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Proyecto ayuda a que predios privados ganen dinero por conservar la naturaleza
El objetivo es que se proteja el 10 % del territorio privado del país. La Orinoquia, caso de éxito.
La Fundación Cataruben ayuda a evitar la afectación de sabanas inundables en los Llanos. Foto: Edwin Caicedo
En Colombia, de los 114 millones de hectáreas terrestres que existen, un total de 50’102.269 tienen algún tipo de uso. En el 77,9 por ciento de ellas (39 millones de hectáreas) ese uso es pecuario, lo que normalmente implica una transformación y en algunos casos deforestación. Y es de allí de donde vienen no solo gran parte de las emisiones de dióxido de carbono del país, sino también la pérdida en la capacidad de capturar gases de efecto invernadero. Pero eso es algo que una fundación nacida en Yopal se ha propuesto cambiar.
El problema es sencillo: las plantas (árboles, arbustos, pastos, etc.) capturan y mantienen atrapado los gases contaminantes que las personas emitimos en la atmósfera; si esas plantas no son deforestadas o esas tierras no son transformadas, esos gases se mantienen secuestrados y las plantas siguen creciendo y obteniendo mayor capacidad de capturar. Pero algunas de esas zonas son también áreas productivas donde ganaderos y agricultores pueden desarrollar actividades pecuarias. ¿Qué hacer entonces? Pagarles a los dueños de esos territorios para evitar su transformación.
Esa es el objetivo que busca la Fundación Cataruben, que desde hace nueve años desarrolla proyectos de emisión de bonos de carbono en los cuales los tenedores de predios privados se comprometen a no transformar su territorio y una empresa privada, que debe compensar sus emisiones, paga por evitar esa transformación.
Pero su modelo es un poco distinto al que normalmente manejan las empresas de este tipo: usualmente las compañías que comercian bonos de carbono funcionan como intermediarios, es decir, calculan y venden los bonos de carbono a quienes los requieran y entregan un porcentaje a los dueños de las tierras; sin embargo, lo que hace Cataruben es, en vez de comerciar los bonos, conectar a la empresa que quiere mitigar sus emisiones con los dueños de predios que están dispuestos a no transformar sus terrenos.
Hay proyectos de emisión de bonos de carbono en varios países, pero en Colombia el modelo que tiene Cataruben es un modelo que difícilmente se encuentra en Latinoamérica
Según explica Edwin Hincapié, biólogo y gerente de la Fundación Cataruben, lo que buscan como empresa es conectar a compañías que quieren o necesitan por legislación compensar las emisiones que emiten en el ambiente con dueños de fincas o terrenos que no han sido intervenidos y a los que les interesa la conservación y que pueden obtener un rédito económico de esa decisión. De esta manera, no solo la empresa privada conocería de primera mano en dónde está invirtiendo su dinero, sino que los dueños de los terrenos se acercan a la compañía y se generan colaboraciones mutuas que permiten una mejor relación.
“Nos gusta que haya un o directo entre quien prestó el servicio ambiental y quien necesita neutralizar su huella. Así la compañía sabe cuánto le está pagando, y el propietario sabe cuánto dinero debe llegarle. Esto casi no pasa en el país porque hay unos procesos de intermediación que no compartimos porque cuanto más transparente sea el proceso, más compromiso hay del propietario hacia el proyecto. Y lo otro es que los dueños de las tierras se van educando en la práctica y le hacen propuestas al cliente, manejan los precios, les muestran a las empresas qué es lo que están haciendo y cómo”, señala Hincapié.
En ese proceso, hasta el momento Cataruben ha logrado la protección del 1 por ciento de los 50 millones de hectáreas del país donde se puede emitir bono de carbono a partir de terrenos privados. Su foco ha estado centrado en los departamentos de Casanare, Arauca, Meta y Vichada, en la región de los Llanos, donde ya trabajan en 1.001 predios y han logrado evitar la emisión de 1’414.953 toneladas de CO2 equivalente. Pero su apuesta es crecer diez veces eso, y alcanzar al año 2052 un total de 5 millones de hectáreas de terrenos privados emitiendo bonos de carbono.
En las sabanas inundables de los Llanos Orientales donde trabaja Cartaruben la producción de arroz y aceite impacta fuertemente la biodiversidad. Foto:Edwin Caicedo
Algo que también esperan lograr es emitir bonos de biodiversidad (por no afectar zonas claves para la supervivencia de especies amenazadas) y bonos hídricos (por hacer una buena gestión de cuencas y evitar la afectación de estas). Por eso invita a tenedores de predios privados a vincularse con Cataruben. “Trabajamos solamente con predios privados, no trabajamos con comunidades indígenas o territorios comunes, porque creemos que es en esos predios privados donde se está dando la mayor destrucción de biodiversidad, bosques y se está acabando y haciendo mala gestión del recurso hídrico”, enfatiza Hincapié.
Una de las compañías que desde 2018 decidió apostarle al modelo de Cataruben es Latam Colombia. La empresa de transporte aéreo, que ya había trabajado antes comprando bonos de carbono, dice haber encontrado en la empresa ambiental una metodología más confiable, escalable y transparente en la cual confiar para lograr su ambicioso objetivo de compensar, para 2030, el 50 por ciento de sus emisiones domésticas (que representan en el país 500.000 toneladas de CO2 al año). Hoy por hoy, en Colombia, gracias al trabajo con Cataruben, ese objetivo ya se logró, y las filiales de otros países como Latam Perú, Chile y Brasil, que deben cumplir el mismo objetivo, están buscando invertir en el país para lograrlo.
“Hay proyectos de emisión de bonos de carbono en varios países, pero en Colombia el modelo que tiene Cataruben de cómo involucra a la comunidad, de cómo maneja el tema de los ingresos, de co-beneficios, de proyectos productivos es un modelo que difícilmente se encuentra en Latinoamérica”, explica María Lara, directora de Asuntos Corporativos de Latam Colombia. La compañía aérea paga para evitar la deforestación y degradación de bosques y humedales de la sabana inundable de la Orinoquia.
Evitar la degradación y deforestación de zonas en los Llanos también se traduce en la protección de especies nativas como chigüiros (foto), babillas, aves, entre otros. Foto:Edwin Caicedo
La confianza es un punto clave para generar una relación directa con los dueños de los terrenos, indica Lara. “La calidad es superior a lo que hemos visto en otros proyectos de Latinoamérica, sin decir que otros son malos, pero el alcance del proyecto es bien especial. Tanto es que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) está buscando cómo implantarlo en la Amazonia”, finaliza la ejecutiva.