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El gran impacto del lenguaje en el desarrollo emocional de los niños
A veces, los papás no son conscientes del poder que tiene su lenguaje en el desarrollo de sus hijos.
La comunicación asertiva es clave para que los menores comprendan mejor las consecuencias de sus actos. Foto: iStock
En la conversación diaria que los padres mantienen con los niños utilizan frases y expresiones que tienen un gran poder en su autoestima y desarrollo emocional. Aunque a veces no lo parezca, ese lenguaje puede transmitir un mensaje erróneo con un impacto negativo en la personalidad de los menores.
“Mama, papá ¿hablamos?” es una guía de buenas prácticas comunicativas con el objetivo de desmitificar y analizar el impacto de algunas de las frases cotidianas más utilizadas con los niños. Esta orientación práctica forma parte de un proyecto llamado “Dale una Vuelta”, que ha unido al Centro de Psicología “Inteligencia Activa” y a Meridiano Seguros.
La iniciativa que se lanzó a principios de mayo invita a la ciudadanía a participar en la recogida de frases o expresiones comunes, que a pesar de estar arraigadas en el lenguaje, necesitan un cambio. Desde entonces se han recibido más de 400 interacciones con propuestas.
Sobre las cuatrocientas frases elegidas se ha debatido y reflexionado en un Focus Group en el que han participado profesionales de la educación, la salud mental, familias, niños, niñas y adolescentes. El contenido del proyecto y la sesión de reflexión se puede visualizar en las redes sociales de Meridiano Seguros.
Frases que deberíamos evitar
. Foto:iStock
Los psicólogos del Centro de Psicología “Inteligencia Activa” dentro de la guía ¿Papa, mama, hablamos?, explican el poder y las consecuencias de algunas de las frases que más frecuentemente se usan en las conversaciones con los niños.
Por cotidianas que parezcan, utilizar a menudo algunas de estas frases para que sus hijos e hijas reaccionen u obedezcan, podría estar transmitir un mensaje erróneo.
De esta expresión, el niño o la niña puede interpretar que no cuentan con la confianza de sus padres, que no les creen capaces de hacer ciertas tareas. Esta inseguridad la arrastran hasta la edad adulta, influyendo directamente en su capacidad de resiliencia.
2. “Me va a volver loco/a”.
Gran independencia emocional sobre los pequeños
Con esta frase el o la menor siente todo el peso de la culpa directamente, cargan con la responsabilidad del bienestar ajeno. El pequeño corre el riesgo de ser demasiado sumiso en sus relaciones, priorizando las necesidades de los demás y dejando de lado las suyas propias.
3. “No llore, que no es para tanto”
Dificulta la compresión de sentimientos
Aunque la intención siempre sea restarle importancia para alejarle del dolor, puede interpretar que se desautorizan sus emociones. En estos casos siempre es mejor apoyarles y consolarles. Deben saber que, en un momento de debilidad, siempre que les pase algo, pueden contar con la presencia y compañía de su familia.
4. “Qué ganas de que acaben las vacaciones y vuelvas al colegio. Estoy
harto/a de usted”.
Fomenta la baja autoestima
Como seres emocionales, escuchar este tipo de expresiones les puede provocar un impacto muy negativo al considerar que es una expresión totalmente real. Se sienten culpables del malestar de su familia.
5. “Es un/a niño malo”
Esta expresión les puede hacer pensar que son “defectuosos”.
No es lo mismo afirmar esto que ellos entienden como un hecho que no pueden cambiar, que especificar en qué se han equivocado y qué es lo que han hecho mal.
6. “No sé ni para qué me molesto, ¡esto no se te da bien!”
Dependencia, inseguridad y baja autoestima
Este tipo de frase expresa cómo el adulto duda de la capacidad del niño y le invita a que él mismo no confíe en sus posibilidades. Además interpreta que no se valora su esfuerzo, y en su futuro, seguirá este ejemplo: “si no se me da bien, ¿para qué me voy a esforzar?”
7. “Ya verá cuando lleguemos a casa”
Problemas de autoridad, intento constante de complacer a otros para evitar el castigo
Este tipo de afirmaciones produce ansiedad, terror y vergüenza en los pequeños y pequeñas porque mientras llegan a casa van a estar pensando en el castigo.
8. “Déjese de tonterías”
Pasividad y falta de iniciativa
Si un niño o a una niña escucha constantemente esta frase, puede dejarse llevar por las palabras de sus padres y dejar de creer definitivamente en los sueños.
10. “Deje de portarte como un niño. Madure de una vez”
Genera ansiedad e insomnio
Muchos adultos manifiestan problemas de ansiedad y excesivo estrés por ser demasiado responsables y autoexigentes. El insomnio, por ejemplo, es un problema muy típico de personas cuyos padres les exigían demasiado, padres y madres que les bombardeaban con frases como esta.
. Foto:iStock
Dar una vuelta y evitar las frases negativas
La solución es aprender a manifestar de forma positiva lo que quieres decirle a tus hijos e hijas. Algunos consejos para mejorar la manera de dirigirnos a los niños:
1. Identifique este tipo de frases y cámbielas por alternativas más positivas. Constrúyalas partiendo de estas bases:
Háblele con claridad, teniendo en cuenta cómo va a interpretar el mensaje.
Céntrese en el comportamiento y evite hacer referencia a su forma de ser.
Ayúdele a expresar sus sentimientos y apoye sus mensajes con detalles como “He visto que…”, “Considero que…”.
No utilice el chantaje ni para castigar ni para premiar.
Si está en un estado de nerviosismo alto, quizá es mejor buscar otro momento más oportuno para hablar.
Valore sus esfuerzos
Los temas delicados o difíciles de tratar, es mejor afrontarlos de cara, sin rodeos.
2. Dele la vuelta a su forma de comunicarse con ellos/as y marque los límites de forma positiva.
3. Pregúnteles a sus hijos e hijas cómo están, qué les pasa y qué necesitan a menud
4. Practique la escucha activa, ponga atención cuando le hablan y desarrolle la empatía con sus hijos e hijas.
5. Escuche, tenga paciencia y trate de comprender a su hijo y/o hija y sus mensajes.
La importancia del lenguaje en el desarrollo emocional
A la hora de educar, los padres tienen una herramienta que influye notoriamente en el el desarrollo mental, emocional y de personalidad de los menores. Esta herramienta es el lenguaje.
El adulto debe mostrar cómo regular dichas emociones, un proceso denominado heterorregulación emocional para que el niño en un futuro adquiera habilidades para una adecuada autorregulación, señala Orlando García, director técnico de los centros Inteligencia Activa y licenciado en Pedagogía y Psicología.
Por eso, hay que tener muy presente qué hacer, qué decir y cómo decirlo, teniendo en cuenta siempre la importancia del lenguaje en su bienestar emocional.
Conclusiones sobre el lenguaje en los padres de familia
El gran poder del lenguaje: usar sabiamente la herramienta de la palabra con los demás y con uno mismo puede tener consecuencias emocionales.
El lenguaje construye e influye en el desarrollo emocional y en las futuras relaciones sociales de los más pequeños.
Hablar sin hacer daño y otros superpoderes: saber escoger nuestras palabras a la hora de tratar con los demás no significa que no debamos corregir cuando alguien hace algo incorrecto o algo que nos pueda molestar.