En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

CLUB VIVAMOS
Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Hola, bienvenido

¿Cual es la ciudad colombiana clasificada como la más peligrosa del mundo?
¿Cómo va el juicio al expresidente Álvaro Uribe?
¿Accidente de bus en Calarcá?
Frío inusual en Bogotá explicado por el Ideam

Historias del Cosmos: Falta un pedazo de cielo

La capa de ozono se convirtió en una de las principales preocupaciones de muchos científicos.

El Protocolo de Montreal prohibió el uso de algunas sustancias que destruyen la capa de ozono, vital para protegernos de los rayos ultravioleta.

El Protocolo de Montreal prohibió el uso de algunas sustancias que destruyen la capa de ozono, vital para protegernos de los rayos ultravioleta. Foto: Getty Images / BBC Mundo

Alt thumbnail

PERIODISTA DE CIENCIAActualizado:

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon
El distanciamiento nos mantiene seguros. Me refiero aquí a los cerca de 150 millones de kilómetros que nos separan del Sol, lo que permite que la cantidad de radiación proveniente de la estrella no sea peligrosa para el sostenimiento de la vida, incluyendo la de nuestros congéneres humanos.
Además de que la Tierra siempre “mantenga sus distancias" con el Sol, el planeta cuenta con un escudo natural que nos protege de la mayor parte de las abrasadoras radiaciones ultravioleta de la estrella. 
Se trata de una delgada capa en la atmósfera terrestre, entre los 15 y los 50 kilómetros de altura, que contiene elevadas concentraciones de ozono, una sustancia que se forma de manera natural, compuesta por tres átomos de oxígeno, y descubierta un siglo atrás.
Si a las consecuencias de la radiación solar de alta energía sobre nuestra salud nos referimos –cáncer de piel, cataratas, afectaciones a la vista y la alteración del sistema inmunitario– podríamos decir que el Sol genera el problema pero a la vez nos da la solución. La luz ultravioleta proveniente del Sol es justamente la responsable de desintegrar las moléculas formadas por una pareja de átomos de oxígeno (O2), que posteriormente se recombinan con otras formando ozono (O3).
Desde hace casi medio siglo, la capa de ozono se convirtió en una de las principales preocupaciones de muchos científicos que alertaron sobre la disminución de la cantidad de ozono como consecuencia del uso industrial de compuestos clorofluorocarbonos (CFC).
Casi un millón de toneladas de CFC se fabricaban cada año y terminaban en la atmósfera, actuando como un catalizador para destruir las moléculas de ozono; participando cada átomo de cloro presente en ellos, en la destrucción de hasta cien mil moléculas de ozono.
Cuando el problema ya era evidente, la comunidad internacional firmó en 1985 el Convenio de Viena, y dos años más tarde el Protocolo de Montreal, en un esfuerzo conjunto de 193 países para preservar la capa que nos protege, regulando el uso de CFC en la fabricación de multitud de aerosoles, refrigerantes para aires acondicionados y refrigeradores, solventes, y hasta inhaladores para controlar el asma.
Falta un pedazo de cielo, titulaba el astrofísico y divulgador de la ciencia Carl Sagan uno de los capítulos de su libro de 1997 titulado Miles de millones.
En él recuerda cómo la invención de los CFC tuvo lugar cuando a finales de la década de 1920 un grupo de científicos, de manera muy cuidadosa y pensando en el medioambiente, se propuso remplazar los peligrosos, malolientes y hasta mortales gases que se usaban para el funcionamiento de los refrigeradores, con el fin de mejorar la calidad de vida de millones de personas.
Podríamos achacar a la ciencia el haber generado el problema, pero, al igual que el Sol, no solamente nos dio la solución sino que hubiera sido muy difícil sobrevivir como especie sin ella.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional

Encuentre también en Ciencia

Sigue toda la información de Vida en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

00:00
00:00

Comentar

Whatsapp iconFacebook iconX iconlinkeIn iconTelegram iconThreads iconemail iconiconicon

Conforme a los criterios de

Logo Trust Project
Saber más
Sugerencias
Alt thumbnail

BOLETINES EL TIEMPO

Regístrate en nuestros boletines y recibe noticias en tu correo según tus intereses. Mantente informado con lo que realmente te importa.

Alt thumbnail

EL TIEMPO GOOGLE NEWS

Síguenos en GOOGLE NEWS. Mantente siempre actualizado con las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en Google News.

Alt thumbnail

EL TIEMPO WHATSAPP

Únete al canal de El Tiempo en WhatsApp para estar al día con las noticias más relevantes al momento.

Alt thumbnail

EL TIEMPO APP

Mantente informado con la app de EL TIEMPO. Recibe las últimas noticias coberturas historias y análisis directamente en tu dispositivo.

Alt thumbnail

SUSCRÍBETE AL DIGITAL

Información confiable para ti. Suscríbete a EL TIEMPO y consulta de forma ilimitada nuestros contenidos periodísticos.

Mis portales