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Descubren dos nuevas especies de rana de lluvia en el país
Fueron halladas hace 10 años en el Norte de Santander, pero apenas hace poco se confirmó.
La Pristimantis ardilae, es una de las nuevas especies de rana de lluvia que fue descubierta en el Norte de Santander Foto: Cortesía Aldemar Acevedo
Hace una década, un equipo de investigadores dirigido por el biólogo Aldemar Acevedo recibió el Premio Conservacionista del Futuro de CLP (financiado a través de UICN Save Our Species), para evaluar el estado de conservación de los anfibios que habitan los bosques andinos de Colombia. Gracias a esa expedición por las montañas del Norte de Santander descubrió, junto con su equipo, dos nuevas especies endémicas de ranas de lluvia.
Las especies pertenecen al género Pristimantis, un gran grupo de ranas ampliamente distribuidas en América Central y del Sur. Según Conservation Leadership Programme, las ranas Pristimantis se han diversificado en aproximadamente 500 especies, de las cuales casi la mitad se encuentran en Colombia.
Las dos nuevas especies fueron llamadas Pristimantis ardilae, en honor a la herpetóloga colombiana María Cristina Ardila Robayo, quien falleció en el 2017 y dejó un legado de 15 especies nuevas para la ciencia en Colombia, y Pristimantis bowara como tributo la comunidad local uwa, que habita en el sur de Norte de Santander, ya que bowara significa selva o bosque en su dialecto.
“Los pueblos indígenas juegan un papel tan importante en la preservación de los recursos naturales, especialmente en áreas tan remotas. En algunas ocasiones hemos intercambiado conocimientos con esta comunidad, y en el futuro nos gustaría involucrarlos más activamente en los programas de conservación”, dice Aldemar.
El proceso de análisis para constatar que las especies no habían sido descubiertas requirió la revisión y comparación de los ejemplares en colecciones biológicas del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y el Museo de Historia Natural José Celestino Mutis de la Universidad de Pamplona.
Los hallazgos publicados recientemente en la revista internacional Zootaxa, arbitrada por investigadores expertos, revelan más que dos especies nuevas de ranas para el país. También muestra lo difícil que es hacer ciencia, tanto por su alto costo como por la falta de apoyo.
La segunda especie hallada por Acevedo se llama Pristimantis bowara. Foto:Cortesía Aldemar Acevedo
Cuando estas dos ranas de lluvia fueron halladas en campo, los investigadores tenían la sospecha que se trata de dos nuevas especies; sin embargo, no tenían los suficientes recursos para obtener la evidencia requerida en ese momento.
Específicamente, necesitaban realizar análisis filogenéticos que involucran técnicas moleculares costosas que mostrarían que las ranas se habían separado genéticamente de sus parientes ancestrales en nuevas especies. Así que tuvieron que esperar una década para confirmar su hipótesis.
“En ese entonces acceder a recursos para hacer análisis moleculares era más complejo y costoso, por lo cual tuvimos que esperar hasta el 2016, cuando logré conseguir nuevos fondos con un proyecto de Colciencias y eso nos permitió secuenciar varios especímenes de anfibios que apuntaban a que eran nuevas especies. Entre ellas están las dos nuevas especies de ranas de la lluvia; a su vez, estamos trabajando en la descripción de 3 especies más de las zonas andinas de Norte de Santander, cuya diversidad ha sido subestimada durante décadas”, dijo Acevedo.
En esta investigación, titulada ‘Dos nuevas especies de Pristimantis (Anura: Craugastoridae) con notas sobre la distribución del género en el noreste de Colombia’, también se evaluaron las amenazas de los anfibios en el área, especialmente en relación con el impacto del hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis (Bd), que es la principal causa de la disminución del número de anfibios en todo el mundo.
Pero también analizaron, y aún analizan, otras amenazas como la destrucción de hábitats, la expansión de la frontera agrícola; la crisis climática, en particular los cambios en la lluvia o el aumento de la temperatura, pues pueden aumentar la propagación de Bd.
En el camino también tuvieron que superar otra serie de dificultades, como lo es recorrer zonas en donde el conflicto armado se ha ensañado. “Algunas zonas son de difícil , y por seguridad no volvimos a realizar muestreos, sobre todo para la parte baja del Parque Nacional Natural Tamá”.
Lo que me inspira a seguir trabajando en la conservación es ver la receptividad, el asombro y la buena disposición de las personas que viven en las áreas donde viven los anfibios
Debido a los riesgos planteados por el conflicto armado, el equipo no ha podido regresar a algunas áreas en el sur de Tamá durante aproximadamente 8 a 10 años. Como resultado, ahora desconocen el estado actual de las poblaciones de anfibios que habitan estos sitios, incluidas las nuevas especies de salamandras Bolitoglossa leandrae y B. tamaense que descubrieron en el 2013.
Pese a que su seguridad se ha visto en riesgo, Acevedo se enfoca en lo positivo que queda en las regiones en donde hace sus investigaciones.
“Lo que me inspira a seguir trabajando en la conservación es ver la receptividad, el asombro y la buena disposición de las personas que viven en las áreas donde viven los anfibios y otras especies”, explica Aldemar, y agrega: “Esto me ayuda a proponer estrategias de conservación viables que integren diversas sociedades humanas y utilicen diferentes perspectivas de la historia natural, la ecología y la socioecología”.
Así las cosas, el país ahora cuenta con 842 especies de anfibios, y la mayoría son ranas, lo que hace que Colombia siga siendo el segundo país más biodiverso en anfibios después de Brasil.
En el caso de Norte de Santander, alcanza una cifra de 10 especies de este género de anuros. Los autores afirman que entre 5 y 10 especies más están por descubrir.
Redacción Medioambiente
Con información de Conservation Leadership Programme