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Ante la amenaza que supuso el asteroide 2024 YR4, ¿Colombia necesita una red para monitorear estos cuerpos?
Científicos de la UdeA trabajan en el estudio de las trayectorias de asteroides peligrosos para nuestro planeta.
Planeta Tierra y asteroide en el espacio exterior. Foto: Getty Images
Por unos días el asteroide 2024 YR4 tuvo al mundo entero hablando sobre la posibilidad de que un cuerpo proveniente del espacio choque con la Tierra. Con una probabilidad de impacto que alcanzó por un momento el 3,1 por ciento –la estimación más alta registrada desde que se hacen este tipo de mediciones– este asteroide puso en evidencia la prioridad que las agencias espaciales y la red de defensa planetaria a estos temas, desplegando sus capacidades para un monitoreo minucioso que permitió descartar la amenaza.
Incluso se llegó a hablar de la posibilidad de que este asteroide cayera sobre territorio colombiano en 2032, debido a que nuestro país, efectivamente, se encontraba dentro del corredor de riesgo dado a conocer por entidades como la Agencia Espacial Europea. Un hecho que entre la comunidad científica de nuestro país levantó el interrogante de qué tan preparada está Colombia para hacer frente a una crisis de este tipo.
Y es que, según explica el profesor de la Universidad de Antioquia, Jorge Zuluaga, no debe ser ajena a la vigilancia que le está haciendo el mundo a estos cuerpos celestes. “Todo el mundo necesita estar vigilando la amenaza que representan los asteroides cercanos a la Tierra. Colombia necesita participar de ese proceso y lo puede hacer de dos maneras. Una, disponiendo de todo su recurso humano, los recursos computacionales y científicos que hay en el país. Pero también, si es posible, instalando observatorios en las montañas”, propone el científico que viene trabajando en el estudio de las posibilidades de impacto de asteroides junto a su grupo de investigación en la UdeA.
El astrofísico plantea que nuestro país cuenta con el privilegio de tener a los dos hemisferios terrestres, debido a su ubicación geográfica, lo que sería una contribución significativa a la búsqueda y monitoreo de estos cuerpos rocosos que viajan por el espacio debido a que los observatorios suelen estar ubicados al norte o al sur del planeta.
Además, según explica el experto, esto también contribuiría al monitoreo de los impactos que ocurren en nuestro territorio, teniendo en cuenta que los eventos en los que cuerpos pequeños chocan contra nuestro planeta son bastante comunes, el país también se debería preocupar por el seguimiento a estos eventos.
“Muchos de los fenómenos de impacto pueden ocurrir localmente. Es decir, los asteroides son una amenaza para todo el planeta, pero cuando hay impactos solo se observan en un área geográfica restringida. Entonces, si hay un impacto hoy sobre Colombia, nadie tendría manera de hacer un registro científico de lo que pasó. También por eso el país necesita instalar una red de monitoreo para los impactos que ocurran en el territorio”, asegura Zuluaga.
Por su parte, Adriana Ocampo, científica colombiana que por más de 50 años trabajó con la Nasa, señala que la atención atraida por el asteroide 2024 RY4 es momento importante para que Colombia coordine una red de alarma de asteroides y cometas que sea organizada a nivel gubernamental.
"Esta es una oportunidad para Colombia de desarrollo científico, preparación ante riesgos, seguridad global, y adjuntarse a la comunidad científica global de monitoreo para pasar a ser parte de la red internacional de alerta de asteroides IAWN", explica la investigadora, que continua trabajando en el área de geología planetaria.
Una amenaza real
De acuerdo con Zuluaga, con 2024 YR4 vimos tan solo la punta del iceberg porque, como este asteroide, puede haber otros miles en condiciones similares allá afuera. “Es importante entender la idea de que este asteroide era uno entre miles, no es como que súbitamente descubrimos el único asteroide que podría haber impactado en la Tierra en los próximos años. Tuvimos suerte por la manera como este asteroide estaba siendo iluminado, la parte del cielo donde estaba cuando lo descubrieron. Otros no los hemos podido detectar y eso es lo que esperamos hacer en el futuro con telescopios cada vez más poderosos y que observan el cielo con mucha más frecuencia”, detalla el experto.
Corredor de riesgo para el asteroide 2024 YR4 el 22 de diciembre de 2032. Foto:ESA
Los datos de la Nasa, de hecho, hablan de 873 asteroides de más de 1 kilómetro de diámetro cercanos a la Tierra que han sido descubiertos al 10 de febrero del 2025, gigantescas moles con la capacidad destructiva del cuerpo que acabó con los dinosaurios (se cree que el asteroide Chicxulub tenía entre 6 y 12 km) y se estima que hay por lo menos 50 que aún están por descubrir.
En lo que respecta a cuerpos cercanos a la Tierra y mayores de 140 metros, hay hasta el momento 11.209 descubiertos y por lo menos unos 14.000 aún están por descubrir. Además, se estima que 100 toneladas de polvo y partículas del tamaño de un grano de arena bombardean la Tierra a diario. Estas cifras permiten entender por qué son comunes los eventos en los que material del espacio de tamaño pequeño entra a nuestro planeta.
“Los asteroides que son de menos de 20 metros, la mayoría, cuando impactan a la Tierra, se queman en la atmósfera. Los que están por encima de los 20 metros pueden llegar hasta la superficie y, si caen en zonas pobladas, pueden producir muchas muertes. El último asteroide que impactó de ese tamaño sabemos que ocurrió hace más de 100 años en la región de Tunguska. Era una región muy despoblada, entonces no hubo muertos”, explica el profesor Zuluaga.
En promedio, la frecuencia de impacto de asteroides de 50 metros de diámetro es de cada 2.500 años, y para los de 100 metros es de 10.000 millones. Sin embargo, los impactos de los cuerpos pequeños son más comunes: cada 15 días para los de 1 metro de diámetro y cada 15 años para los de 10 metros.
Precisamente porque son más frecuentes, los cuerpos pequeños, de menos de 20 metros también merecen atención al representar un riesgo para la infraestructura de ciudades, de caer en lugares poblados. Un ejemplo reciente es el caso del asteroide que impactó el 15 de febrero de 2013 en Cheliábinsk, Rusia, y explotó en la atmósfera a una altitud de 30 km, liberando alrededor de medio megatón de energía (equivalente a 35 bombas del tamaño de Hiroshima). Dos minutos más tarde, la onda expansiva alcanzó el suelo y dañó miles de edificios, rompió ventanas e hirió a unas 1.500 personas por los fragmentos de vidrio que salieron proyectados.
Este evento fue el que inspiró el inicio del trabajo del profesor Zuluaga y su grupo de estudiantes en la Universidad de Antioquia. “Tiene que ver con el estudio de cuáles son las trayectorias que siguen los asteroides peligrosos para nuestro planeta. Estudiamos la población de estos asteroides, dónde están exactamente en el espacio, pero también hemos desarrollado una técnica propia, hasta ahora nadie más la utiliza en el mundo, para calcular la probabilidad de que un lugar de la Tierra sea impactado por un asteroide”, señala el experto sobre la aproximación teórica en la que han centrado sus esfuerzos.
De acuerdo con Zuluaga, lo ocurrido con el asteroide 2024 RY4 los motivó a reunir la información que han recabado en la última década y hacerla pública en una página web para consulta de los ciudadanos (https://www.seap-udea.org/pympact/index.php).
“Vamos a estar publicando a partir de ahora información sobre nuestros proyectos, para que también sirva como un referente para los medios de comunicación ante este tipo de situaciones”, afirma el astrofísico quien añade que actualmente se han generado acercamientos con entidades como la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), para avanzar en el reconocimiento de los asteroides como un riesgo real, por más salido de la ciencia ficción que parezca.