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Entrevista

La historia de la estudiante Misak de Univalle que busca enseñar matemáticas ancestrales

“Donde ustedes ven una espiral, yo veo mi historia, mi familia y mi comunidad", reflexiona Blanca Jenny Tumiñá

Blanca Jenny Tumiñá

Blanca Jenny Tumiñá tiene 24 años y estudia octavo semestre de Licenciatura en Matemáticas. Foto: Agencia de noticias Univalle

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Blanca Jenny Tumiñá estuvo a punto de abandonar sus estudios en sexto de bachillerato porque sus maestras no le entendían cuando hablaba español. A sus 24 años, esta indígena Misak cursa octavo semestre de Licenciatura en Matemáticas y es políglota: habla Namtrik, Nasa, español e inglés. Además, integra las Autoridades Indígenas del Suroccidente (AICO) y participa en la mesa de diálogo con el Ministerio de Educación Nacional, donde defiende el derecho de las infancias indígenas a recibir educación en colegios que hablen su propia lengua.
A las reuniones llega a veces con su atuendo tradicional, otras con jean o vestido. Siempre lleva una mochila diferente y luce su cabello largo, generalmente suelto. Esa es su identidad. En estos espacios, su personalidad extrovertida es una característica que muchos consideran inusual en una mujer indígena. A diferencia de otras mujeres de su comunidad, ha decidido hablar sobre la matemática ancestral misak y dedicar su carrera en la Universidad del Valle a estudiarla y difundirla.

¿Cómo fue su infancia de niña misak?

Yo perdí muchas veces español. Me acuerdo mucho de una tarea que decía mitos y leyendas. En español no sabía qué era un mito y qué era una leyenda, pero en mi idioma sí lo tenía súper claro. La profe decía: ‘usted, ni siquiera sabe español, ni siquiera sabe los verbos ser o estar’. Sentí que no me hallaba, de hecho, no quería estudiar. Eso sí, recuerdo mucho que era muy buena en matemáticas. Nos colocaban los ejercicios y era la primera en terminar.
Blanca Jenny

A las reuniones, Blanca Jenny llega unas veces luciendo su atuendo tradicional. Foto:Agencia de noticias Univalle

¿Entonces, qué le impidió dejar el colegio?

Nuestra casa estaba en la zona rural, así que nos alquilaron una habitación en el pueblo y allí conocí a una profesora del colegio Nasa. Ella me dijo: ‘es un colegio chévere. Venga y mire’. En el colegio Nasa las abuelitas se encargaban de decir la historia de cada figura geométrica y después el profesor definía el cuadrado, el rombo. También aprendimos muchos autores indígenas, por ejemplo, yo no sabía quién era Quintín Lame o Floro Tunubalá, que fue el gobernador Misak del Cauca.

¿Cómo empezó a trabajar la matemática propia?

En tercer semestre vi el curso de Etnomatemática con el profesor Fabián Porras. Ese curso me llamó muchísimo la atención y ahí se hablaba de la matemática de los pueblos indígenas y se habló de la matemática de los mayas y dije: ‘bueno, si eso existe yo también
puedo hacer algo con lo Misak’.

¿Podría acercarnos a la geometría Misak?

En el cuadrado están los cuatro elementos Misak: la familia, los abuelos, la comunidad y el territorio. En la cocina también hay cuatro piedras. Para la cultura Misak, la forma de contar es de a cuatro. Esas cuatro piedras representan al papá, la mamá y los dos hijos. Los niños crecemos alrededor del Nachak (fogón).
Cuando explicamos la matemática desde esta perspectiva, siento que los niños la comprenden mejor. En un trabajo final de didáctica, les pedí que hicieran dibujos incorporando figuras geométricas, y representaron arañas, a la mujer embarazada, el sol y el ciclo de la luna. Figuras que ya conocían porque están en nuestros tejidos. También incluimos conceptos como el ángulo y los vértices.
Desde el Nachak también surge la doble espiral del pueblo Misak. Para ustedes, la matemática está inscrita en una epistemología, en una construcción del saber. Es la espiral de Fibonacci. Donde ustedes ven una espiral, yo veo mi historia, mi familia, mi comunidad y mi territorio.
El centro de la espiral es el nacimiento, el fogón, el territorio. Pero mire que la espiral ya está construida. Nosotros caminamos sobre lo que construyeron nuestros abuelos. Por eso decimos que nuestro camino ya está abierto, solo debemos seguirlo.
Para los Misak, el futuro está atrás y el pasado adelante. Las mujeres Misak cargan a sus hijos en la espalda porque van abriendo el camino para ellos. Para el bebé, yo no seré el futuro, sino el pasado. Yo estoy pasando por ahí y él seguirá ese camino. Caminar no es solo avanzar. ¿Para qué recorremos lo que ya está construido? Para pervivir, para continuar. A medida que avanzamos, descubrimos nuevas cosas.

¿Cómo ve la situación actual de la etnoeducación?

Estamos trabajando con el Ministerio de Educación en los estándares de educación para que se reconozca la educación propia en los estándares de educación (convencional), que
es muy difícil, pero ya casi ganamos. La Etnomatemática nos permite hacer investigación y pararnos desde los diferentes contextos y saberes existentes para que ningún saber sea
castrado, porque está la matemática de los campesinos, cada comunidad y cada pueblo tiene sus formas de hacer matemáticas desde su idioma, desde sus conocimientos.
LAURA PARRA RODRÍGUEZ - AGENCIA DE NOTICIAS UNIVALLE

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