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Entre los páramos del mundo, los de Colombia, Ecuador y Venezuela serán los más afectados por el cambio climático
Un estudio advierte que las condiciones de lluvia y temperatura podrían cambiar hasta en un 100 % en este siglo.
Los cambios en las temperaturas y la precipitación podrían afectar la provisión de agua y gestión hidroclimática de este ecosistema. Foto: CAR
Aunque los páramos son claves para la provisión de agua y la gestión climática de distintos lugares del mundo, el cambio climático pone en riesgo su supervivencia y su capacidad para proveer servicios a las personas. En el caso de los ecosistemas ubicados en Venezuela, Ecuador y Colombia, ese riesgo es mayor. Esa es una de las conclusiones de un estudio desarrollado por investigadores colombianos de la Universidad de Estocolmo (Suecia) y la Universidad del Rosario. La investigación, publicada en la revista Communications Earth & Environment, analiza cuál es el futuro de los ecosistemas tropicales húmedos de gran altitud (HETEs, por sus siglas inglés) que en Colombia se conocen como páramos, pero que en otras partes del mundo también llevan el nombre de jalcas o moorlands.
Entre las grandes conclusiones del estudio, que analizó ecosistemas del África tropical, Australasia y el neotrópico latinoamericano, está que los páramos del norte de Sudamérica experimentarán el mayor aumento de temperatura y disminución de lluvias entre todos los del mundo, lo que provocará una ruptura de su espacio hidroclimático actual hasta en un 100 %. En palabras sencillas: sus condiciones climáticas de lluvias y temperaturas podrían llegar a cambiar por completo frente a lo que se ve hoy.
Según explica el co-autor del estudio Fernando Jaramillo, quien es profesor de la Universidad de Estocolmo y doctor en Geografía Física, la idea a la investigación era encontrar de qué manera las variables que empezarán a ser magnificadas por el cambio climático empeorarán las condiciones de supervivencia de los páramos, por lo que analizaron a nivel global las proyecciones de sequía, temperaturas y una lluvias cada vez más impredecibles en países con estos ecosistemas.
“Nosotros sabemos que los páramos están acostumbrados a unas condiciones hidroclimáticas óptimas. Entonces decidimos analizar la temperatura y la precipitación. La temperatura porque da la energía necesaria para que el ecosistema se desarrolle y la precipitación porque también da el agua necesaria para el mismo fin. Entonces vimos cómo estas variables van a cambiar de aquí a 2100 en términos de promedios anuales y los cambios extremos, es decir cuando hay muy pocas lluvias o muchas lluvias, o hay muy altas o bajas temperaturas. Encontramos que Venezuela, y muchas áreas de Colombia y Ecuador se van a ver afectadas por este tipo de variables”, señala Jaramillo.
Del agua de los páramos de Colombia dependen 16 millones de personas en el país. Foto:Rape Región Central
De acuerdo con el experto, pese a que son tan relevantes y claves para la gestión hidroclimática, es muy poco lo que se ha investigado alrededor de los páramos, que pueda dar luces sobre su futuro y su urgencia de protección, inclusive en países como Colombia donde en los últimos años ha incrementado la literatura alrededor de este tema.
“Todavía falta mucha investigación alrededor de estos ecosistemas y cómo funcionan. Yo diría que a nivel latinoamericano, Colombia no está muy bien. Países como Ecuador estudian mucho más el ecosistema páramo que aquí en Colombia, por lo menos desde la parte hidrológica. Entonces, siento que realmente sí se necesita todavía más inversión e investigación para entender cómo funcionan los páramos y qué tanto es cierto de que son esponjas, cómo almacenan el agua y cómo la regulan. Con todo lo que ha pasado en el páramo de Chingaza, las sequías y cómo eso impacta la disponibilidad de agua en Bogotá, definitivamente hay que entender mucho más cómo funcionan estos ecosistemas”, agrega Jaramillo.
Fernando Jaramillo, profesor de la Universidad de Estocolmo y doctor en Geografía Física. Foto:Cortesía
El estudio también alerta por los riesgos que puede generar estos cambios para la supervivencia de las grandes ciudades, la biodiversidad y las personas, teniendo en cuenta que tan solo en Colombia dependen de los páramos el agua que toman más de 16 millones de personas y que se usa para la agricultura de miles de hectáreas de plantaciones, además de la existencia cientos de especies de plantas y animales que no existen en ningún otro lugar del mundo.
El páramo de Chingaza, que provee de agua a Bogotá, lleva meses afectado por la sequía. Foto:Mauricio Moreno
En ese sentido, según destaca el co-autor del estudio Kristian Rubiano, candidato a doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad del Rosario e investigador del Jardín Botánico de Bogotá, estos cambios identificados en el estudio pueden generar que cada vez tengamos menos agua en las grandes ciudades, que especies endémicas que solo existen acá puedan desaparecer o que cambien los páramos y se transformen en un ecosistema distinto, que no provea los mismos servicios.
Para él, es fundamental que desde la política pública se tomen acciones urgentes que tiendan a proteger los páramos, como evitar las actividades de agricultura y ganadería en estas áreas, restaurar las zonas afectadas y evitar la deforestación o degradación de estos ecosistemas.
Kristian Rubiano, candidato a doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad del Rosario. Foto:Cortesía
“Está pasando actualmente en Colombia e incluso en otros países de Latinoamérica, en donde estamos viéndonos un poco cortos en cuanto a la disponibilidad de agua. Necesitamos también pensar en que no es solamente implementar acciones directamente en el páramo, sino también cuidar del recursos que nos provee, porque de una u otra manera la forma en la que usamos el agua y la velocidad a la que la gastamos también va a afectar el páramo. Entonces una buena forma de cuidar el páramo es aumentar la conciencia del uso del agua”, resalta Rubiano, quien fue estudiante de PhD visitante de la Universidad de Estocolmo en 2023.