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Los diez primeros días del telescopio James Webb en el espacio
Con suma cautela, los ingenieros de la Nasa continúan orquestando desde tierra su despliegue.
El parasol de 5 capas de Webb, desplegado y tensado. Esta es la misma configuración que tiene hoy en el espacio. Foto: Nasa/Chris Gunn
Después de su despegue el pasado 25 de diciembre, el telescopio espacial James Webb se aleja a cada segundo de la Tierra y acorta la distancia que lo separa de su destino final, el segundo punto de Lagrange.
A más de 800.000 kilómetros de su planeta de origen, el telescopio de origami, como lo han denominado, ya ha empezado a tomar forma y a parecerse a las imágenes que conocimos de él completamente abierto antes de su lanzamiento.
Ya es un diamante viajando por el espacio, luego de haber completado con éxito el despliegue de los brazos que sostienen las capas del parasol.
Un proceso que les dio a los ingenieros y técnicos de la Nasa que supervisan la misión su dosis de tensión en el último día del 2021: los interruptores que deberían haber indicado que ya estaba enrollada la cubierta que protegió el parasol mientras fue doblado para el lanzamiento del observatorio no se activaron cuando se suponía que debían hacerlo.
Sin embargo, según la agencia espacial estadounidense, fuentes secundarias y terciarias ofrecieron confirmación de que este paso sí se había completado. Los datos de temperatura parecían mostrar que la cubierta se desenrolló, bloqueando la luz solar de un sensor, y los sensores del giroscopio indicaron un movimiento coherente con la activación de los dispositivos de liberación de la cubierta.
En esta imagen fija de una transmisión de televisión de la NASA, el Telescopio Espacial James Webb se separa del cohete Ariane 5 de Arianespace después de su lanzamiento desde el Puerto Espacial de Europa, el Centro Espacial de Guayana en Kourou, Guayana sa, el 25 de diciembre de 2021. Foto:AFP
Después del análisis y la confirmación, la dirección de la misión decidió seguir adelante con la secuencia de despliegue planificada regularmente.
Con la apertura de los brazos del parasol, los últimos días han marcado un hito crítico para el Webb: eran 107 dispositivos de liberación de las membranas los que tenían que funcionar a la perfección para que se desplegaran en su totalidad, garantizando así que el telescopio contará con esa barrera que se mantendrá siempre entre el Sol, la Tierra y la Luna y el telescopio espacial, protegiéndolo de la luz que irradian estos cuerpos, de su calor y de la temperatura que emite el mismo Webb.
Del tamaño de una cancha de tenis ( 21,197 m x 14,162 m) y con cinco membranas hechas de un material liviano con propiedades térmicas especiales, llamado Kapton, y recubiertas con aluminio, entre otros compuestos, el parasol es una parte fundamental del telescopio Webb porque las cámaras e instrumentos infrarrojos a bordo deben mantenerse muy fríos y fuera del calor y la luz del Sol para que funcionen correctamente.
Para conseguirlo, las capas, además de estar desplegadas, ahora deben ser tensadas y separadas en posiciones precisas. Esto creará un espacio entre las membranas para permitir que el calor se irradie, haciendo que cada capa sucesiva del parasol sea más fría que la de abajo.
El equipo hizo lo que habíamos ensayado para este tipo de situación: detenerse, evaluar y avanzar metódicamente con un plan. Todavía tenemos un largo camino por recorrer con todo este proceso
Se esperaba que este proceso comenzara durante el fin de semana, pero tuvo que ser postergado debido a que el despliegue de los brazos tomó más de lo esperado porque el equipo de operaciones avanzó con cautela y de acuerdo con los protocolos que establecieron para lidiar con situaciones impredecibles.
Para Keith Parrish, gerente del observatorio Webb en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la Nasa, es un ejemplo de por qué continúan diciendo que no creen que el programa de implementación de telescopio pueda cambiar, aunque esperan que lo haga. “El equipo hizo lo que habíamos ensayado para este tipo de situación: detenerse, evaluar y avanzar metódicamente con un plan. Todavía tenemos un largo camino por recorrer con todo este proceso”.
Después de hacer una pausa, aprovechar para aprender más sobre cómo se está comportando el observatorio en el espacio y asegurarse de que los motores, que son claves para el proceso de tensado, estuvieran a las temperaturas óptimas antes de comenzar esa operación, retomaron el proceso el lunes.
Y la cautela seguirá siendo la guía durante los pasos que aún restan para poner en funcionamiento este avanzado telescopio, pues, como explicó Mike Menzel, ingeniero principal de sistemas del Webb, aun después de haber pasado 20 años en tierra diseñando y probándola, no es raro aprender ciertas características de su nave espacial una vez que está en vuelo.