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Lanzar semillas del cielo sirve de experimento, pero no se sabe si restaura
El año pasado Minambiente y el Insituto Sinchi lanzaron un piloto de reforestación en la Amazonia.
Helicópteros del Ejército lanzaron hoy 25.000 semillas asistidas en el Caquetá. Foto: Minambiente
El 14 de diciembre, helicópteros del Comando Conjunto n.º 3 del Ejército Nacional despegaron del aeropuerto de Florencia, Caquetá, con una misión: lanzar desde el cielo pellets, unas pelotas del tamaño de una moneda con cinco semillas nativas para probar un piloto experimental de reforestación en esta zona suroriental del país que conforma el ecosistema de la región amazónica.
La actividad, promovida por el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi y el Ministerio de Ambiente, busca ser una solución complementaria para el grave problema de deforestación que enfrenta la región de la Amazonia, en todos los departamentos que la conforman.
Sin embargo, generó revuelo entre biólogos y expertos en restauración de ecosistemas que cuestionaron la capacidad de ser una respuesta costoefectiva para solucionar dicha problemática.
En entrevista con EL TIEMPO, expertos del Instituto Sinchi señalaron que lo que se busca con el ‘Piloto experimental de restauración ecológica asistida’ no es directamente reforestar, sino probar la capacidad que tiene esta técnica para ser una solución viable para la deforestación, como una estrategia que ayude a cumplir el objetivo pactado por el Gobierno de eliminar la deforestación ilegal para el 2030.
Pellets de semillas siendo lanzados desde un helicóptero del Ejército Nacional. Foto:Minambiente
Según el Sinchi, lo que se quiere obtener es “información que nos permita determinar la viabilidad de esta estrategia en términos de la germinación y el establecimiento de plántulas. El presente piloto experimental está dirigido a evaluar esto específicamente en zonas de alta intervención, deforestadas y degradadas en la Amazonia colombiana”.
Los funcionarios de la entidad explicaron que se tiene previsto hacer la evaluación de la viabilidad de esta estrategia monitoreando durante seis meses el terreno donde fueron dispersados los pellets para determinar el porcentaje de germinación y establecimiento de plántulas a partir de las semillas dispersadas.
Para lograrlo se establecieron áreas demarcadas y divididas en unidades muestrales que permiten hacer un seguimiento en el tiempo.
Además, el piloto también compara la germinación de las semillas del pellet con semillas sin ningún tipo de recubrimiento, sino directamente dispuestas en el terreno.
Faltan datos
La doctora y experta en restauración ecológica Pilar Gómez, quien fue una de las voces que cuestionaron la efectividad del piloto, explica que si bien como experimento esta forma puede mostrar resultados interesantes, aún faltarían datos para saber si tiene capacidad para ser efectivo como solución de la deforestación, tal como se busca.
Por ejemplo, según señala, fueron escogidas cinco especies para ser dispersadas: cascabelito (Crotallaria pallida), cucubo (Solanum sycophanta), cucharo (Myrsine coriácea), tachuelo (Zanthoxyllumsp) y asaí (Euterpe precatoria), un número que no representa la inmensa biodiversidad que tiene esta región del país.
“En restauración, generalmente se procura utilizar una gran o una buena representatividad de especies, sobre todo que estén representados distintos grupos funcionales para que eso realmente permita que el ecosistema restablezca funciones; esa es una de las metas de la restauración. Como esto es un ejercicio piloto, pienso que por eso usaron pocas especies. Si planean hacer esto a una escala más amplia, indudablemente van a tener que utilizar muchas más especies”, destaca.
Los esfuerzos, tanto económicos como humanos, deberían enfocarse muchísimo más en detener las actitudes de deforestación
Además, de acuerdo con la experta, solo tres de las cinco especies son sucesionales tardías, eso quiere decir que en el tiempo solo tres especies conformarán la comunidad madura del bosque. “Son las que se establecen después de que estas colonizadoras primarias han hecho el trabajo de adecuar los sitios con unas condiciones ambientales más favorables”, destaca.
Otro problema que ve Gómez es de dónde habrían salido las semillas usadas, pues, según ella, si se tomaron de bosque nativo lo que se estaría causando es quitarle oportunidad al ecosistema para reforestarse como lo haría naturalmente; además, dice la experta, es preocupante la falta de integración de las comunidades locales a estas actividades, pues “en muchos casos estos tienen mayores conocimientos sobre estas zonas”.
Finalmente, para ella, lo importante es que existan datos que permitan mejorar y optimizar esta práctica para que realmente se convierta en una solución viable para enfrentar la deforestación porque si no, solo sería un experimento que, más allá de lo anecdótico, no dejaría de ser eso: un experimento.
“Los esfuerzos, tanto económicos como humanos, deberían enfocarse muchísimo más en detener las actitudes de deforestación o de cambio de uso de suelo por actividades agrícolas o pecuarias, que es otro gran problema que estamos viendo. Y pues, realmente, que pudiéramos proteger mucho más el bosque que todavía tenemos, las vastas extensiones de bosques que todavía hay en esta región del país. Restaurar es mucho más caro que conservar”, destaca Gómez.