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¿Está viviendo en una cárcel mental?
Esta Semana Santa reflexionemos si nos estamos autolimitando con rejas imaginarias.
Recientemente me volví a ver una de mis películas preferidas, Sueño de fuga, basada en la novela de Steven King que narra de una manera increíble la durísima pero inspiradora historia de un hombre recluido injustamente en una prisión. Ahí vive casi 20 años, en los cuales le pasan las cosas más atroces, pero donde también encuentra el significado de la amistad, del valor y de la esperanza.
La depresión arrebata la capacidad para disfrutar de las fantasías eróticas. Foto:123RF
Esta cinta está llena de frases que quedan impregnadas en la mente y en el alma. Para mí, la más significativa es cuando el protagonista, Andy Dufresne, el día antes de fugarse le dice a su entrañable amigo, “de la manera como lo veo yo, solo hay dos opciones: te ocupas viviendo o te ocupas muriendo”.
Aunque la mayoría no estamos recluidos en una cárcel ni estamos decidiendo entre fugarnos o quedarnos sirviendo una cadena perpetua, esta filosofía se nos aplica a todos. Muchos no estamos físicamente encerrados, pero vivimos como reclusos.
Sobrevivimos los días pero no los vivimos. Nos despertamos, renegamos de la cuidad, del trafico, de la falta de plata o de oportunidades, trabajamos, vemos televisión y nos acostamos a dormir. Día tras día hacemos lo mismo sin pena ni gloria. No hay paredes de concreto ni rejas de púas que nos contengan, pero sí nos encarcelan sentimientos mucho peores a cualquier elemento físico –el miedo al fracaso, la culpa, la victimización, la falta de amor propio, las excusas mediocres y, como describió esta película, la falta de esperanza–.
Incontables somos como el amigo de Andy, Red, que después de cuarenta años de estar encarcelado decía frases tan tristes como: “la esperanza es peligrosa. Puede hacerte enloquecer”. No solo estaba privado de su libertad física, sino de la espiritual. Le daba tanto pánico concebir cualquier realidad diferente a la miserable que conocía que pensaba que contemplar la posibilidad de una luz a través del túnel lo podía destruir.
Cuántos no preferimos permanecer “encarcelados” en nuestras vidas monótonas y quejarnos por nuestra lamentable situación en vez de ilusionarnos con nuestra ‘libertad’. Preferimos no ilusionarnos con nada, ni ponernos metas por cumplir, ni sueños por alcanzar por el pánico a tener una desilusión.
A menos que el destino nos bote una salida facilista y a la mano, no buscamos la ‘fuga’.
Esta Semana Santa reflexionemos si nos estamos autolimitando con rejas imaginarias. No dejemos que las tristezas, durezas ni los miedos nos maten la capacidad de soñar y anhelar. Con certeza todos vamos a morir, pero depende de nosotros darnos la oportunidad de vivir.