, pues muchas personas la han ayudado en el camino: su veterinario, Jorge González; el equipo de Corazones Peludos, un grupo de personas amantes de los animales, y por supuesto Patricia Sánchez y su familia, quienes la adoptaron.
Sin embargo, hay un nombre que sigue en el anonimato para sus amos y el que les gustaría conocer, el de la joven que impidió que fuera ahorcada por un grupo de personas luego de que llegara a rastras con una de las patas traseras maltrechas (consecuencia de haber sido atropellada) a un potrero en La Mesa, Cundinamarca.
Hay un nombre que sigue en el anonimato, el de la joven que impidió que fuera ahorcada
Esta mujer, aún sin identificar, la llevó a la clínica Picos y Cachos para que fuera atendida y, como expresó que no podía hacerse cargo, el veterinario Jorge asumió el cuidado. Milagros fue sometida a varios tratamientos. Aunque intentaron salvar su pata terminó siendo amputada.
Duró unos seis meses teniendo el centro médico como hogar de paso y recuperándose en su postoperatorio. En medio de ese proceso, el 17 de febrero 2018, el club de Corazones Peludos fue hasta la zona para hacer una labor social con un dinero recaudado a través de una rifa.
"Estábamos haciendo una jornada de esterilización masiva. La clínica nos ayudaba con las castraciones de los animalitos. Fue ahí que conocimos a Milagros. La misión era encontrarle una familia que la amara. Al finalizar la jornada, María Patricia, miembro de nuestro equipo, se enamoró de ella y decidió llevársela a casa", cuenta Camila Bernal.
Este fue el día que Patricia y Milagros se conocieron por primera vez, gracias a la jornada de estabilización de Corazones Peludos. Foto:Patricia Sánchez
Milagros junto a su mamá, Patricia Sáchez. Foto:Diana Ravelo / EL TIEMPO
"Yo creo que nuestra conexión empezó desde que la vi allá, en la veterinaria durante la jornada en La Mesa. Era imposible no mirarla, me parecía muy bonita y cuando le tomé su primera foto era como si me sonriera. Pregunté por ella y me dijeron que no la adoptaron porque la persona dijo: ¡Uy, no! yo quiero un perro completo'. Después de pensarlo toda la tarde, le dije a Jorge que la adoptaría y me la llevé", recuerda Patricia, su nueva mamá.
Los primeros días viviendo en Bogotá fueron duros, porque como venía de un contexto de maltrato tenía muchos complejos. Pensar en la Milagros de ese momento es recordar a una mascota 'achicopalada', miedosa y que no se dejaba tocar por nadie.
"Su patica todavía no había sanado, la herida estaba abierta. Con ayuda de Carmenza, nuestro apoyo en el hogar, le hacíamos las curaciones, limpiábamos la herida porque le salía pus y le acomodábamos su, isabelino. Los otros perros del sector no se habían adaptado y el cuidado era complicado porque debíamos impedir que se lamiera", menciona.
Como había perdido su pata de atrás, caminaba con algo de dificultad, a eso se sumaba el impedir que se golpeara o le diera una infección. En algún momento pensaron en ponerle una prótesis, pero se adaptó tan rápidamente que no fue necesario.
"Siempre tuve en mi mente que quería ayudar a un perrito que de verdad lo necesitara, creo que eso es algo que debemos hacer todos. Es más lo que ellos nos dan a nosotros. Adoptar a un perrito que desde un principio está enfermo y curarlo es gratificante. No solo hay que llevarse casa al bonito y cachorro", asegura Sánchez.
Antes las personas la veían y no eran capaces de acercarse, mucho menos de adoptarla. Ahora cuando está caminando por la calle todos se la quieren llevar o se detienen para acariciarla y preguntar por sus vivencias.
Ya ha completado tres meses en su nuevo hogar y aunque podría pensarse que ha sido poco el tiempo, el cambio es impresionante. Es una perra feliz. Ladra, juega, imita a su hermanita labradora, Fiona, y pese a que es la más pequeña del sector, se ha convertido en la líder entre los otros animalitos vecinos.
Su vida es una evidencia de lo importante que es adaptarse al cambio, no dejarse morir pese a las adversidades. Para quienes la conocen, Milagros es una sobreviviente muy agradecida con la vida y su nueva familia, de ahí que jamás pare de sonreír.
Milagros pasa sus días en una casa de campo a las afueras de la capital. Foto:Patricia Sánchez