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La mente del trol, más agresiva por elecciones
El ambiente político hace que las personas ofendan más a quien no participa de su pensamiento.
'La cultura de la cancelación' está en redes sociales. Foto: iStock
Los ataques a otras personas o el ‘cancelarlos’ por sus actuaciones previas hacen parte de las dinámicas de las redes sociales, el juzgarlos fácilmente o atacarlos tiene todo un contexto que se reaviva en ciertas situaciones como las elecciones.
Ferran Lalueza, profesor de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del Grupo Aprendizajes, Medios de Comunicación y Entretenimiento-Comunicación y Nuevos Medios (Game-CNM), explica que la expresión ‘cultura de la cancelación’ comenzó a usarse en 2015 para referirse al fenómeno de retirar el apoyo a personajes públicos o empresas por decir o hacer algo que se considera ofensivo, inisible o reprobable, y ahora se hace en todos los contextos.
“La tendencia a boicotear la actividad profesional o artística de un personaje célebre como represalia por haber hecho acciones o comentarios que socialmente se consideran inapropiados puede incluir actos y declaraciones hechos tiempo atrás que no se han conocido o, incluso, actuaciones ya ampliamente conocidas, pero que, vistas desde la perspectiva actual, tienen una lectura mucho más negativa que la que se hizo de ellas cuando tuvieron lugar”, explicó.
Para Silvia Martínez, directora del máster universitario de Social Media: Gestión y Estrategia de la UOC e investigadora del grupo Game-CNM, los momentos en que más se dan los ataques son aquellos en los que la opinión social o del público en particular han tenido una incidencia en el apoyo a un personaje o un determinado perfil, como las elecciones.
“Esto es bastante evidente, por ejemplo, en situaciones previas a conflictos armados, en gobiernos radicales o en periodos de dictadura, en los que, por rechazo al rival o incluso por miedo, se termina apartando a una persona que transgrede o no participa de un mismo pensamiento, ideología o idea”, considera Martínez.
Para Lalueza, las ideologías políticas constituyen un mundo paralelo, “dado que la creciente polarización existente hace que se acabe demonizando la opinión que difiere del propio posicionamiento, por razonable que sea”, añade.
Adicción a redes sociales. Foto:iStock
¿Quiénes son?
El hecho de protegerse con una identidad digital falsa ya indica qué valor se da a sí mismo el propio acosador.
Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, describe a los atacadores o troles como personas con muy baja autoestima, con identidades frágiles, “no han logrado llegar a conformar un sentido del yo. Son personas que han crecido en un ecosistema familiar que no ha logrado conseguir que se sientan valoradas simplemente por ser quienes son dentro de la familia y, claro está, por ser seres únicos”.
Según Soler, si una persona siente que no vale nada y no tiene expectativas de poder cambiar eso, “siempre puede desvalorizar a los demás para no sentirse tan mal respecto a ellos, y un factor que lo incrementa es el anonimato.
“Pues si ese comportamiento se ejecuta amparado tras un perfil de una red social, generalmente falso, el campo para la cancelación está perfectamente abonado. Pero el hecho de protegerse con una identidad digital falsa ya indica qué valor se da a sí mismo el propio acosador. Ni siquiera tiene la capacidad de hacerse responsable de sus palabras. Es realmente una persona con problemas psicológicos graves”, apunta.
Desde la perspectiva del ámbito digital, Martínez completa que las redes sociales otorgan a estos s una sensación de empoderamiento y, al tiempo, de falsa seguridad tras el anonimato.
“Por ello se permiten ciertas licencias, como los ataques continuos o, incluso, los insultos o las campañas de acoso o desprestigio. El efecto contagio aquí también desempeña un papel importante, ya que en ocasiones amplifica el alcance de este tipo de actos con la suma de nuevos s que participan del mismo discurso”.
El efecto contagio aquí también desempeña un papel importante, ya que en ocasiones amplifica el alcance de este tipo de actos con la suma de nuevos s que participan del mismo discurso
Antes de responder o atacar por una red social, las personas deben tener en cuenta que la injuria es un delito que consiste en la imputación de hechos o manifestación de opiniones que atentan contra la dignidad de una persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.
Muy similar a las acusaciones que surgen en redes, si bien los expertos siempre recomiendan denunciar a los s, hay que estar atento a la cantidad de mensajes y también a la cantidad de seguidores o audiencias a los que el mensaje puede llegar.
Además, recuerde que para valorar el daño que ha sufrido la víctima de injurias hay que tener en cuenta varios aspectos. Uno de ellos es el número de seguidores del ofensor en las redes. En Twitter, por ejemplo, este dato es un elemento que influye en el impacto del hecho.
“Las determinaciones varían de acuerdo con los tribunales que son los encargados de ir modulando estos derechos a las nuevas realidades mediante la jurisprudencia; además, hay dos tipos de casos: las ofensas al honor y las conductas delictivas”, dice Sergio de Juan-Creix, abogado de Croma Legal y profesor en la UOC.