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Noticia
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La historia de los mapas y bocetos inéditos de Agustín Codazzi que regresaron a Colombia luego de 125 años
En una exposición en el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother se podrá conocer este importante acervo de la historia de la geografía de Colombia.
Los mapas y bocetos inéditos de Agustín Codazzi formarán parte del Archivo General de la Nación. Foto: Milton Díaz. El Tiempo
La Comisión Corográfica es conocida como el mayor y más significativo proyecto científico desarrollado en nuestro país en el siglo XIX. Una misión que pretendía recorrer toda Colombia a lomo de mula en seis años, para levantar por primera vez el mapa oficial de lo que en ese momento se llamaba la Nueva Granada, además de construir una descripción de los aspectos económicos, sociales, culturales naturales y estadísticos de cada una de las provincias de la nación.
A la cabeza de esta titánica tarea estaba un italiano: el teniente coronel Agustín Codazzi, quien dejó como legado diferentes mapas y documentos que reposan en archivos en el país. Sin embargo, una parte importante de su investigación estuvo los últimos 125 años completamente fuera de Colombia. Una colección de anotaciones, croquis, bocetos de mapas, diseños y notas de cálculo –el archivo privado de Agustín Codazzi– que hasta ahora solo formaba parte de la Biblioteca Nacional Universitaria de Turín (Italia).
Hasta este lugar llegaron en el año 1898 para participar en una exposición que destacaba a italianos reconocidos en el exterior. Según explica la profesora Stefania Gallini, de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, no es claro si fueron enviados desde Venezuela o desde Colombia, pero se entregaron parte de la muestra que se realizó con motivo de la celebración los 50 años de la primera carta constitucional del Reino de Italia.
“Hay cartas del bibliotecario de Turín en las que avisa a la Sociedad Geográfica Italiana de que tiene este material muy interesante. Es el único registro que tenemos de con qué intención llegó este material a esté lugar y de ahí no se vuelva a mover. Se pierde un poco el rastro hasta los años 30, durante la guerra, y de ahí en adelante hay registro de que es catalogado, conservado y recuperado”, explica la docente, quien con el regreso de estos documentos a Colombia en su versión digital, lideró su proceso de curaduría e investigación.
La versión digital de la colección, que ahora forma parte del Archivo General de la Nación, está compuesta, entre otras cosas, por 26 mapas manuscritos, que fueron la base del mapa general de la Comisión Corográfica de la República – on mediciones detalladas sobre provincias como las de Antioquia, Buenaventura, Barbacoas, Cauca y Chocó–, rutas y croquis con plantas medicinales, animales y otras descripciones del geógrafo italiano, 112 cartas de su autoría o dirigidas hacia él, un documento de 123 páginas titulado Descripción del Territorio del Caquetá y el cuaderno del padre Manuel María Albis, un informante de la Comisión que tenía datos e ilustraciones sobre comunidades indígenas del Putumayo y Caquetá, entre ellas los ingas, koreguaje, andoque, macaguaje y karijona.
La profesora Stefania Gallini, de la Facultad de Ciencias Humanas de la Unal, quien formó parte de la creación de la exposición. Foto:Milton Díaz. El Tiempo
Un nuevo capítulo para la cartografía
Son 4 terabytes de información con unos 2.500 documentos que, para expertos como el geógrafo David Ramírez Palacio, se trata de una oportunidad única para nuevas investigaciones sobre la historia y cartografía colombiana. “Este archivo nos permite reconstruir, como nunca antes, el proceso creativo de Codazzi, en particular con relación a la formación de sus mapas y descripciones, objetivo principal de la Comisión Corográfica”, detalla.
Ramírez fue uno de los investigadores que participó, junto a la profesora Gallini, de la construcción de la exposición Codazzi: cartografías de un archivo global, que busca poner en diálogo con el público los documentos del archivo privado de Codazzi. La muestra, que estará abierta hasta el 10 de agosto en el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother de la Universidad Nacional Sede Bogotá, es un recorrido por el acervo individual más importante que existe para la historia de la geografía y la cartografía de Colombia.
Esto se consiguió gracias a cuatro meses de engorrosos procesos y a una estrecha colaboración con la Universidad de Turín –donde permanecerá físicamente la colección, que permitió digitalizar incluso documentos de grandes dimensiones. “Por ejemplo, el mapa del Orinoco tiene dos metros de largo por 44 centímetros de ancho aproximadamente. Todos los otros mapas son de más de un metro, son formatos muy grandes que requieren equipos grandes y costosos a los que conseguimos tener hace un año en Italia. Allí se hizo una fase de digitalización muy cuidadosa gracias a una financiación que obtuvimos, fue un trabajo largo y tedioso”, recuerda la profesora Gallini.
Como parte de un trabajo investigativo y científico en el que participa la Institución, se entregaron al Archivo General de la Nación 2.500 documentos entre mapas, cartas, diseños y escritos personales del cartógrafo italiano que desde hace 125 años reposaban en la Universidad de Turín. Foto:Milton Díaz. El Tiempo
Más allá de los mapas
Pero no se trata de un archivo que solo es atractivo para geógrafos y cartógrafos. La intención de la muestra también es cautivar los sentidos y la creatividad de públicos no especializados, como relata Angelica María González Vasquez, profesora de la Facultad de Arte de la Unal que estuvo a cargo de la curaduría del material que conforma la exposición.
“Una pregunta que estuvo desde el principio del proyecto es cómo hacer que estos materiales que van a quedar ahora disponibles para consulta digital también pueden ser accesibles en otro tipo de formatos y soportes”, explica la profesora González, quien añade que lo que intentan con la exposición es darle una nueva materialidad a los documentos digitales, a través del tacto y otras experiencias en las que los visitantes pueden hacer sus propios hallazgos.
“Este material es científico pero también es de interés para la historia nacional y puede tener un interés estético, de dibujo. Por ejemplo, en el caso de las artes plásticas se habla mucho ahora de cartografías artísticas. Me parece que esta exposición sin duda puede abrir para las disciplinas ese tipo de diálogos”, detalla la curadora.
Entre la exposición llama especial atención el ya mencionado cuaderno del padre Manuel María Albis y la información que contiene este manuscrito sobre temas como biodiversidad, plantas medicinales y rituales ancestrales. Para su exhibición se trabajó de la mano de estudiantes de las comunidades indígenas a las que el sacerdote, párroco de Mocoa hace referencia, para presentar un contraste con las tradiciones registradas en el texto que aún hoy subsisten.
De acuerdo con la profesora Gallini, el motivo por el que este documento hacer parte de la colección de Codazzi es porque seguramente llegó al geógrafo italiano como parte del proceso de recopilación de información en campo durante el desarrollo de la Comisión Corográfica “Recopilan mucha información de personas que les comparten mapas, informes, folletos. Esos documentos justamente son los que están en este archivo porque son las fuentes con las cuales se construyen después los informes oficiales”, detalla.
Para la profesora de la Universidad Nacional, por eso acercarse a este archivo personal de Codazzi es casi como meterse a la cocina del ilustre italiano. “No vemos el plato servido, vemos los ingredientes, las ollas, el fogón prendido”, plantea. Y aunque no se trata precisamente de un nuevo descubrimiento, para los investigadores acercar al público a estos documentos por primera vez sí es una oportunidad para generar apropiación de este conocimiento como uno nuevo.
“Es para nosotros una manera para no sólo decir que existe un documento que habla de pueblos indígenas, de culturas, de saberes, de pájaros, de biodiversidad, sino para invitar a que cualquier persona en Colombia, en Italia o donde sea, a que se apropie de esa información y la vuelva a territorializar, la vuelva a poner en vida, porque si no, no sirve de nada, si no, es un lastre tener a estas bibliotecas y archivos llenos de documentos, si no circulan, si no se usan, si no inspiran sensorialmente y si no se proyectan en la cultura contemporánea de la forma como le parezca, desde tatuajes hasta libros de historia, todo sirve”, concluye Gallini.