Se acerca la noche de Navidad y, aunque muchas personas ya han comprado los regalos que compartirán con su familia y amigos, aún hay quienes están pensando en qué regalarles a sus seres queridos.
Lamentablemente, uno de los deseos más comunes, principalmente por los más pequeños de casa, tiene que ver con una mascota. Perros y gatos se convierten por estos días en algunos de los ‘regalos’ más buscados por algunos padres.
Para evitarlo, y también para que las personas tengan en cuenta que las vidas no son regalos sino responsabilidades que no deben asumirse a la ligera, traemos tres historias de mascotas en Navidad y cómo sus vidas cambiaron por estas fechas.
Cocoa y Camila Cusgüén
La familia no contaba con los medios económicos suficientes para pagar la hospitalización y el tratamiento que la perrita necesitaba
Cocoa, una labrador chocolate, fue adquirida por una familia en Bogotá como regalo de Navidad y premio por haber pasado todas las materias del colegio. "Era lo que más deseaban los niños, e incluso lo habían escrito en la carta al Niño Dios", cuenta Camila, quien era vecina y amiga cercana de la familia.
Los papás empezaron a buscar en diferentes medios y a hacer os con familiares, amigos, conocidos e incluso se pusieron en o con algunos criaderos; sin embargo, por ser ya muy cercana la fecha del 24 de diciembre, no lograban encontrar el perro de las características que anhelaban los niños.
"Una tarde, un amigo se puso en o conmigo porque sabía que yo estaba en búsqueda de un cachorrito de esta raza y me comentó que había encontrado uno en una tienda de mascotas de esas que se encuentran en ciertas zonas de Bogotá". Ya para horas de la tarde, Cocoa se encontraba en la casa de la abuela de la familia aguardando para hacer felices a los niños.
Pasadas unas semanas de haber sido acogida con felicidad por los niños, Cocoa empezó a manifestar signos como vómito, diarrea, decaimiento y anorexia. Luego de ser vista por el médico veterinario, y haber realizado diferentes procedimientos diagnósticos, se confirmó una de las sospechas que más preocupaban a toda la familia: Cocoa estaba infectada con el virus de la parvovirosis y necesitaba tratamiento urgente.
"La familia no contaba con los medios económicos suficientes para pagar la hospitalización y el tratamiento que la perrita necesitaba, y yo notaba que el animal empeoraba rápidamente, por lo que me ofrecí a ayudar", dice Camila.
Por fortuna, Cocoa se recuperó luego de pasar más de una semana hospitalizada; sin embargo, cuando ya podía regresar a casa, los padres de los niños le comentaron a Camila que todo el proceso de enfermedad había sido muy difícil de superar para los niños y que deseaban darla en adopción. “Inmediatamente, a mí se me rompió el corazón porque aparte de haber sufrido la enfermedad, la perra ahora iba a ser abandonada o dada en adopción quién sabe a quién... no fui capaz de permitirlo y me ofrecí a adoptarla”.
Hoy en día Cocoa es una perra sana, vigorosa y que, durante la pandemia, se convirtió en la mejor compañía para Camila e incluso la ayudó a superar la pérdida de dos seres queridos. “Es mi mejor compañía y es un ser que llegó a mi vida para cambiar mi mundo.
Emilio y Federico Quijano
Hoy en día es uno de mis consentidos y me acompaña a todo lado
Cuenta Federico que a Emilio lo llevaron a su peluquería “para que le hiciera el baño y lo dejara listo para regresar a casa luego de las vacaciones de inicio de año... La madre me comentó que este había sido el regalo de Navidad que el papá le había hecho a la hija". Le llamó la atención que la señora en varias ocasiones le manifestó la incomodidad porque “el perro no obedecía y orinaba por toda la casa"; sin embargo, él le comentó que era parte normal del proceso de aprendizaje de los animales.
Cuál sería la sorpresa de Federico cuando, llegada la hora de recoger a Emilio en la peluquería, la señora nunca llegó y tampoco contestaba el teléfono. “Esperamos unos días e intentamos ubicar a la familia preguntando por el barrio y publicando por redes sociales”, pero fue imposible: a Emilio lo había abandonado en la peluquería.
"Hoy en día es uno de mis consentidos y me acompaña a todo lado... Él está muy agradecido conmigo por haberle dado un verdadero hogar", menciona Federico. La recomendación que él les da a todas las personas es que “recuerden que no se comercializa la vida y que el hecho de adquirir un perro o un gato implica una responsabilidad no solo con el amor y el cuidado, sino también con la educación”.
Kiara y Natalia Arango
A Natalia sus padres nunca le habían permitido tener una mascota en casa, por eso apenas empezó a vivir sola empezó a contemplar la posibilidad de tener un gato.
“Antes de tomar la decisión consulté con amigos que tenían gatos en casa y también con un médico veterinario amigo para que me asesorara. Luego de eso, Kiara llegó a casa”.
Kiara es una gata criolla de aproximadamente cinco años que fue adquirida en una jornada de adopción distrital de las que se hacen por esta época de fin de año. “Me decidí a adoptar en lugar de comprar porque considero que todos los seres vivos merecen una segunda oportunidad y no deben ser tratados como objetos que se compran o se regalan, para luego ser desechados porque no llenaron las expectativas o ya no son llamativos”.
El llamado que hace Natalia para todos los que están pensando en regalar animales en navidad es que “busquen fundaciones, organizaciones o entidades que tengan animales en adopción para darles una segunda oportunidad”.
Consejo de Navidad
Asesórese muy bien antes de tomar la decisión de comprar o adquirir una mascota como regalo. Recuerde que este es un compromiso para toda la vida, ya que perros y gatos tienen una expectativa de vida superior a los 10 años, y que debe ser asumido con responsabilidad, paciencia, dedicación, amor y, sobre todo, inteligencia financiera.
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GABRIEL GARCÍA
MÉDICO VETERINARIO