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Noticia
En un caso extremo, si no llega a llover en Chingaza: ¿cuántos días de agua le quedarían a Bogotá?
De que llueva en el Parque Natural Chingaza depende el 70 % del agua potable de Bogotá.
Vista panorámica desde el mirador Laguna de Chingaza. En esta zona, los niveles de agua alcanzan cifras críticas de menos del 16 %. Foto: Diego Santiago Salinas. Escuela de Periodismo Multimedia de EL TIEMPO.
Por cuenta del cambio climático, el fenómeno de El Niño y la alta demanda de agua debido al aumento de temperatura en el país, los embalses que surten las principales ciudades y municipios de Colombia se encuentran en riesgo de desabastecimiento.
Esta situación se viene presentando desde inicios de 2020, cuando el nivel de los embalses a nivel nacional disminuyó hasta llegar a 50 % y, posteriormente, a 32 % en agosto de ese mismo año, según el último Estudio Nacional del Agua publicado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) en 2022.
Hoy la capital muestra las consecuencias del desabastecimiento por el nivel más bajo en el histórico de los embalses que conforman el sistema hídrico de Chingaza, que “forma parte de las reservas ecológicas más importantes del mundo y del Acueducto” de Bogotá.
Chingaza funciona con dos embalses, principalmente, Chuza y San Rafael, que conforman el sistema hídrico. Con corte al 15 de abril, este se encuentra en el 15,52 % de su capacidad para surtir el 70 % de agua para consumo potable, riego y producción de energía en Bogotá.
Carlos Fernando Galán, explicó desde la cuenta de X de la Alcaldía, que además del porcentaje que aporta Chingaza, la ciudad se surte en un 25 % con los embalses de Neusa, Sisga y Tominé y un 5 % con el sistema el Dorado, que abastece la localidad de Usme.
Cabe recordar que el pasado 8 de abril, el alcalde Galán anunció el racionamiento de agua en Bogotá, que empezó el jueves e irá rotando por nueve zonas de la ciudad, a excepción de Usme.
Esta medida busca reducir el consumo a 15 m3/s y se mantendrá, de acuerdo con el mandatario, por varios meses. “Toda la ciudad debe estar en modo ahorro de agua y cumplir la meta de consumo de 15 m3 por segundo y así poder llegar a la curva de aumento de nivel y que a final de este año tengamos el 75 % de los embalses del sistema Chingaza”, aseguró.
En Bogotá, el consumo de metro cúbico por segundo se ha mantenido en promedio en 11 m3/s desde 2019; exceptuando enero de 2023, cuando llegó a 12,43 m3/s. En 2024 aumentó y con corte al 15 de abril se encuentra en 16,11 m3/s.
Además del racionamiento de agua, uno de los requisitos que debería cumplirse para que los embalses se abastezcan de nuevo es la lluvia. De acuerdo con el informe ‘Predicción climática a corto, largo y mediano plazo’ del Ideam, el fenómeno de El Niño (que se caracteriza por la disminución de las lluvias y el aumento de la temperatura) estará presente, y disminuyendo gradualmente, hasta junio. Sin embargo, La Niña (que sí presenta fuertes lluvias y bajas temperaturas) podría empezar desde mayo o junio.
Frente a estos fenómenos atmosféricos, causados por el enfriamiento y calentamiento anormales del océano Pacífico, que, en este momento, contribuyen grandemente a la sequía del sistema hídrico Chingaza, la gerente de la Empresa de Agua y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), Natalia Avendaño, se pronunció diciendo: “Si en los dos sistemas no cayera una sola gota de agua de lluvia ni de los afluentes, cosa que no pasa porque todos los días está llegando, así sea poquito, (...) estamos en este momento más o menos en 55 días (de que se seque) el sistema Chingaza”.
Sin embargo, es clave señalar que aunque el sistema Chingaza se quedara sin agua, la ciudad cuenta con los sistemas Tibitoc y el sistema Sumapaz que entregan el 30 % del líquido que se consume en la ciudad, sobre todo en la zona sur. De allí podría tomarse agua, pero la zona norte se enfrentaría a una grave situación, pues no tendría agua en el sistema encargado de surtirle líquido.
Chingaza como reserva natural de Colombia y el mundo
De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, el 50 % de los páramos del mundo está en Colombia. Estos son el hogar de especies únicas, 6 de cada 10 especies que habitan los páramos solo se encuentran allí. También cumplen funciones de mitigación y adaptación al cambio climático, debido a la capacidad de plantas como el frailejón de albergar humedad y agua, y almacenamiento de carbono en los suelos, lo que los vuelve tierra fértil.
El parque Natural Chingaza es hogar de cientos de frailejones, que solo florecen en los páramos. Foto:Laura Angélica Lenis. Escuela de Periodismo Multimedia de EL TIEMPO.
Chingaza tiene 76.000 hectáreas en las que conviven tres tipos de ecosistemas; el más común es el páramo, seguido de los bosques andinos y los altoandinos. Sin embargo, el área protegida se extiende a lo ancho de la cordillera oriental de Los Andes y por 11 municipios, por lo que también hay zonas de ecosistemas del pie de monte llanero.
Además de ser un ecosistema único, entre tanta vegetación y montañas, el Parque Natural Chingaza alberga los embalses de los que, prácticamente, depende el agua que consume Bogotá. Recuperar la capacidad hídrica de San Rafael y Chuza, que componen el sistema, tomará más de 15 días de racionamiento: ni siquiera un periodo de lluvias (que es una temporada que dura normalmente 4 meses) haría que la capacidad se elevara a más del 70 %.
Es una emergencia ecológica, pues Chingaza no sólo provee el agua a la capital, también es el hogar de más de 2.000 especies de plantas, 101 especies de mamíferos, 531 especies de aves, 49 especies de anfibios y 32 de reptiles. Entre más tiempo pasa, la tierra y las rocas, que antes estaban ocultas por el agua, se expanden y contrastan con las zonas de vegetación: la sequía se tomó los ecosistemas.
"Estamos frente a un completo desequilibrio ecológico ―dice Paola Andrea Echeverry, coordinadora de paisajes de la WWF Colombia― en este momento con el fenómeno de El Niño enfrentamos sequía. Luego vendrán temporadas de lluvia que, aunque podrían ayudar a nivelar los niveles de los embalses, podrían afectar la flora y fauna del lugar".
Echeverry, quien conoce de memoria varios tramos del parque, resalta que el trabajo de cuidado del lugar se hace (y se debe hacer) de manera colectiva. A más de 2.000 y 3.000 metros sobre el nivel mar, vecinos y habitantes del área protegida (o cercanas) han sacrificado su modo de vivir a cambio de preservar el entorno.
Han abandonado la ganadería, replanteado sus lugares y patrones de siembra y alejado a animales no-nativos (como perros y gatos) de los terrenos. Y el racionamiento de agua, que no se daba en Bogotá desde hace 40 años, es común para quienes habitan esas zonas.
Sin embargo, aún realizan siembras de fruta de bajo impacto (con construcciones reutilizables y evitando la tala de árboles o mal uso del suelo) y desde el Gobierno y organizaciones sin ánimo de lucro, el parque ha mantenido una función ecológica y económica.
Turismo ecológico
Desde la Asociación de Parques Naturales y la WWF Colombia se han iniciado programas de conservación y reactivación económica por medio del turismo. "Cuando uno viene a Chingaza la percepción sobre el páramo y los recursos naturales cambia. Sabemos que las visitas acá son una oportunidad educativa, no sólo de recreación"― menciona Echeverry― “la gente viene aquí en pequeños grupos y recibe capacitación sobre el ecosistema y su importancia. Al saber qué es un área protegida y sus características, la gente toma consciencia".
El turismo que se realiza en Chingaza es de bajo impacto: grupos pequeños son recibidos por los habitantes, trabajadores y cuidadores del parque para poder conocerlo. El punto más alto está a 4.000 metros sobre el nivel del mar, y quedan vestigios de tierra seca y construcciones que alguna vez fueron de una cementera. Bajando se encuentran los embalses y las especies de flora y fauna del lugar.
Actualmente el parque cuenta con 64 acuerdos de conservación vigentes, que incluyen el constante monitoreo de la zona. Desde afuera, es importante que la población tome medidas de ahorro de agua y luz en su hogar. Y si se visita el parque, o cualquier otra zona protegida, siempre se debe ir en compañía de guías autorizados, no llevar plásticos de un sólo uso (como bolsas y botellas) y respetar la fauna y flora de los ecosistemas.