Análisis / Ante la intimidación de micrófono y de plazas de Gustavo Petro, ¿qué hacer?

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En su columna de ayer en este diario, el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, acertaba al señalar que “no hay conversación en la cual no se planteen preguntas sobre ¿qué debemos hacer? ¿Cómo debemos actuar? ¿Para dónde vamos?”. Pues bien, lo que tenemos que empezar es a hacer, porque herramientas democráticas son las que aún tenemos a nuestro alcance. Ya basta de diagnosticar la situación. El país está despedazado, pero no roto. ¡O hacemos ya o nos jodemos!

En el campo político, los líderes de centro y de derecha se tienen que reunir, todos, a puerta cerrada, para trazar una estrategia de respuesta de aquí al 26. Bien harían los expresidentes que todavía tienen una ascendencia importante en propiciar dicho encuentro. La responsabilidad de estos personajes es quizás la más importante que haya tenido político alguno en la historia de Colombia. Ojalá lo entiendan.

En el campo empresarial, llegó el momento de abandonar las tibiezas. O se está con Petro o se está en contra de él. El mal llamado presidente ha pulverizado la imagen de los grandes, medianos y pequeños empresarios. Desde el estallido social de 2021, no ha hecho sino construir una narrativa en la que los acusa de asesinos y corruptos, y de ser de los principales culpables de las desgracias y masacres de Colombia. De aquí a 2026, el empresariado debe dejar de pensar tanto en la utilidad y trazar una estrategia para defender la democracia, las instituciones y las libertades económicas. Son dos años de patriotismo y sacrificios.

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En el campo de las Fuerzas Militares, pese a la violenta burla y humillación a la que Petro y su ministro de Defensa las han sometido, estas deben tener más claro que nunca el artículo 217 de la Constitución. “Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”. El deber de nuestro ejército es proteger la Constitución que quiere derogar Petro. Punto.

En el campo ciudadano, resulta muy fácil exigirles a los otros actores que hagan, pero nosotros también tenemos una responsabilidad para con la defensa de la democracia. La ciudadanía tiene que estar en permanente movimiento, convocando a marchas, plantones, desatando corrientes de opinión que generen la presión necesaria para que haya 2026. El ciudadano tiene que rodear a las instituciones que a la fecha no han permitido que Petro se convierta en el dictador que procura ser.
En el campo mediático, que los medios sigan con su incansable tarea de denunciar los supuestos hechos de corrupción que se han convertido en el modus operandi de este gobierno.

Y, en el campo digital, urge la construcción de unas narrativas de alerta y de esperanza. De alerta porque estamos ante un abismo y debemos informarlo. De esperanza porque debemos sembrar un mensaje de optimismo y de cómo vamos a reconstruir la ruina en la que está dejando este gobierno a un país que luchó muy duro por construirse.

Llegó la hora de hacer y entendamos que cada uno de nosotros tiene una responsabilidad para evitar que la intimidación de micrófono y de plazas con la que Petro nos quiere llevar a una guerra civil no suceda. Garanticemos 2026, que el juicio político se respete, sea cual sea el resultado. Seamos patriotas. Colombia lo necesita hoy más que nunca.